El dictador de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, guardó su discurso agresivo contra Estados Unidos y calló después que ese Gobierno sancionó al primer miembro de su familia.
El martes pasado, el Departamento del Tesoro castigó a la esposa de Ortega y su mano derecha, Rosario Murillo, por violaciones a los derechos humanos y corrupción, junto a su asesor Néstor Moncada.
Ortega y Murillo comparecieron este jueves para inaugurar el paso a desnivel de Las Piedrecitas, en Managua, donde el tirano sostuvo que el país no se ha detenido ni se detendrá.
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“Nicaragua como Dios manda seguirá caminando y sigue caminando”, proclamó rodeado de un enorme dispositivo de seguridad y de los principales funcionarios de la Alcaldía de Managua, entre ellos Fidel Moreno.
El analista político y exdiputado opositor Eliseo Núñez explicó que por primera vez Ortega asumió una postura de “sensatez” al evitar confrontarse con Estados Unidos.
Las relaciones entre ambos países viven sus horas más bajas, luego que en esta semana, además de las sanciones a Murillo y Moncada, el presidente estadounidense Donald Trump consideró al régimen como una “amenaza a la seguridad nacional de ese país”.
Trump emitió una orden ejecutiva que abre la posibilidad a más sanciones contra el orteguismo, dirigidas a aquellos involucrados en la represión contra la población, actos de corrupción o el socavamiento de las instituciones.
“Ortega no confrontó a Estados Unidos. Sabe que no tiene respuestas inmediatas, porque cualquier respuesta inmediata puede complicarle la situación”, afirmó el exlegislador.
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El analista expresó que, aunque Ortega se guardó su retórica antimperialista, no cesa de reprimir a la población nicaragüense.
“Yo esperaba las dos erres de Ortega —retórica y represión—, pero se quedó solo con una: la represión, porque continúa reprimiendo al pueblo”, afirmó.
Las medidas del ejecutivo estadounidense del martes encontraron también respaldo en el poder legislativo de ese país. El mismo día, los senadores aprobaron la ley conocida como Nica, la cual obligaría a EE. UU. a votar en contra de las solicitudes de préstamos del Gobierno de Nicaragua si no hay reformas democráticas.
Representa “el pasado”
Para la directora del Instituto Interamericano para la Democracia, con sede en Miami, Beatrice Rangel, Ortega representa el pasado de Nicaragua y su régimen no puede sobrevivir bajo las condiciones del mundo actual, por lo que estima que si el caudillo se mantiene reacio a una salida negociada a la actual crisis podría provocar una ruptura violenta.
El pasado 18 de abril iniciaron las protestas cívicas que el régimen reprimió con brutalidad, dejando un saldo de muertos que supera los 325, además de miles de heridos y desaparecidos, y más de seiscientos presos políticos.
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“Significa que Estados Unidos está identificando a Nicaragua como eslabón dentro de una cadena de actividades ilícitas. Si el régimen de Nicaragua no corrige su conducta, el próximo paso es declarar(lo) como país que propicia las actividades ilegales, incluyendo el terrorismo internacional”, opinó Rangel.
EE. UU. condena la violencia orteguista
Tras la aprobación de la ley conocida como Nica, el senador Bob Menéndez, de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, coautor de la misma, dijo que con este acto se demuestra que no se mantendrán al margen, mientras el régimen de Daniel Ortega continúe cometiendo ejecuciones extrajudiciales y reprimiendo al pueblo de Nicaragua.