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Enrique Zelaya Cruz, mejor conocido como Doctor Henry cuando fue médico y miembro del directorio de la contra. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Doctor Henry: “Hay peligro de una guerra civil en Nicaragua”

Haber perdonado a los malos en 1990 es una de las causas que Nicaragua nuevamente esté con problemas democráticos, considera en entrevista con la revista Domingo el exjefe contra

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Médico obligado a convertirse en ganadero, Enrique Zelaya se mantiene entre el campo y Managua, pero sin perder de vista el acontecer político del país. Es más conocido como “doctor Henry”, su seudónimo de guerra en los tiempos en que fue jefe de médicos de la Contrarrevolución.

A sus 60 años de edad, el doctor Henry es un aficionado de la historia de Nicaragua y fue parte de la misma cuando en 1984 se unió a los contras que se oponían al primer régimen sandinista, dirigido por Daniel Ortega. En el grupo rebelde llegó a ser miembro del cuerpo médico y luego miembro del Estado Mayor.

El día que se realizó esta entrevista, él iba para el campo pero aceptó antes hablar sobre la situación actual del país con la Revista Domingo.

Enrique Zelaya Cruz, mejor conocido como Doctor Henry cuando fue médico y miembro del directorio de la contra. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

¿Qué significa para un exjefe contra como usted que el país se encuentre en la situación actual?
Es una gran lástima. Tuvimos una oportunidad, la Resistencia Nicaragüense le brindó en una bandeja de plata a los políticos de Nicaragua y a la sociedad en general un nuevo comienzo y un nuevo concepto de libertad para todos. No ha sido el único que hemos tenido en la historia del país. También eso existió en el 79. Pero creo que la mediatez de las personas, el hecho de querer hacer una política sucia, el hecho de enriquecerse, el hecho de que perdonemos a los malos porque es mejor ser amigo de los malos y no caigamos en más problemas, creo que eso ocasionó lo que hoy tenemos.

Yo solo miro para atrás y miro el esfuerzo de la gente que peleó contra Somoza, miro el esfuerzo de la gente que murió como contra, que cada uno de ellos es impresionante su historia y cada uno lo hizo con una entrega absoluta, que ojalá muchos políticos la hubieran tenido durante muchos de los años de la historia de Nicaragua y ya no digamos en el noventa, después de la desmovilización de nosotros. Y ya no digamos ahorita, si ojalá Dios quiera cambiamos al gobierno.

Ojalá que los políticos también se sacrifiquen con ese amor a Nicaragua, como se sacrificaron miles y miles de hombres que murieron. Desgraciadamente, políticos y parte del Frente Sandinista se volvieron a aliar y de nuevo, las ansias de poder, de ser millonarios, nos vuelven a poner en el mismo campo de los años noventa.

Hace poco usted dijo que esperaba que no se desate una guerra en Nicaragua, ¿considera que hay un riesgo de que eso ocurra?
Sí. Y ese riesgo es alentado por muchas fuerzas tenebrosas. Te voy a poner un ejemplo. Para el Ejército, para el Frente y para muchos políticos no es un secreto que en el monte hay gente armada y que muchos andan huyendo. Si yo me voy hoy a San José de Bocay y caigo ahí en un helicóptero, y me llevó cinco mil AK, me sobran personas. Como la gente está tan desesperada, por las represalias que están sufriendo ellos, por todo lo que han vivido durante muchísimos años, sus familiares muertos, ellos no encuentran solución.

En abril, cuando reventó esto, ¿vos creés que a mí no me dieron ganas de agarrar un fusil cuando vi cómo mataron a Alvarito Conrado? ¿Vos creés que a mí no me dieron ganas de agarrar un fusil cuando miraba a un montón de mequetrefes de paramilitares, volándole tiros a las madres en la marcha que andábamos el 30 de mayo? Claro que me sobraron ganas, pero uno tiene que tener muchísimo control para decir no. Lo que está planteado ahora es diferente. Lo que está planteado es tener una gran oportunidad de hacer un cambio que nunca lo hemos hecho en Nicaragua. Y eso es lo que también hay que alertar a la población.

A mí me llaman los rearmados. Y son rearmados que ellos cumplieron, entregaron las armas en el noventa, trabajaron. Tal vez participaron en un tranque pacífico y de allí en Waslala, en El Cuá, en San José de Bocay, los andan buscando para cazarlos. ¿Cómo se sentirá la familia de Andrés Cerrato? Cerrato vino aquí, antes del 18 de abril, a denunciar que el Ejército lo estaba amenazando porque creían que estaba apoyando a los rearmados y solo porque vino y puso la denuncia, salió en televisión, regresó a Ayapal y a la semana lo secuestran en la noche, le meten 42 tiros. Hay mucho rencor acumulado, hay mucho odio acumulado. Aquí el peligro de una guerra civil es inminente.


Hay mucho rencor acumulado, hay mucho odio acumulado. Aquí el peligro de una guerra civil es inminente”.
Doctor Henry, exjefe contra


Antes del 18 de abril se escuchaba de rearmados, pero ahora casi no.
Definitivamente esto agarró de sorpresa a todo el mundo. Nos agarró de sorpresa a nosotros y agarró de sorpresa a los rearmados. Lo que cambió fue el formato de lucha. Los rearmados pensaban de que el formato de lucha era como el que siempre habíamos tenido. Armas, tomarse cuarteles, recuperar armas y ese esquema. Que viniera un país que te ayudara, una fuerza externa que te diera las armas y cosas así. Pero lo que cambió totalmente fue el formato. Ya el formato no fueron armas. El pueblo despertó, la juventud despertó. Entonces, lo que han hecho ellos, creo que muy sabiamente, es guardar distancia. Ellos andan huyendo. Pero no creás, hay noticias de que la semana pasada han habido escaramuzas y han habido muertos.

El Ejército actualmente los persigue, los quiere aniquilar. Todavía la operación de Inteligencia del Ejército anda buscando al Flaco, al Cabezón y si lo encuentran lo matan, hoy mismo. Ese es el peligro de que se fomente una cuestión de una guerra y gracias a Dios, mucha de la gente en el campo tiene experiencia militar, lo que pasa es que no tienen armas.

Recordá el testimonio que dio doña Elea Valle, esposa y madre de los dos últimos muchachos que mataron antes del 18 de abril, jovencitos; que a su esposo —hermano de un rearmado, el esposo no andaba rearmado— el Ejército lo siguió por un año, lo llevaba “al bote y al miado”. Él cambiaba de trabajo en una finca, porque era un campesino que trabajaba chapeando; lo apresaban, lo interrogaban, querían que les dijera dónde estaba el hermano. ¿Qué vas a saber vos dónde anda un hermano rearmado? Lo dejaban ir, él se cambiaba de finca. Lo seguían. Lo acosaron. Y él no tuvo otra cosa más que irse con su hermano. Ese patrón era el que había antes del 18 de abril. Tal vez en una mente retorcida, y yo siempre lo dije antes del 18 de abril, lo que querían ellos era que la gente más brava o más opositora a Daniel Ortega y a la Chayo (Rosario Murillo) se fueran al monte para que el Ejército los cazara como venados, como lo venían haciendo.

Así es el caso de la mochila bomba, así es el caso de Cerrato, Enrique Aguinaga, y los familiares de Enrique Aguinaga te pueden decir lo perseguidos que fueron y creo que la finalidad de eso es que más personas, como el Ejército sabía que no habían armas, se fueran en una especie de desesperación y luego ellos atacarlos y matar. Era para decirle al gran sultán, que se creía Daniel Ortega, mire aquí estamos haciendo algo por usted. Prémienos, denos una estrella, deme dinero, deme licor y aquí viva la francachela.

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¿Ha sabido qué piensan los excontras en este momento?
A mí me llaman continuamente, desde antes de las sanciones, y la mayoría me dice que Daniel Ortega no va a salir solo con amenazas. Daniel Ortega es alguien que está acostumbrado a que al final logra su objetivo, lo mejor para él y su camarilla. Él no se ha dado cuenta de que las condiciones geopolíticas han cambiado muchísimo, pero él espera que en el último minuto surja algo que lo ayude a no salir como debería salir, que es como lo que él ha sido toda su vida: un criminal, un asesino, un violador y, de aquí a muchos años, lo vamos a recordar como uno de los presidentes más carniceros que hemos tenido en Nicaragua.

Este carnicero ha tenido el apoyo de mucha gente cómplice, otros que creen que siendo amigos de él no los va a tocar, como lo creyó Carlos Guadamuz, como lo creen muchos todavía que no dan el paso final. Yo le pregunto a la gente que todavía está con él: “¿Sos de la misma calaña de Daniel Ortega?” El hecho de ser sandinista no es malo, el hecho es que si robás, asesinás, matás, violás, si sos capaz de confabular una fuerza para asesinar a una gente humilde, como lo hicieron en los años ochenta con los miskitos, con las personas que vivían en las montañas, que no querían irse de sus tierras y ellos, por ganar una supuesta guerra, los asesinaron.

Y no solo es Daniel Ortega, está Humberto Ortega, y están muchos que tal vez inclusive la ley todavía no les ha llegado. Yo creo que eso es lo que nosotros tenemos que meditar como nicaragüenses.

¿Qué le dicen las sanciones que Estados Unidos impuso a Rosario Murillo y a Néstor Moncada Lau?
El pueblo contra, el pueblo democrático, está feliz. La realidad es que solo habían sido amenazas. La OEA no solo debe sino que tiene la obligación de ser más fuerte todavía. Ahí tengo yo los Acuerdos de Esquipulas en los cuales la OEA se compromete que si nosotros entregábamos las armas, en 1990, ellos le iban a dar a Nicaragua paz, democracia, libertad, elecciones libres, justas y transparentes. Para nadie es un secreto que este hombre se robó las elecciones como en cinco ocasiones, municipales, presidenciales.

Prostituyó la Constitución que teníamos después del gobierno de doña Violeta y la OEA estaba viendo a otro lado. Para nadie es un secreto que aquí en las elecciones municipales, si un partido de oposición hacía una marcha ¡cuántos quebrados no había en cada marcha! Hasta unas mujeres que las hicieron abortar, golpeados. Llevaban gente pagada de los barrios en un bus, con machetes, y te golpeaban. En el PLI cuántas marchas se hicieron al Consejo Supremo Electoral, más de cuarenta marchas donde golpearon a diputados, a todo el mundo echaron preso y la OEA no respondía. Además, toda esta gente, ministros de Relaciones Exteriores, ellos ganan grandes salarios y deberían de estar más al tanto de lo que pasa con las democracias en América Latina.

Tras lograrse la paz en 1990, ¿cómo puede explicar que estemos con la actual situación?
Creímos en el noventa que íbamos a entrar en razón. Y pensamos que con el cambio de la dictadura y por la lucha de la Resistencia que se dio, íbamos a tener personas ligadas a que mejoráramos la manera de vida de nuestros campesinos y nuestra ciudadanía, pero aquí vienen las traiciones. Aquí hubo gente de derecha y de izquierda que se aliaron.

En los partidos de izquierda y de derecha hay gente buena y hay gente mala, y yo veo esto como que la gente mala de uno y de otro bando se juntaron y nos gobiernan, y nos han gobernado. Los malos de la izquierda y los malos de la derecha están en un solo abrazo, diciendo “hagamos dinero”. Por supuesto, hubo una época en que el gran capital, que no había participado en ninguno de los partidos, también se metió a la fiesta, a la francachela y ayudado por el dinero mal habido. Y yo creo que cuando caiga Venezuela va a ser un capítulo negro para todos los países que recibieron ayuda de Hugo Chávez, que ese ha sido el mayor saqueo que le han hecho a un país. Estos que te digo, los malos de un lado y los malos de otro lado, se metieron a esa fiesta y no tuvieron reparo de la sangre que habían puesto los demás, el sacrificio y la lucha.

Gracias a Dios hoy, miro opiniones y discursos, especialmente de los empresarios, en los cuales ellos ya están reconociendo su error, que debido a querer mantener una estabilidad no se percataron que no podía ser sostenible en el tiempo. Pero que se hicieron millonarios, se hicieron millonarios. Ahora hay que tener una mea culpa, pero hay que apoyar a esos grupos que queremos verdaderamente hacer un cambio sumamente cualificativo en Nicaragua.

¿Mira similitudes entre lo que pasa actualmente y lo que ocurría en los años ochenta?
La mayor similitud que miro, y espero que no ocurra, es la mediatez de cómo salir del problema. La Contra no tenía una admiración como hoy tiene el movimiento azul y blanco. Nosotros no teníamos ningún gran pensador o escritor de libros a favor nuestro. Si los había era muy raro. O un poeta a favor de nosotros. Tampoco teníamos una clase política, es más, antes de llegar a los acuerdos de Esquipulas todos los partidos políticos habían mandado sendas cartas al Congreso de los Estados Unidos diciendo que nos quitaran las armas a nosotros. En los mismos Estados Unidos había algunos republicanos que nos apoyaban, no todos. Y la mayoría de los demócratas no nos apoyaban a nosotros. Y la mayoría de los países de América Latina no nos apoyaban a nosotros. A pesar de eso, nosotros teníamos armas. No las suficientes para provocar un cambio armado, la Contra jamás tuvo el poder militar para botar a un ejército sandinista armado, con armas de Rusia, a través de Cuba, de Vietnam, al saber qué otros países les dieron armas.

A pesar de eso, en 1987, 1988, Daniel Ortega se da cuenta de que no nos puede vencer militarmente. Él busca ayuda en los países centroamericanos para quitarnos a nosotros, confiando que en ese momento habían más de 700 mil nicaragüenses refugiados en Honduras. Confiaba en que en las votaciones del 90 todo el que estaba aquí en Nicaragua, en su mayoría, iba a votar por él, lo cual no ocurrió. Pero él se las jugó y miro que hoy ya no tiene esa correlación de fuerza y a pesar de eso está queriendo utilizar a las últimas ramitas que le quedan para ver si puede cambiar la correlación de fuerza.

Él quiere negociar al filo de la balanza pero con varios objetivos: uno, que no lo toquen a él ni a nadie de su familia; dos, que no lo tenía en los años noventa, que le perdonen todo el capital que se robó; y tres, por supuesto, una gran amnistía en la cual él no vaya a pasar pero ni un día preso. Y, si acaso le permitieran, quedarse en Nicaragua para que con el capital económico que tiene, y con algunos lamebotas que tiene a la par, ver cómo le hace la vida imposible al nuevo gobierno que venga. Esos son los objetivos de él y fueron los que también tuvo en 1990. También miro, como en 1990, una gran similitud de algunos partidos políticos, como el PLC, como Ciudadanos por la Libertad, como todos esos partidos minúsculos que están ahí, esos sí son minúsculos, en la Asamblea Nacional, que quieren ir a unas elecciones con este régimen después de tanta sangre y tanta muerte que ha ocurrido. Y miro a un pueblo, ahora sí, más unido.

Ya miro poetas, escritores, periodistas, y eso me alegra, para mí es un despertar ciudadano enorme, no me importa de dónde vengan ellos. Y miro a una Iglesia más unida que en los años noventa, fuerte, e imponiendo algunos criterios que creo que se debieron haber impuesto desde 1990: paz, pero con justicia. Eso es muy importante. Democracia. Ojalá que no caigamos como caímos en el arreglo de los noventa.

¿Qué cree que se puede hacer?
Yo tengo la esperanza de que ahorita hagamos lo imposible, cueste lo que cueste, de sanear todo lo mejor posible que podamos extirpar este cáncer que nos está comiendo desde hace años, lo más completo que se pueda. Y cuando digo extirpar no estoy diciendo matémoslos, estoy diciendo hagamos justicia, hagamos una comisión de la verdad, que se sepan los crímenes, que se sepa si es cierto si el Ejército prestó las armas para atacar a la gente de los tranques, que se diga quiénes fueron los francotiradores, el que mató a Alvarito Conrado. Que se sepa lo de la Policía Nacional, quiénes fueron los encargados de la represión, que se sepa quiénes son los que han torturado y que reciban su castigo. Y tal vez no es ni echarlos presos, pero merecen que esa gente jamás en la vida ocupe un puesto en ningún gobierno de los que vienen.

El Ejército supuestamente se ha mantenido al margen…
Oficialmente, pero no sabemos. ¿De dónde apareció el armamento? ¿Dónde aparecieron RPG-7? Yo tengo muchas dudas y que me perdone el Ejército pero aquí no hay que darnos atol con el dedo. ¿Dónde apareció tanta gente entrenada? ¿De dónde aparecieron los francotiradores? Inclusive, como dice nuestra religión cristiana, no solo se peca de acción, sino que también se peca de omisión. ¿Cómo permitieron que salieran públicamente Hilux con gente con ametralladoras? Tenemos que llegar al fondo, ver qué políticos verdaderamente hicieron tratados con el Frente Sandinista, cuáles empresario fueron a cabildear a los Estados Unidos para que no pasara la Nica Act ni la Magnitsky, para ser castigados, y quiénes manejaron ese dinero de la cooperación venezolana. Ojalá que aquí podamos llegar a la verdad por muy dolorosa que sea.

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Para finalizar, como médico, ¿cómo vio las denuncias de que el Ministerio de Salud negó atención a heridos durante las protestas?
Eso es terrible, eso es una manipulación que la hemos tenido en este gobierno, que no solo son los médicos, sino que prácticamente todas las profesiones. No sé para qué existen las escuelas de leyes. Desde antes del 18 de abril, el régimen de turno ha atropellado garantías y leyes, y después, a pesar de que son gravísimos los errores, los vuelve ley. La Ley del Canal, por ejemplo, sin ninguna consulta, sin nada y allí tuvimos un reflejo de lo que ocurría. Una diputada sandinista, la Xóchitl Ocampo, no la conozco pero creo que osó en el momento de la votación preguntar que qué era eso, que qué implicaciones tenía eso. Al día siguiente estaba sin trabajo, ya la habían corrido de diputada. Esas son las alertas, las banderas rojas que te dicen: este régimen definitivamente es autocrático, es dictatorial, cómo toma esas decisiones. A eso no le dimos su debida atención, no peleamos por nuestros derechos, no tuvimos empatía para ver los grupos sociales que estaban sufriendo y que estaban luchando y no tuvimos la empatía de decir esto no puede ser así. Creo que esto ha sido el reflejo total y la causa de tantos años de haber permitido esto.

El doctor Henry ahora se dedica a la crianza de ganado pero no se aparta de la vida política de Nicaragua. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Plano personal del doctor Henry

Su nombre completo es Enrique José Zelaya Cruz y nació el primero de marzo de 1958, en Jinotega, producto del matrimonio entre Enrique Zelaya Úbeda y Lilly Cruz Meza.

Se casó con una prima, Yunieth Úbeda y tienen cuatro hijos.

Estudió Medicina Interna en la universidad de San Carlos, en Guatemala y fue médico de la Contra. Ahora, como ganadero, ha tenido que convertirse en “veterinario”, confiesa entre risas.

Es un aficionado de la historia y le gusta mucho ver televisión y leer.

Le gusta comer bastante y de todo. “Hasta piedras”, bromea.

En la Contra tuvo dos momentos duros y no fue en la Operación Danto 88, de la cual se jactan los sandinistas, sino en una invasión a una base de la Contra y cuando la Contra se tomó Siuna.

A los 11 años de edad se tuvo que ir a vivir a los Estados Unidos porque accidentalmente se le disparó un arma y mató a un joven de apellido Morales, el mejor amigo de su hermano Marlon Zelaya. Estuvo preso por ese caso.

Marlon Zelaya fue un guerrillero sandinista que peleó en Jinotega y en el Frente Sur contra Somoza. Después fue líder estudiantil en la UNAN-Managua y murió en un combate contra las tropas antisandinistas de Edén Pastora en Río San Juan. El doctor Henry cree que a su hermano lo mataron los mismos sandinistas que andaban con él.

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