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Sin otra salida

La ingenuidad, servilismo y temor de los seguidores de la dictadura no les permite ver el panorama contemplado desde su sitio privilegiado por la pareja presidencial. Y es que el matrimonio que administra nuestra nación basándose en el estilo usado en su residencia de El Carmen, hasta ahora ha sabido manipular a quienes se sienten comprometidos con ellos para aparentar ante esos mismos manipulados un gran respaldo popular manifestado únicamente en las ya monótonas caminatas, en las cuales cada participante aparenta ante los demás su satisfacción y voluntad de asistir, pero interiormente reniega por el precio tan caro que debe pagar por mantener un puesto de trabajo, una canasta alimentaria mensual o el cumplimiento de una promesa tan utópica como la legalización de un lote de terreno privado tomado por orientaciones del mismo partido de gobierno, de donde luego son sacados a punta de maquinaria y plomo por personas que junto a ellas participan de esas marchas de apoyo.

Al asistir a estas concentraciones estas personas no hacen más que mostrar un local lleno en donde lo que menos les interesa es escuchar el mensaje del orador de turno, sea este su propio líder partidario, su esposa o cualquier otro enviado a los que últimamente encargan hablar de sus logros al frente del gobierno.

Y justamente ese desinterés de escuchar al orador no les permite captar el verdadero objetivo de la actividad a la que fueron llevados por medio del chantaje: la campaña de sus líderes de frente a un proceso electoral que no podrán evitar.

La pareja dictatorial se ha quedado sin argumentos para negarse a un adelanto de elecciones: la Constitución lo autoriza, el pueblo lo pide a gritos, los asesinados por sus órdenes lo claman, la comunidad internacional los condena, los donantes no apoyan más a un gobierno deslegitimado por su propio pueblo, y la misma mancuerna opresora entiende que es más digno dejar el poder perdiendo elecciones que víctimas de la ira de un pueblo sediento de justicia y no se arriesgarán a correr con la misma suerte de sus otrora mentores Ceausescu en Rumanía.

La lógica muestra también que esa es la salida que elegirán porque el actuar de esta dupla va siempre en contra de su pregonar: asesinan y lo niegan, llaman a la reconciliación y promueven el odio, claman justicia y la niegan, honran a sus héroes y pisotean sus ideales, retan a marchar y reprimen, alaban a Dios y atacan su iglesia, atacan a sus antecesores y su administración está corroída por la más grande corrupción, se dicen pobres y su fortuna no tiene comparación, etc. Así pues, su envalentonamiento ante sus seguidores no apunta más que a esa salida.

Opinión Daniel Ortega discursos Rosario Murillo archivo
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