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Marlon Escoto recuperándose en la clínica Santa Fe, en Matagalpa. LAPRENSA/CORTESÍA

“Me atravesó de lado a lado, perforándome el pulmón”. Marlon Escoto, el autoconvocado que sobrevivió a un escopetazo en el pecho por parapolicías en Matagalpa

Después de estar al borde de la muerte, Marlon Escoto se vio obligado al exilio por la persecución del régimen orteguista. Huyó hacia Honduras, luego se quedó en Guatemala y actualmente se encuentra solicitando refugio en México

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A las 10 de la mañana del 22 de junio de 2018, Marlon José Escoto Adams, de 17 años, se dirigía hacia la casa de su padre, ubicada en el barrio primero de mayo, en Matagalpa, para felicitarlo por su cumpleaños. Cinco cuadras antes de llegar, una motocicleta con dos hombres a bordo se detuvo justo frente al joven y uno de ellos le dijo, “hasta aquí quedaste chavalo” y le propinó un escopetazo en el lado izquierdo del pecho.

“Pensé que iba a morir. (El tiro) Me atravesó de lado a lado perforándome el pulmón, me rompió 4 costillas y me fracturó en ocho piezas el omóplato izquierdo”, relata el joven matagalpino desde su exilio en México.

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Para ese tiempo, las principales vías del país se encontraban paralizadas por los tranques y barricadas que ciudadanos autoconvocados decidieron levantar para protegerse de los ataques armados de grupos paramilitares que acechaban a los manifestantes.

Marlon Escoto Adams muestra la cicatriz que le quedó en el pecho producto del escopetazo que recibió. LAPRENSA/CORTESÍA

El día del ataque, dice, regresaba de resguardar el tranque ubicado en la entrada a Sébaco. Al escuchar la detonación, unos compañeros autoconvocados se dirigieron al lugar para socorrerlo y trasladarlo en una camioneta, hacia una clínica privada. “Yo iba perdiendo sangre y me sentía débil, pero cuando sentí que me quería dormir me metía los dedos en la herida”, cuenta Escoto, quien asegura que, pese a su condición, jamás perdió el conocimiento.

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“Me atendieron los doctores de la Clínica privada Santa Fe, de Matagalpa, porque si me iba al hospital regional, me remataban los paramilitares o me dejaban morir en la entrada”, señala el joven autoconvocado.

Escoto fue ingresado a emergencias. Los médicos le abrieron con un bisturí, un orificio en el costado izquierdo del cuerpo “para meterme un tubo entre las costillas y drenarme la sangre, pues el pulmón estaba colapsado”. El procedimiento, dice, se realizó sin anestesia.

Internado en Managua

Al día siguiente, el 23 de junio, Escoto fue trasladado de urgencia al hospital Manolo Morales, en Managua, para hacerle valoraciones más intensivas. Pero durante el trayecto, dice, “nos paró la Policía y preguntaron qué tenía yo.

Los paramédicos dijeron que solo íbamos a La Mascota por unos exámenes”, cuenta. Escoto iba con su padre.

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El papá de Marlon Escoto sostiene los ocho charneles que le sustrajo de su omóplato izquierdo a su hijo. LAPRENSA/CORTESÍA

El joven autoconvocado fue atendido en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Manolo Morales con la excusa de que se había disparado él mismo con una escopeta cuando cazaba venados, pues el régimen de Daniel Ortega a través del Ministerio de Salud (Minsa) ordenó negar la atención médica a manifestantes opositores en los hospitales y centros de salud públicos de todo el país.

En ocasiones, según Escoto, policías y paramilitares llegaban por la noche al hospital para identificar opositores, sacarlos del hospital y desaparecerlos. “Yo mismo vi como sacaron a un paciente y le dieron un tiro de gracia afuera del hospital”, recuerda el joven matagalpino.

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Escoto pasó un mes en Managua y fue dado de alta el 21 de julio. Una radiografía realizada a Escoto reveló la presencia de 12 esquirlas (charneles) de escopeta calibre 12 que se encontraban alojadas en su espalda, cerca de su pulmón y que pasaron a solo dos centímetros del corazón.

Paramilitares lo dieron por muerto

En Managua, los médicos no pudieron sacar los charneles de la espalda del joven. Fue al llegar a Matagalpa que su padre, quien es veterinario de profesión, procedió a sacarle ocho de las 12 esquirlas alojadas en su espalda.

La persecución en su contra había cesado, pues los paramilitares orteguistas en Matagalpa lo daban por muerto.

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Un médico sostiene una radiografía que muestra las esquirlas que quedaron alojadas cerca del pulmón de Marlon Escoto. LAPRENSA/CORTESÍA

“Incluso algunos amigos míos sospechan que estoy muerto aún, porque no me he comunicado con muchos en Matagalpa”, señala.

Por su seguridad, el joven autoconvocado decidió huir hacia Río Blanco, donde permaneció unos días hasta que fue localizado por otros fanáticos orteguistas que la emprendieron nuevamente contra él. “Allá (Río Blanco) sí me reconocieron y me siguieron. Con eso tomé valor y le dije a mi padre: me voy del país. Mi papá me recomendó irme a Honduras”, cuenta.

El 12 de agosto, Escoto inició su viaje hacia suelo hondureño. Lo hizo por veredas para evitar a las autoridades fronterizas nicaragüenses, lo que, por su condición, representó una gran dificultad.

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“Mi pecho no sanaba aún. Me salía mucha pus y no podía caminar sin ayuda. Tenía la herida del pecho abierta, cicatrices en la espalda y el pulmón no me respondía al 100 por ciento, pero como pude, logré pasar”, cuenta, mientras recuerda haber rodeado la frontera nicaragüense a través montañas.

En Honduras estuvo casi un mes y salió el 10 de septiembre de 2018. Al día siguiente, Escoto ya estaba en suelo guatemalteco, donde asegura que estuvo muy bien hasta que fue identificado por fanáticos orteguistas, quienes empezaron a perseguirlo.

En esta radiografía se muestra los cuatro charneles que aún tiene Marlon Escoto alojado en su espalda. LAPRENSA/CORTESÍA

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El sábado 8 de diciembre, Escoto decidió huir de Guatemala e ingresar hacia México, donde actualmente se encuentra solicitando refugio.

Aunque ya ha pasado año y medio desde que recibió el disparo en su pecho, Escoto asegura que a veces “pierdo la fuerza completamente del brazo izquierdo y se me baja la presión por que a veces no respiro muy bien”. Tiene esperanzas de regresar a Nicaragua, pero asegura que de ser identificado por paramilitares orteguistas “me ejecutan sin pensarlo”, por lo que descartó regresar al país.

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