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¿Se imagina la economía de Centroamérica sin café? La desafiante carrera contra el reloj para salvar al café de la extinción antes de 2050

Aunque parezca apocalíptico, los pronósticos mundiales son claros para el café frente a las alteraciones de temperatura: para el 2050 las áreas aptas para el cultivo de este grano se habrán reducido a la mitad en el mundo. En Centroamérica los estragos serán peores, por lo que urge unir esfuerzos

Se estima que por día 2,250 millones de tazas de café se consumen alrededor del mundo. Cerca del 11 por ciento de la producción del grano que se usa para la fabricación de esas bebidas, es cultivaba en tierras centroamericanas y República Dominica, lo que refleja el peso que la región tiene en la industria del café a nivel mundial.

Pero detrás de esa producción en el istmo hay una realidad indiscutible: unos cinco millones de centroamericanos- de una población de 46 millones- dependen del grano, lo que revela la urgencia de salvar el café frente a su principal amenaza: el cambio climático. De lo contrario, las repercusiones sociales serán graves, más allá del impacto económico.

Aunque parezca apocalíptico, los pronósticos mundiales son claros para el café frente a las alteraciones de temperatura: para el 2050 las áreas aptas para el cultivo de este grano se habrán reducido a la mitad y habrá una reubicación de las zonas que actualmente se dedican a esta siembra.

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“Un ejemplo de esta relocalización es Nicaragua, donde se estima que la altitud óptima para el cultivo del café subirá de 1,200 msnm a 1,600 msnm para mediados de siglo”, señala el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en un artículo titulado “El efecto más impensado del cambio climático”.

El presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua, José Ángel Buitrago confirma el avance de esas predicciones. En Nicaragua los productores han dejado de cultivar café en terrenos bajos y muestra de ello es Carazo- al suroriente de Managua-, donde hace 40 años se producían entre 80 mil y 90 mil quintales y ahora apenas se logra cosechar 30 mil quintales.

“Ante se sembraba como a mil metros sobre el nivel del mar, el máximo, y ya ahora estamos sembrando como a 1,200 y algunos ya están en los 1,300 metros… en las zonas bajas de Matagalpa, Estelí, Boaco y Chontales ya no se siembra café y ahora se está tratando de sembrar robusta”, explica Buitrago.

El Instituto del Clima de Australia explica que desde 1960 las temperaturas en Centroamérica han subido 1ºC y las lluvias se han reducido un 15 por ciento, una caldo climático que ha sido letal para el café que requiere de temperaturas frescas para su buen desarrollo.

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Centroamérica entre los más vulnerables

Según el instituto, Honduras, Nicaragua, Guatemala y Vietnam, cuyas economías están fuertemente ligadas al café, se perfilan como las naciones más vulnerables a los tiempos difíciles que asoman a este cultivo, el que deberá afrontar mayores oleadas de calor y reducciones más severas de las épocas de lluvia.

“En Nicaragua, los cambios en las lluvias desde mediados de la década de 1990 han afectado la floración, la maduración y la fructificación del café”, admite el Instituto australiano.

Miguel Gómez, consultor internacional en caficultura y cofundador de la Asociación de Café Especiales de Nicaragua (ACEN), admite que los efectos de cambio climático han sido muy agresivos con el sector, que no solo se ha manifestado con maduración temprana del grano sino con ataques de plagas.

“En realidad los periodos de lluvias se han vuelto más erráticos, cae lluvia cuando no tiene que caer, hay ausencia de lluvia en periodo que debe haber lluvia y eso crea problemas. El otro efecto y tal vez el más grave es que estas condiciones climáticas erráticas, hacen que proliferen las plagas, por ejemplo el ataque de roya en el 2012 fue resultados de condiciones climáticas”, señala Gómez.

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Entre 2012 y 2013 la roya atacó agresivamente las plantaciones de café en Centroamérica, provocando pérdidas económicas por 243 millones de dólares, según un estudio de la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (Sieca).

Según el BID el ataque de la roya en el 2012 ocasionó la devastación de más del 50 por ciento del área sembrada de café en el istmo y al menos 350,000 personas perdieron sus empleos.
Sector no se preparó, pese a importancia del grano

Pero la alarma a los productores de café en Centroamérica llegó hace dos décadas y desde entonces poco esfuerzo se ha hecho para afrontar ese vendaval, que vino para quedarse.

“El cambio climático no nos agarró por sorpresa”, reconoce Buitrago, quien admite que pese a las advertencias sobre los estragos del clima el café “nadie prestaba atención, lo oíamos pero no le dábamos la importancia que realmente tenía en aquel momento y que debimos actuar, sino que hasta ahora nos estamos dando cuenta de que lo que nos dijeron era cierto”.

Y muestra de que el sector ha hecho muy poco para afrontar los estragos del cambio climático, es que según Excan, solo el 25 por ciento de toda la producción cafetalera en Nicaragua está tecnificada, lo que ha tenido un efecto devastador en los rendimientos productivos.

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Por ejemplo, Buitrago señala que en promedio, tomando en cuenta que la mayoría son productores son pequeños con cero tecnificación, los rendimientos por manzana en Nicaragua andan en promedio en 15 quintales, sin embargo, los cafetaleros que han invertido en tecnología y tecnificación en sus plantaciones pueden llegar a obtener 60 quintales por manzana.

A nivel de Centroamérica Guatemala, Honduras y Costa Rica son los que más tecnologías han invertido en las plantaciones de café.

“Ahora el cambio climático está sentado en la sala de la casa y es el que da las órdenes y nos está diciendo si ustedes no se preparan yo sigo avanzando”, señala Buitrago.

Lo malo, señala, es que en Centroamérica Nicaragua es la economía más vulnerable a la alteración del clima, donde más de 300 mil dependen del café y los ingresos por exportaciones superan los 400 millones de dólares anuales.

De hecho perder el café a causa del cambio climático tendría un efecto devastador en el Producto Interno Bruto de la gran mayoría de economías centroamericanas.

El grano figura entre los primeros cinco productos de importancia en las exportaciones de Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador, que solo en la cosecha de 2015 garantizó en ingresos más de 2,095 millones de dólares.

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“Tenemos una amenaza que ya la tenemos adentro y que tenemos que buscar cómo paliar, cómo tratar de evitar que esto continúe avanzando, hay que buscar medidas de reforestación, evitar destrozar los bosques e invertir en tecnología en el campo”, afirma Buitrago.

Ana Ríos, especialista sénior de la División de Agricultura y Desarrollo Rural del BID, en el artículo “El efecto más impensado del cambio climático”, dijo: “Las acciones de adaptación pueden reducir, más no eliminar o revertir, el impacto del cambio climático en la agricultura. Es por eso que es importante implementar tanto medidas de adaptación como de mitigación, estas orientadas a reducir la emisión de gases efecto invernadero que son la principal causa del cambio climático”.

Precios bajos se unen a la tormenta

El problema es que a los estragos del cambio climático se ha unido otro dolor de cabeza para los cafetaleros, en su mayoría pequeños: los bajos precios, lo    que limita la capacidad de respuesta y de adaptación de los productores.

La situación empeora porque gran parte de los precios que recibe el café son llegan a los productores, algunos de los cuales no logran ni siquiera cubrir sus costos de producción. Este se queda en los intermediarios.

Según registros en el 2019 el quintal de café en el mundo alcanzó su precio más bajo en los últimos 14 años. En ese año la libra de café promedió 1.4 dólares, tocando su nivel más bajo en mayo, cuando se ubicó en 0.88 dólares.

Incluso la caída de precio del café se ha convertido en detonante para que los productores en Centroamérica abandonen el cultivo del grano y como alternativa al desempleo, algunos de estos, se han lanzado a la conquista del sueño americano, aunque esto implique exponer sus vidas y las de sus familias en el periplo hacia Estados Unidos.

Buitrago explica que estas caravanas de migrantes que salen desde Centroamérica hacia Estados Unidos pueden verse con mayor frecuencia si a nivel regional no se hacen esfuerzos para salvar el café.

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Financiamiento es un desafío

Los bajos precios y la imposibilidad de conseguir financiamiento para el café tienen manos arriba a los cafetaleros, que aún deben esperar un mayor agravamiento de la crisis climática, según las proyecciones internacionales.

Esto no solo supone una amenaza social sino también un riesgo para los consumidores de esta bebida, cuya demanda cada año, según proyecciones de la Organización Internacional del Café, está creciendo a un ritmo del dos por ciento, principalmente la creciente clase media en los países asiáticos, donde han empezado ha privilegiar el consumo de café por encima del té.

Gómez, consultor internacional en caficultura, explica que a nivel de Centroamérica, hay una mayor apertura del crédito a largo plazo para este cultivo en Honduras, Costa Rica y Guatemala.

“Hay buenas opciones de financiamiento a nivel regional, especialmente en Honduras, que tiene muchas facilidades de financiamiento a corto y largo plazo y tiene otros mecanismos interesantes, Guatemala tiene su propio instrumento y tal vez Costa Rica, serían los países que más recursos meten en la caficultura, a pesar de la condiciones actuales de precio”, dice Gómez.

Pero además hay iniciativas regionales que se pretenden realizar, como crear un fideicomisos para financiar toda la cadena de valor del café, de la mano con inversiones sociales.

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¿Qué debemos hacer?

Entre las propuestas para afrontar mayores días calientes con menos precipitaciones en el invierno, está invertir en cosechas de agua, reforestar y capturar carbono.

Se debe invertir en el corto y mediano plazo en tecnologías de precisión, como tecnología satelital y drones para monitorear las zonas de producción, además de variedades más resistentes y productivas.

“Por ejemplo en este momento hay muchos programas para Centroamérica, que están estudiando los fenómenos climáticos, la humedad relativa, la temperatura, y su relación con las plagas, el énfasis principal está en la roya y otras plagas, anticipando lo que el producto puede hacer para defenderse de los daños de estas plagas en el caso particular de Guatemala, hay programas de alerta temprana para indicarle a los productores qué hay que hacer anticipadamente para poder responder de manera efectiva ante las plagas”, explica Gómez.

Invertir en tecnología en las plantaciones de café no solo implica utilizar variedades más resistentes a las enfermedades sino también que sean productivas. Si se logra eso, “podríamos dar un salto enorme en la caficultura centroamericana, hace falta mayor conocimiento tecnológico, qué tipo de fertilizante, qué tipo de insecticida, qué tipo de agroquímico son los que convienen para producir mejor”, dice Buitrago.

Para lograr la eficiencia en el café de Centroamérica el financiamiento será clave. Ahí está el desafío.

Economía café cambio climático Nicaragua archivo

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