A pocos días para mudarse al Vaticano por solicitud del papa Francisco, monseñor Silvio José Báez participó en la Misa Crismal realizada este Jueves Santo en la Catedral Metropolitana de Managua, que lució pequeña por la cantidad de feligreses que asistieron a escuchar la palabra del Señor y también para agradecerle y despedirse de Báez, quien ha sido uno de los religiosos más críticos del régimen de Daniel Ortega por la represión desatada y que hoy cumple un año.
Desde su entrada al templo, acompañando al cardenal Leopoldo Brenes, Báez fue ovacionado por la multitud, que le vitoreaba “¡Silvio, amigo, el pueblo está contigo!” mientras se agitaban banderas de Nicaragua y de la Iglesia católica. El camino desde la puerta principal hasta el púlpito duró más de lo normal porque decenas de personas se le acercaban para abrazarlo, besarlo o sencillamente mirarlo fijamente y decirle las gracias.
En la mayor parte de la misa, oficiada por Brenes, los asistentes guardaron silencio para escuchar la homilía, pero al final no se contuvieron y gritaron “libertad, libertad” e incluso el padre Guillermo Martínez, de la Arquidiócesis de Managua, se levantó y a todo pulmón recordó que “no eran delincuentes, eran estudiantes”, en alusión a todos los universitarios asesinados a manos de las fuerzas policiales y paramilitares en los últimos 12 meses.
Cuando la misa concluyó ese mismo mar de gente se le acercó a Báez para continuar abrazándolo, dándole gracias y acompañarlo al auditorio de la Catedral, ubicado al lado derecho del templo. Ahí, luego de cambiarse la indumentaria eclesiástica, hizo una pausa con los medios de comunicación.
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El obispo agradeció “de todo corazón” las muestras de cariño de los feligreses y aseguró que no ha hecho “otra cosa que querer servir al pueblo de Dios, en nombre de Jesucristo y me llevo en el corazón a mi Patria y a este pueblo querido”.
Catalogó de “vergonzoso, indignante” que el régimen no haya permitido la marcha de este miércoles para conmemorar el primer año de resistencia cívica, tiempo en que han muerto 325 personas en este contexto de crisis, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
“Tengo esperanza de que Nicaragua llegue a ser libre, pero dependerá de los nicaragüenses, que no pierdan la aspiración de un país distinto. No esperemos que nadie nos venga a cambiar las cosas, aquí si los nicaragüenses no se esfuerzan por recuperar cada vez más su dignidad, su derecho de ciudadanía y de ser protagonista de su propia historia, esto va a ir para largo. Pero estoy seguro que este pueblo digno y valiente no lo va a permitir”.
Para él, este año ha sido decepcionante y doloroso por la represión hacia las manifestaciones ciudadanas, pero afirmó que también le ha parecido un año “de gran esperanza porque en este Nicaragua recuperó algo que había perdido y era su conciencia de ciudadanía, su conciencia de derechos para construir la patria y ser conscientes que Nicaragua no es de nadie, es de todos”.
Asimismo dijo sentirse orgulloso de las acciones de la Iglesia católica de Nicaragua durante la crisis porque mostró “un rostro samaritano de Iglesia, un rostro profético” y expuso que ha estado al lado del pueblo.
“Este pueblo se merece otro tipo de sociedad, otro tipo de gobierno, otro tipo de convivencia”, afirmó.
Sobre su salida de Nicaragua, Báez reconoció que no sabe cuándo volverá pero sí aseguró que aunque esté lejos, su corazón estará con el pueblo de Nicaragua, a quien acompañará siempre por medio de la oración. “Para los que amamos Nicaragua, Nicaragua nunca está lejos”, enfatizó.
Báez fue llamado por el Papa Francisco para residir en Roma. En este tiempo de crisis, ha sido una persona cercana y solidaria con los más vulnerables, ha tenido las palabras certeras para llamarle por su nombre a los acontecimientos.