Unos cinco hombres embutidos en trajes blancos salen a recibir los carros fúnebres. Uno se coloca al frente y dirige el vehículo hasta la fosa. Ya en el lugar, aparece otro con una bomba de fumigar en sus hombros, y de una manguera sale un líquido con el que baña el cuerpo de los sepultureros y posterior, el ataúd y los vehículos que llegaron con este. Es otro entierro exprés en Managua, una ciudad que se ha convertido en uno de los focos de contagios de Covid-19 en el país.
El vehículo partió del hospital Servicios Médicos Especializados (Sermesa), en Bolonia a las 9:16 a.m. Unos hombres con trajes especiales blancos que le cubrían todo el cuerpo más otra persona que usaba careta y de traje amarillo eran los encargados de entregar el cadáver. Mientras esto sucede, el perímetro de seguridad y la vigilancia por parte del guarda se agudizan, ve a todos lados, se hace señas con otras personas que aparecen del lado del hospital. Una vez que el carro fúnebre parte hacia el cementerio, la calma regresa al lugar.
Los familiares del fallecido aparecieron en seguida: una camioneta, dos motocicletas y otro vehículo se fueron detrás del carro fúnebre,directo a Jardines del Recuerdo, camino hacia Ticuantepe. En ese camposanto habían otras tumbas, al menos cinco hoyos estaban abiertos este viernes.
Los acompañantes observaban todo el entierro a una distancia prudente, se apoyaban entre ellos, con la mitad de sus rostros cubiertos con mascarillas. Los hombres de blanco hicieron rápido su trabajo, a las 9:58 de la mañana, el fallecido descansaba en su morada.
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De ese mismo centro médico, este jueves salieron cinco muertos en menos de dos horas. De los fallecidos, dos tuvieron un entierro exprés. Este protocolo, sin velorios, rosarios o cultos en las casas, fue dispuesto por el Ministerio de Salud (Minsa), que estipuló que “los cadáveres deben manejarse y transportarse en bolsas plásticas negras y ataúdes sellados. Asi mismo el entierro del cadáver deberá realizarse inmediatamente”, se lee en el documento, que fue filtrado a medios de comunicación.
En Nicaragua los entierros exprés empezaron a denunciarse a inicios de mayo. La población no entendía la incongruencia de las autoridades médicas que les decían que debían enterrar al fallecido enseguida, cuando, al menos en la constancia de defunción, se leía que no habían fallecido del nuevo coronavirus. De hecho, al inicio, el mismo Minsa se encargaba de los entierros de Covid-19, como sucedió a una familia en Chinandega; sin embargo, ahora, ante la ola de contagios y la cantidad de fallecidos, solo orientan a las personas que tienen pocas horas para sepultarlos.
El otro drama de la pandemia
Muchas familias lloran por aquellos seres queridos que se van, sin poderles ver el rostro por última vez por el riesgo del Covid-19. Otros padecen la incertidumbre de un familiar del que se conocen más detalles solo a través de los médicos. Cerca de las 11: 00 de la mañana de este jueves, decenas de personas se amontonan con mascarillas, gorros en sus cabezas, guantes y la expectativa de escuchar buenas noticias de aquellos a quienes dejaron en ese centro médico, con la esperanza que salgan recuperados.
La angustia le gana a las medidas de prevención para evitar que ellos mismos puedan contagiarse con el SARS-CoV-2. Pero es que tampoco cuentan con las condiciones. La gente debe esperar a la orilla de la calle, mientras, otros lo hacen en la acera de enfrente. Nunca están solos, están vigilados por hombres en motocicletas, que buscan algún movimiento sospechoso. Son seguidores del régimen orteguista, encargados de la intimidación y el asedio. Hasta este martes 19 de mayo, el Minsa reconocía de forma oficial 279 personas contagiadas y 17 fallecidos, persiste un subregistro.