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Mario Arana, crisis en Nicaragua

Mario Arana Sevilla, economista, expresidente del Banco Central y actual gerente de APEN. LA PRENSA/Óscar Navarrete

Mario Arana Sevilla: “Me preocupan los asesores de Ortega”

El economista Mario Arana, expresidente del Banco Central, analiza la grave situación económica de Nicaragua y asegura que, de no encontrarse pronto una solución política, es posible caer en un escenario como el de Venezuela

Mario Arana Sevilla es un optimista y está convencido de que, aunque el actual panorama económico de Nicaragua es muy grave, todavía es posible revertir esa tendencia. Sin embargo, dice, no se puede encontrar una solución al tema de la economía sin antes haber resuelto la crisis política, que es el problema de fondo. Eso significa, afirma, que la única salida que puede “comprar un futuro” para el país es negociar con el Gobierno.

De no encontrarse pronto una solución viable, estima, no puede descartarse la posibilidad de que rodemos hacia un escenario como el de Venezuela. Para el economista y expresidente del Banco Central, ya es tiempo de que los asesores de Daniel Ortega le muestren los números y le hagan ver la realidad, porque hasta el momento pareciera estar “tapando el sol con un dedo” y no muestra señales de querer llegar a un consenso nacional que nos salve a todos de la destrucción económica.

¿Estaba tan frágil la economía de Nicaragua para que en los primeros meses de la crisis empezara a derrumbarse? Muchos sectores, incluido el Gobierno, decían que la economía iba viento en popa.

Claramente la economía nos está mostrando su fragilidad. En nuestra historia hemos tenido momentos de contracción económica y de rápida recuperación, típicamente asociados a desastres naturales o inclusive con la misma crisis financiera internacional; pero cuando la crisis ha sido de naturaleza política eso ha tendido a tener consecuencias devastadoras.

¿Como en los años ochenta?

Los años ochenta son el ejemplo más clásico, pero la parte política ha sido una constante en el caso de Nicaragua y típicamente ha conllevado crisis económicas; de tal manera que Nicaragua tiene la mayor cantidad de episodios de contracción económica en América Latina desde 1920 hasta nuestros años recientes. Es decir, los mayores episodios. Y su porcentaje de crecimiento promedio es de apenas 1 por ciento por habitante, cuando América Latina está muy por encima de eso. Estamos entre los países con los comportamientos más deplorables de América Latina y por eso hoy somos el segundo país más pobre de la región.

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¿Por qué exactamente es tan frágil nuestra economía?

Por su naturaleza, porque somos una economía muy abierta, dependemos mucho de importaciones, básicamente el 50 por ciento de nuestro Producto Interno Bruto requiere importaciones, ya sea de bienes de consumo o de bienes de capital. Requerís una cantidad de recursos externos significativos para financiarte todo eso, ¿y de dónde provienen? De las exportaciones, de los préstamos y donaciones, de las remesas, de la inversión extranjera directa y del turismo. Y qué ocurre, con excepción de las remesas, todas las otras fuentes están con tendencia negativa y algunas más severas que otras.

¿Ahí ha golpeado especialmente la crisis?

Así es. Se pensaba que el turismo podía llegar a 800 millones de dólares y parece que va a quedar como en 300 millones de dólares. El bruto de la inversión extranjera igual andaba por arriba de los mil millones de dólares, ahora va a andar con suerte como en 300 millones. Después tenés que hay donaciones que se suspendieron, hay préstamos que se ralentizaron y que tampoco han entrado y sobre esto potencialmente va a caer además el tema de las sanciones, si vemos hacia adelante. Los motores y los contribuyentes más importantes de recursos externos de Nicaragua están con problemas y no luce que se puedan recuperar en el corto plazo. A menos que realmente haya un golpe de timón, a menos que resolvás el problema de fondo que el país tiene y que realmente des una posibilidad de estabilidad sostenible ante la situación de crisis que enfrentamos en este momento.

En la práctica, ¿cómo se percibe ese golpe a la economía?

Esta crisis trajo incertidumbre y la gente comenzó a sacar sus depósitos del sistema financiero. Entonces toda la actividad del crédito ha entrado en contracción, especialmente los créditos de consumo y los créditos personales, pero en general todos. A estas alturas todo se ha contraído porque los bancos privilegiaron liquidez, para poderle honrar los depósitos a sus clientes y por supuesto tienen que dejar de prestar porque no están percibiendo depósitos, ¡los depósitos se están yendo! Eso ha hecho que el consumo también se afecte, más los despidos, que solo formales hay 180 mil, según el reporte del Seguro Social. Eso combinado te muestra una crisis de proporción significativa. De tal manera que este año la contracción es de -4 por ciento y en las proyecciones para el próximo año el Gobierno está diciendo “-1 por ciento”, Funides está diciendo “-5 a -8” y mis números me dan -5; pero hay otros economistas que están hablando de una contracción de -20 por ciento en el 2019.

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¿Eso qué significaría? Una contracción de -20 por ciento.

Bueno, si somos una economía que está ahorita en unos doce mil millones de dólares, -20 por ciento significa que perdés dos mil y pico de millones de dólares.

¿Cómo se traduce eso para el ciudadano de a pie?

Vas a retroceder años en tu ingreso por habitante. Entre este año y el próximo, si ese fuera el escenario, estamos hablando de una pérdida de tres mil y tanto de millones de dólares. Somos una población de seis millones que teníamos un per cápita supuestamente de dos mil dólares por habitante; si vos distribuís esos tres mil millones entre seis millones es como si hayas perdido 500 dólares por habitante. Es una cantidad sumamente fuerte. Funides estimaba que podría impactar hasta a un millón de personas que caerían en la pobreza y que ya habían salido de ella. La situación económica de Nicaragua es grave desde cualquier punto de vista. El Gobierno parece estar en una especie de negación de esta realidad. Y yo no sé si es por falta de experiencia, por una especie de autoengaño colectivo donde resulta conveniente un poco tapar el sol con un dedo.

¿Convertirnos en otra Venezuela es un escenario posible?

El escenario donde quedamos en una crisis que desemboca en problemas económicos y de crisis política permanente, sí es posible. Pero no es deseable ni es necesario que caigamos en eso. Podemos ser capaces perfectamente de encontrar un balance que nos incorpore los criterios y los puntos de vista de todos y que de esto salga una Nicaragua fortalecida.

Pero si las cosas se siguieran haciendo igual que ahora, ¿vamos corriendo hacia la venezolanización?

A como lo estamos haciendo ahorita, pareciera que sí. Eso tiene que cambiar. Aquí hay que resolver problemas coyunturales y estructurales y más vale que se haga con interlocutores calificados, experimentados, maduros, para resolver temas álgidos, tanto de corto plazo como de mediano y largo plazo. En el corto plazo obviamente tenemos que traer un clima de paz y de tranquilidad al país; pero no es reprimiendo, no es encarcelando, no es criminalizando las protestas que vas a lograr eso. Con eso lo que estás sembrando es más zozobra, desconfianza, incertidumbre e inclusive estás sembrando la semilla de un próximo conflicto.

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Por años hubo un “modelo de diálogo y consenso” entre algunos sectores de la empresa privada y el Gobierno, ¿ese modelo fue un error de cálculo?

(Suspira) Cómo calificarlo, no lo sé… Funides era muy claro en enfatizar la importancia de la institucionalidad, pero Funides no era interlocutor con el Gobierno. El Cosep debió haber elevado este tema, debió haberlo puesto sobre la mesa y haber exigido que en la parte institucional y política no cayéramos en lo que caímos. No lo hizo. Y fue un error, sí creo que fue un error, que ahora es clarísimo y que ahora está tratando de enmendar.

¿Sería posible que en estas circunstancias retomaran ese modelo?

No te voy a decir que no hay más de uno que eso quisiera y que piensa que es posible y necesario. Y el Gobierno está tratando de vender ese concepto: “Salvemos la economía pero dejemos de lado la política”. Yo creo que no es realista, ni viable y tampoco creo que cuente con la mayoría necesaria dentro del sector privado. Los líderes más relevantes dentro del sector privado tienen la postura de que no es viable entrar a entendimiento en lo económico sin resolver el problema de fondo político.

Pareciera que el Gobierno quiere volver al 18 de abril.

Probablemente, probablemente. Pero eso ya no es posible. Sin embargo, todavía hay una oportunidad para esta administración de ser un factor constructivo en el manejo de esta crisis. Tiene dos caminos: continuar actuando unilateralmente, a ver hasta dónde los lleva eso, y me atrevo a vaticinar que eso va a llevar a la destrucción económica del país. O pueden buscar un camino más incluyente, que lleve a una negociación donde resolvamos los problemas coyunturales y se dé tranquilidad a las familias nicaragüenses. Estas familias y estudiantes que se han ido al exilio tienen que regresar, toda esta gente que está presa (política) debe salir. No podemos criminalizar la protesta. Debemos tener una justicia independiente, investigar y darnos cuenta de qué pasó, conocer la verdad, sancionar y compensar.

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Hasta el momento no se ha visto ni la mínima voluntad por parte del Gobierno para sentarse a negociar.

Efectivamente. Y algunos dicen, y yo mismo puedo verlo, que pareciera que no tiene ninguna intención de hacerlo. El problema es que francamente no le veo el sentido a no hacerlo. ¿De qué se trata su administración, de qué se trata su Gobierno, de qué se trata el legado que le va a dejar a Nicaragua? Que me diga (Ortega), si me puede dar una explicación ahorita y decirme de qué se trata. Si vos no le das bienestar a tu gente, ¿para qué estás ahí? Lo más razonable, sensato, lo que cualquiera te pudiese decir, es que el país debería tratar de encontrar un entendimiento. Y sí, hay que negociar con Ortega.

Negociar significa que el otro lado también tiene que ceder en algo.

En una buena negociación ninguna de las partes queda contenta. Es decir, no se puede imponer una sobre la otra. Esa es la base de una negociación que nos dé sostenibilidad a largo plazo.

¿De lo contrario vamos hacia la destrucción de la economía?

Yo diría que sí. (…) No es lo mismo administrar la abundancia que administrar la escasez y este gobierno había estado administrando abundancia. Cuando le tocó administrar la escasez lo hizo muy mal. La propuesta de reforma al Seguro Social fue un desastre desde el punto de vista técnico y desde el punto de vista político. No pasa el examen mínimo de cualquier profesional serio. No sé en qué estaban pensando cuando pretendieron hacer esa reforma.

¿Se puede pasar al tema de salvar la economía sin antes haber resuelto el problema político? Es decir, cuando hay presos políticos, personas perseguidas y no se han esclarecido los crímenes cometidos durante las protestas.

Es utópico pensar que eso es posible. Es irrealista, es totalmente inmaduro. Y refleja muy poca visión y muy poca sofisticación inclusive. El problema económico no lo resolvés sin resolver lo político. El país va a requerir un programa de reconstrucción, inyección de recursos externos, vamos a requerir consenso. Para que vuelva a restablecerse el crecimiento, tenemos que recuperar la confianza de los consumidores y del sector privado.

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¿Podríamos tener una crisis parecida a la de los años ochenta? ¿O son escenarios distintos?

Es totalmente diferente. Pero sobre todo hay que entender las expectativas de los jóvenes y el peso de los jóvenes en este país. Los cambios que ha habido en el mundo. Veo muy difícil que podás someter a un país como Nicaragua, con las expectativas que ya tiene, a una regresión como la que vivimos en los ochenta. Antes de eso la gente se te va a levantar. Sobre todo la juventud. Yo viví los ochenta aquí en Nicaragua y creo que fue la aberración más espantosa, tener uno de los récords históricos, de la hiperinflación más larga de la historia mundial. Más la escasez. Pero entonces era un país en guerra, con otras prioridades y expectativas. Hoy sería una aberración que condujéramos al país en esa dirección, ¿por qué y para qué?

Es una coincidencia curiosa que en aquel escenario Nicaragua tenía el mismo presidente que tiene hoy día.

Creo que ese presidente aprendió mucho de esa época. Incluso lo vinieron a asesorar los mejores expertos, tanto de la izquierda como de la derecha. Hablaron largo y tendido con Daniel Ortega y su administración. Él sabe muy bien cómo se genera la hiperinflación y cómo se resuelve. No creo que quiera llevar al país en esa dirección, pero no sé si tiene gente que sea capaz de decirle en su cara lo que él tendría que estar oyendo en su gabinete.

¿Qué deberían decirle sus asesores?

¡Deberían mostrarle los números! Y decirle claramente la verdad de cómo estamos y los problemas que tienen enfrente. Están vendiendo que pueden financiar unos déficits que no hay manera que se los financie nadie. Eso es una gran equivocación. Que no sean capaces de verlo, ni de admitirlo y que sigan diciéndole al público eso, me parece inexplicable. En las circunstancias actuales, no van a conseguir financiamiento, por la situación política y porque sus proyecciones están todas mal hechas, no son creíbles.


Si vos no le das bienestar a tu gente, ¿para qué estás ahí? Lo más razonable, sensato, lo que cualquiera te pudiese decir, es que el país debería tratar de encontrar un entendimiento. Y sí, hay que negociar con Ortega”.

Mario Arana Sevilla, economista


¿La crisis económica podría terminar afectando incluso a los que apoyan este modelo de gobierno?

La afectación económica la estamos sintiendo todos y no discrimina. De por sí hay que estar claros de que parte de la revuelta que vivimos proviene de dentro de las filas del mismo sandinismo y por fisuras que ellos también tienen. La forma de resolver es dialogando, negociando y no imponiendo. Espero que más temprano que tarde nos enfoquemos en ese objetivo. Posiblemente la disidencia interna es una potencial fuente de tensión adicional sobre el partido de gobierno que se dejará sentir más temprano que tarde.

¿Qué podría pasar con nuestra economía en un escenario en que Daniel Ortega continúa en el poder hasta 2021?

Todo va a depender de lo que haga la administración: conducir al país por un buen camino o conducirlo al desastre. Va a depender de las decisiones que tomen. Entre más rápido el Gobierno se entere de que no puede unilateralmente continuar ignorando la convulsión social que el país ha vivido, mejor para todos. Me preocupa el círculo de asesores (de Daniel Ortega) que controlan estas decisiones, porque no parece ser gente lo suficientemente experimentada para manejar este tipo de situaciones. No veo que las decisiones estén conduciendo al país en la dirección correcta. Todo lo contrario. La negociación concertada de la crisis es la única solución posible que le puede comprar futuro al país. Ese es el reto que tenemos. Quisiera pensar que es posible lograrlo con voluntad y buena fe.


Plano personal

Mario Arana Sevilla tiene 63 años. Está casado y tiene cuatro hijos (tres varones y una mujer) y dos nietos.

Su mayor pasatiempo es trabajar, dice. Disfruta de la música, porque de joven perteneció a un grupo musical. Le gusta hacer ejercicio y camina, corre y nada. También le gusta el cine y leer, sobre todo de personajes que han hecho historia en el mundo de la ciencia y el mundo de la política.

Fue presidente del Banco Central de mayo de 2006 a enero de 2007 y ministro de Hacienda y Crédito Público de enero de 2005 a abril de 2006. Antes había sido ministro de Fomento Industria y Comercio, siempre en la administración de Enrique Bolaños Geyer.

Actualmente es gerente de la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua (APEN).

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