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Monseñor Silvio Fonseca, vicario de familia de la Arquidiócesis de Managua. LA PRENSA/ARCHIVO

Monseñor Silvio Fonseca: “(Ortega y Murillo) Se han creado un Dios de acuerdo a sus perversidades”

El vicario de familia de la Arquidiócesis de Managua analiza el discurso de Rosario Murillo y su visión sobre lo religioso

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Los jerarcas católicos rechazan la manipulación religiosa que contienen los discursos de Rosario Murillo. El vicario de familia de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Fonseca, es una de las voces dentro de la Iglesia Católica que lleva años denunciando la manipulación religiosa del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Entra a la parroquia Santa Faz, en el barrio Costa Rica de Managua y analiza el discurso gubernamental, apenas unas horas después que Murillo hiciera su alocución diaria, en la que suele mezclar sismos, ferias y religión al informar a sus bases sobre su proyecto político.

Fonseca tiene 37 años de ser sacerdote y tiene un doctorado en teología moral en la Universidad Católica de Washington, en Estados Unidos.

Hay una necesidad del Ejecutivo de mencionar en sus discursos la palabra Dios, amor, reconciliación, paz, seguridad, ¿por qué el gobierno invoca lo sagrado?

Ciertamente amerita un análisis detenido de todo lo que hay de fondo sobre la manipulación del lenguaje. Con una mezcla de superstición, más que de religión, porque la religión tiene su principio y autoridad. Pero en este caso también la superstición se puede hacer una religión, que es uno de los peligros en esos discursos de tratar de confundir a la gente para entronizar otro tipo de creencia religiosa.

Comencemos primero por distinguir que ahí no hay fe, sino superstición. Es una mezcla de invocaciones, es una manipulación de Dios. No es, según la fe, sino a los intereses que la persona tiene. Y por otra parte es una superstición con sesgo político, es decir tiene un fin, que es detrás de eso está silenciar lo que pasa en la realidad.

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¿Qué ocurre en la realidad que desmiente ese discurso?

Nicaragua es un pueblo religioso. Podría existir la idea que yéndose por ese camino supersticioso y manipulación religiosa hacer olvidar al pueblo de Dios lo que está sufriendo aquí en Nicaragua específicamente. Pero eso queda en el vacío, ni billones de discursos con esa mezcla supersticiosa y manipulación religiosa, hacen olvidar lo que el pueblo está viviendo en este momento, lo que ha vivido ayer y lo que puede seguir viviendo. De manera, que, después de esto, también es un irrespeto a un pueblo católico, a un pueblo cristiano, que no somos cien por ciento católicos, pero somos cristianos en su mayoría, y nosotros hemos puesto nuestra fe en la revelación bíblica, en el magisterio de la Iglesia que son nuestros obispos, bien conocidos por todos.

Se está llegando a una situación bien delicada en esas intervenciones. Erigirse como una autoridad religiosa, es decir ya no solamente se ocupa de lo que se tiene que ocupar, los responsables de un país, se está invadiendo y penetrando lo que compete a las autoridades religiosas y la fe. Yo por ahí percibo ese peligro para Nicaragua, pero que esta preocupación no es sorpresiva, porque esos signos desde hace años, no son recientes, cuando nosotros pudimos constatar con nuestros ojos y oídos una manipulación religiosa in extremis en este país. Con altares de la Virgen y Nacimientos que, lejos de evangelizar, simplemente tenía orientación de propaganda, de mensajes que aquí se respetaba la religión, pero con esta manipulación y superstición es totalmente falso.

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En el momento más álgido de la crisis, después de abril, ¿qué sentía usted cuando se daban estas invocaciones a Dios, mezclado con descalificaciones a los manifestantes como “minúsculos”, entre otros?

Partamos de la escritura. No todo el que me diga señor, señor, entrara al reino de los cielos. San Juan es categórico en esto, acerca de los anticristos, usarán el nombre de Cristo para sus fines, pero de ninguna manera son cristianos. Se ponen ese ropaje para engañar. Supersticioso, el que tiene pacto diabólico, engaña a la gente a través de esta simbología religiosa, pero una gravedad es una manipulación de Dios en términos políticos de conveniencia. Se han construido ya no una mezquindad, sino una perversidad.

En ese discurso, esa persona (Murillo) se ha creado su propio Dios, un Dios de acuerdo a sus perversidades, a sus malas acciones y que lo está poniendo como justificador de lo que está haciendo. Aquellos que estamos creyendo en el verdadero Dios, no es el Dios de ella.

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Política exclusivo Iglesia Católica Silvio Fonseca archivo

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