Si algo tienen en común la matriz eléctrica de El Salvador y Nicaragua es que ambas en los últimos años han logrado darle un vuelco a su esquema de generación. Ambas naciones han hecho grandes esfuerzos por renunciar al uso del petróleo para llevar la energía eléctrica a los hogares y negocios, sustituyendo la producción térmica por fuentes renovables, que además de ser limpias son inagotables.
Tanto El Salvador como Nicaragua han echado mano del viento, el sol y la biomasa para diversificar la matriz eléctrica, que permita reducir al máximo la dependencia del crudo, que suele ser muy voluble a los vaivén políticos y económicos mundiales.
Un simple “resfriado” en la industria petrolera de Arabia Saudita, uno de los mayores exportadores de crudo en el mundo, puede traer grandes consecuencias económicas en cadena para los dependientes del oro negro. El Salvador y Nicaragua, no son la excepción.
Y por ello la apuesta de ambos países de anclar su producción eléctrica a fuentes limpias ha permitido que hoy por hoy más de la mitad de esta generación sea energía renovable, cuyo precio a medida que las inversiones van madurando y el precio del petróleo se mantenga alto, ocasiona que haya alivios en los costos por la generación de cada kilovatio hora, que le pertenece a los consumidores.
Es ahí donde El Salvador difiere de Nicaragua. Mientras el presidente Nayid Bukele, un empresario convertido en mandatario, decide traspasar a la factura de los salvadoreños el alivio que las energías renovables han empezado a generar; Ortega, que se hace llamar el Gobierno de “los pobres”, en el 2019 asfixió a los hogares avalando aumentos disfrazados que en términos acumulados roza el 20 por ciento.
Reconversión de la matriz, ¿para qué?
En el 2019, según datos de Empresa Nacional de Transmisión Eléctrica (Enatrel), el 57.81 por ciento de la generación de energía en Nicaragua dependió de fuentes renovables, principalmente eólica y geotérmica. El mismo gobierno admite en sus cifras sobre la reconversión de la matriz eléctrica, el vuelco que le ha dado al mercado eléctrico, que en 2006 dependía en un 74 por ciento del petróleo, es decir solo el 26 por ciento era renovable.
En El Salvador, hasta el 2018, por ejemplo más del 60 por ciento de la energía producida en el país provenía de fuentes limpias y renovables, principalmente solar, eólica,biomasa, biogás e hidráulica. Al igual que Nicaragua, el mercado eléctrico salvadoreño importa energía desde Centroamérica, la cual es barata.
El ingreso de nuevas plantas generadoras de energía limpia y barata en El Salvador fue precisamente lo que permitió que Bukele optara por aplicar por segundo trimestre una significativa rebaja en la tarifa eléctrica de 9.74 por ciento, la que se sumará al -0.3 por ciento en los últimos tres meses del año pasado.
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“Hace tres meses anunciamos una reducción y ahora entra en vigencia una nueva. Esta reducción es posible gracias a la entrada al mercado de nuevos generadores como la planta del Bósforo, que son 100 megavatios y la de Capella Solar, que es la más grande de Centroamérica. Es energía limpia y barata”, dijo el superintendente de Electricidad y Telecomunicaciones, Manuel Aguilar, informaron los medios salvadoreños.
Según resume el diario La Prensa Gráfica de El Salvador, las lluvias en octubre y noviembre pasado en ese país, así como la entrada en operación de una planta fotovoltaica en diciembre, permitieron que la rebaja fuera más significativa con respecto a la que se aplicó en el trimestre anterior.
La contradicción
Y mientras en El Salvador se celebra una segunda rebaja en la tarifa, en Nicaragua el mismo titular del Ministerio de Energía y Minas, Salvador Mansell anunció con bombos y platillos ante medios del gobierno, que en los primeros 12 días del año la generación de electricidad nacional incrementó su participación en un 80 por ciento, pero eso no se tradujo en rebaja para los consumidores, que este año deberán afrontar otro recorte del subsidio eléctrico por tercera ocasión desde el 2018.
La meta oficial es que para el 2021 toda la generación de energía eléctrica en Nicaragua provenga de fuentes renovables.
Si vamos hacia un mercado completamente renovable, entonces ¿por qué en el país donde el “pueblo es presidente”, se paga una de las tarifas más caras de Centroamérica? La última vez que los nicaragüenses gozaron de un alivio tarifario fue en el 2016, el cual apenas fue de 6 por ciento, repartido en tres reducciones.
Alivio atrapado en los contratos
Además de las múltiples distorsiones que arrastra el mercado eléctrico desde que en Nicaragua aterrizó el negocio petrolero con Venezuela, cuyos recursos millonario se manejaron por allegados a la familia Ortega al margen de la fiscalización pública, el alivio que deberían generar las energías limpias a los consumidores nicaragüenses está atrapado en los contratos con los inversionistas.
Javier Mejía, oficial del Centro Humboldt y especialista en temas de energía, explica que cuando en Nicaragua se decidió apostar por la energía renovable para hacer frente a los altos precios del petróleo, el Estado suscribió contratos fijando precio de compra de energía renovable excesivamente alto.
“Cuando se inició la promoción de las energías renovables, se tenían altos precios del petróleo, y para incentivar la participación del sector privado en la generación de energía renovable se hicieron contratos con precios fijos, entonces que ha pasado, los precios internacionales bajaron y esos contratos de las renovables bajo ese concepto, de que eran precios altos”, explica Mejía.
Este señalamiento ha sido planteado en varias ocasiones, pero hasta ahora el Gobierno de Ortega se ha hecho el “sordo” y “mudo”. A tal llegó a ser la distorsión, que según el especialista, resultaba más barato generar con fuel oil que con fuentes renovables.
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Para Mejía se deben revisar esos contratos con las empresas generadoras de energía renovable y ajustarlos a la nueva realidad, de un precio de petróleo más bajo con respecto a cuando se comenzó a impulsar estas energías limpias. Esta revisión debe impulsarse sobre todo con aquellos inversionistas que hasta la fecha ya hayan logrado la recuperación de sus inversiones.
El especialista admite que en su momento la Asamblea Nacional pidió revisar estos contratos, pero los generadores hicieron fuerte cabildeo para evitar que eso ocurriera, lo que significa que el alivio no llegue al consumidor, mientras no se haga un esfuerzo hacia esa dirección.
“Lo más sano sería que los contratos que se tienen con los generadores a base de renovables sean revisados y ajustados, por que por ejemplo los costos de la eólica y solar han bajado los costos de producción, un panel hoy es mucho más barato que hace diez años. Ya el proceso de incentivo se debió haber terminado”, explica.
También corrupción e ineficiencia
Pero este no es el único factor de por qué Nicaragua no logra traspasar el ahorro que genera la energía limpia a los usuarios del sistema eléctrico, también están los de índoles de ineficiencia y de corrupción de todo el negocio eléctrico nicaragüense”.
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Por ejemplo, los niveles de pérdidas técnicas y no técnicas de la distribuidora en el 2019 promedió el 24 por ciento. “En el proceso de distribución y generación de electricidad hay pérdidas, que se supone que la empresa distribuidora está obligada por ley, que prácticamente tiene el monopolio en el país, de hacer inversiones necesarias para reducir las pérdidas”, explica.
Distintos analistas también han señalado la fuerte distorsión que el régimen de Ortega ocasionó al incorporar en el mercado varias plantas de Albanisa, en su mayoría ineficientes, lo que genera un elevado costo para los consumidores en su factura.
Una distorsión que también alcanza al mercado de los combustibles, que comparte similar estructura de logística de importación con El Salvador, pero que pese a ello los nicaragüenses pagan las gasolinas y diésel más caras de la región, antes de impuestos.