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Nicaragua

La talentosa pianista Katherine Espinal, preparandose para un nuevo concierto de música sacra en Noruega. LA PRENSA/Cortesía

Ante la crisis y el futuro incierto, la pianista Katherine Espinal se marchó a Noruega

"Salgo del país para hacerme una vida nueva que no puedo tener en Nicaragua, aunque muchos piensen que todo está normal”, dice la talentosa pianista

“Salgo del país para hacerme una vida nueva que no puedo tener en Nicaragua, aunque muchos piensen que todo está normal”, dice la talentosa pianista Katherine Espinal, quien ante la crisis económica, inseguridad y violencia continua que vive Nicaragua, decidió marcharse al lejano país de Oslo, Noruega.

“No todo está normal, que haya desempleos, que haya muertos, que haya amenazados y que le estén bajando el salario a las gentes”, explica en tono de reflexión la joven pianista.

También señala que otra de sus razones para abandonar el país ha sido para ayudar a sus padres, que no tienen trabajos formales.

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Fue así que decidió vender lo poco que tenía, comprar su pasaje y marcharse con el alma en pedazos, pero llena de esperanzas y fe en un futuro mejor.

Muchos de sus amigos y colegas, en las recientes semanas han emigrado a Costa Rica y otros países. Entre ellos recordó al tenor Mario Rocha, así como maestros y alumnos destacados de música clásica del Conservatorio de Música de la Upoli, donde tiempo atrás fue maestra; el cantautor Carlos Mejía Godoy, la cantautora Ceshia Ubau, entre otros.

En este vídeo de antes de abril, vemos a Katherine Espinal acompañando a Ceshia Uba quien interpreta Venancia, una canción del cantautor Luis Enrique Mejía Godoy.

Le cancelaron 38 contratos

Espinal recordó que estaba muy bien en Nicaragua, con muchos contratos, con embajadas, centros culturales, con artistas y conciertos privados, pero que en estos últimos cinco meses, solo realizó cuatro eventos.

Una de las razones fue porque espacios claves como el Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra y el mismo Teatro Nacional Rubén Darío, entre otros, cerraron sus puertas.

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“Fue bastante caótico, a mí me cancelaron 38 contratos”, precisó la artista, quien ahora busca como abrirse campo en tierras europeas. Contó que ya ha tocado en tres eventos en Noruega, y que siente que paso a paso irá “escalando la montaña” del porvenir.

La pianista Katherine Espinal junto a su promotor, el músico británico Edward John. LA PRENSA/Cortesía

En este país europeo hay un gran aprecio por la música y cultura en general, señala la pianista, quien reconoce que en el poco tiempo de su estadía su trabajo ha tenido buena acogida; asimismo ha recibido muestras de solidaridad, para con ella y nuestro país.

Espinal encontró a un amigo, el cantante británico Edward John que está a cargo de una organización cristiana. “Ahorita estoy como pianista”, dice la joven artista, quien cuenta con la experiencia de haber tocado durante veinte años música cristiana en la iglesia evangélica Peniel, en Nicaragua.

La pianista Katherine Espinal (sentada), junto a la cantautora Kathia Cardenal, en Oslo, Noruega. Kathia ha estado en gira por varios países de Europa. LA PRENSA/Cortesía

“Lo bueno de las situaciones trágicas es que encuentras fuerza, creatividad y valor”, dice Espinal al llenarse de ánimos ante los nuevos retos.

Recordó que en Managua dejó atrás varios proyectos, uno de ellos es la producción de un disco con Rodrigo Castro de La Gotera Producciones.

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Una de sus nuevas metas ahora es lograr que la inviten a tocar música latinoamericana. Además del piano, Espinal ejecuta con maestría la guitarra y el cajón peruano. Y ha sido maestra del repertorio del área de canto lírico.

“Yo tengo esperanza y tengo fe, y ese amor impregnado en el alma de que Nicaragua va a ser verdaderamente libre”, dice.

Luego agrega que su sueño es ver a una Nicaragua donde no exista el odio, sino “una verdadera paz y un verdadero amor”.

La joven artista ha creado en Noruega su propio rincón de Nicaragua. LA PRENSA/Cortesía

La música es su vida

Hace siete años la talentosa pianista Katherine Dayana Espinal Meléndez sobrevivió a una rara enfermedad, los médicos le practicaron más de 160 exámenes y le pronosticaron dos años de vida. En ese entonces se aferró a la fe y al apoyo de su familia.

“Señor déjame sorda, déjame ciega, déjame sin pie, pero no me quites las manos, porque vivo mis días con la música”, confesó en una entrevista a LA PRENSA.

Su plegaria a Dios en los momentos más dramáticos de su carrera artística fue escuchada, dice la pianista, quien en los últimos años había alcanzado el éxito.

Pero en los últimos meses, a causa del estallido social que ha vivido el país, le fueron cancelados sus contratos de trabajo.

Ahora reside en Noruega, y su meta es convertirse en una embajadora de la música nicaragüense y latinoamericana en ese país europeo y en otros donde sea invitada.

Al final de la entrevista Espinal nos compartió una de sus frases preferidas: “La cultura junto a la educación salva a todo un pueblo de vivir sumergido en la ignorancia y el yugo autoritario”.

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