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Monseñor Abelardo Mata, obispo de la Diócesis de Estelí. LA PRENSA/ ARCHIVO

Monseñor Abelardo Mata, obispo de la Diócesis de Estelí. LA PRENSA/ ARCHIVO

Monseñor Abelardo Mata: “Daniel Ortega es un oportunista”

Monseñor Abelardo Mata lamenta la falta de democracia y el oportunismo de Daniel Ortega al aprovechar la pobreza para mantenerse en el poder

Después de largos años viviendo fuera de su patria, monseñor Abelardo Mata regresó a Nicaragua en noviembre de 1987. El país estaba en guerra. Vino a dar clases en el seminario, pero pronto estaba siendo nombrado obispo auxiliar de Managua y luego obispo de la Diócesis de Estelí. Desde el principio se le tuvo como un obispo duro. De verbo fuerte y crítica frontal. En su tiempo se le acusó de “contra”, luego de “recontra” y ahora el régimen de Ortega lo ha incluido en el trío de obispos que acusa de “golpistas”.

En esta entrevista dice que la Iglesia católica está siendo perseguida, que teme por su vida y toma medidas para protegerse. Reconoce que los obispos tienen “diferentes acentos” para expresarse, que alguna vez ha tenido algún rifirrafe en la Conferencia Episcopal con otro obispo. Vaticina que vienen tiempos duros, pero al final “estos señores tendrán que irse”, asegura.

Si a usted le tocara explicarle en pocas palabras a un compañero extranjero lo que está pasando en Nicaragua en estos momentos, ¿cómo lo definiría?

Lo esencial es que no hay democracia. Que hay una corrupción total. Y cuando usted dice compañero, supongo se refiere a obispos, y sí hemos tenido estos diálogos privados como diálogos también con grupos de trabajo platicando la situación de nuestra querida Nicaragua y siempre he partido de un punto, que dice el profeta Isaías: “¡Ay del pueblo que cae en manos de bandoleros!”. Esa es nuestra historia. Hemos pasado de manos indignas que gobiernan la nación, a manos peores. Gente que sube al poder abrigando esperanzas al pueblo de un mayor desarrollo, algo logran, pero después termina todo en corrupción y favoreciendo nada más al grupo de poder.

Recuerdo que usted vino a Nicaragua en plena guerra y el gobierno sandinista de esa época lo vio con bastante desconfianza.

Exactamente. Con bastante desconfianza porque estaba conectado con el cardenal Obando y estaban con la campaña de los dólares ensangrentados, porque el cardenal no declaraba como delincuencia a la Contra. Noviembre de 1987. Vine a dar clases en el seminario y regresé a Guatemala solo a arreglar mis maletas. En febrero estaba de regreso nombrado obispo y consagrado el 19 de marzo, como auxiliar del arzobispado de Managua.

Siempre se le ha visto como un obispo duro. Muy crítico de los gobiernos.

Doña Violeta llegó un momento a decirnos que estaba cansada del disco rayado de la Conferencia porque nosotros pedíamos orden en la república y que hubiese una mano un poco más enérgica con los revoltosos de aquella época que le armaban a cada rato tranques y, decían ellos huelgas, pero en realidad eran asonadas. El “gobierno desde abajo” que tuvieron con doña Violeta y continuó con el señor Alemán.

Para registro histórico, usted participó en un diálogo en esa época.

El mismo señor Alemán nos llamó. Yo estaba integrando en aquella época Ética y Transparencia. Fui de los fundadores, con don Pablo Antonio Cuadra y después el doctor Roberto Calderón, y se nos pidió en su momento presidir un diálogo nacional que fue convocado por el señor Alemán. Nosotros organizamos ese primer diálogo que terminó en un verdadero fracaso porque mientras estábamos nosotros dialogando, el Frente no quiso participar, y Alemán se vio obligado a hacer negocios bajo la mesa con los sandinistas y nos echó a perder tres o cuatro meses de arduo trabajo.

“No comulgo con la ideología comunista”, dice monseñor Mata. LA PRENSA/ARCHIVO

¿Es usted antisandinista?

Más que antisandinista, no comulgo con la ideología comunista. La doctrina social de la Iglesia y el trabajo por el evangelio no comulgan con la explotación del hombre, porque en el fondo el comunismo es una explotación del ser humano.

¿Usted diría que Daniel Ortega es comunista?

Ese señor no tiene una ideología como tal. Es un oportunista. Mama bien el capital y se aprovecha del lenguaje populista que genera el socialismo de los más pobres para explotar al mismo pobre. Por eso uno de sus lemas ha sido “arriba los pobres del mundo”, porque los pobres alimentan ese tipo de mal gobierno que se genera en los pueblos.

Se le ha relacionado mucho como contacto con grupos armados. ¿Qué pasó con ellos?

Para ir un poco más atrás, ya en el tiempo de la misma doña Violeta, usted sabe bien que hubo un grupo de campesinos que volvieron a rearmarse y se llamaron los “recontras”, porque se consideraban traicionados por el gobierno de doña Violeta. A nosotros nos tocó organizar las comisiones de justicia y paz organizadas por la CIAV-OEA, y logramos crear una gran base a través de los delegados de la palabra y logramos desarmarlos. Más que al Ejército de aquella época, y la capacidad de volar bala, fue la labor de concientización que se hizo para desarmar a los muchachos que se habían rearmado, en el Frente Norte 380. Cuando ven que el señor, actual primer ciudadano, toma la presidencia en 2007, ven que las cosas se repiten y ellos mismos toman las armas. Desde siempre les hemos dicho a ellos que no es a través del camino de las armas que puede restablecerse la paz social.

¿Qué pasó con esos grupos?

Todo eso se extinguió. Sobre todo por el sistema que actualmente se está aplicando en las ciudades. Llegar a medianoche, botar las puertas de las casas de los campesinos, si no encontraban a quien buscaban, llevarse a un pariente, apalear a los ancianos, abusar. Todas esas cosas que ahora vemos con horror que se están haciendo en las ciudades, todo eso viene haciéndose desde muy atrás con el campesinado.

¿Usted diría que la Iglesia católica está siendo perseguida en Nicaragua?

Sí, está siendo perseguida. Hay muchas formas de persecución. No solo el hecho sangriento de golpear, secuestrar, asesinar, como el caso del padre Pupiro, para hablar de los tiempos más recientes, o caso de los sacerdotes de nuestros días que han sido vilipendiados, ultrajados, denigrados, descalificar moralmente a la persona y adjudicar delitos al sacerdote, al obispo o al delegado de la palabra catequista simplemente por el liderazgo que tiene y el llamado a conversión que se hace desde el evangelio.

¿Se ha sentido amenazado?

Uhhh sí, muchas veces. Desde el tiempo de doña Violeta me sentí amenazado por el mismo ejército de aquella época y hasta RPG7 nos tiraron, y luego en el gobierno del señor Alemán, no se diga en estos días.

¿Ha temido morir en estos días?

Pues uno es humano. El instinto de sobrevivencia a uno le alcanza. Pero aquí viene justamente la dimensión de la fe. Todos estamos en las manos de Dios y solo Dios es el que quita y pone la vida. Nadie muere a la víspera. Y si el Señor permite que un hombre de mal corazón lleve a cabo un plan de muerte y destrucción, el Señor sabrá sacar ventaja de toda esa sangre que se está derramando, en beneficio de otros.

¿Toma algunas precauciones en su vida? Por su seguridad, digo.

Naturalmente que sí las he tomado. Fíjese que generalmente decimos la Policía. Pero no todos y cada uno del cuerpo armado está en esta línea de abusar de la autoridad y abusar del arma que se le ha conferido que maneje. Aquí mismo, en Estelí, quienes han disparado contra el pueblo no es la Policía local, es gente venida de otros lados. Aquí hay tres jefes de los grupos paramilitares que son los que organizan, dirigen y mueven sus bases. ¿Por qué andan encapuchados si se supone que andan haciendo una labor de vigilancia social y de seguridad? Desde que andan encapuchados, ellos reconocen la ilicitud de esa arma que llevan y la ilicitud de los actos que están cometiendo contra la población.

A veces se tiene la impresión como que los obispos no están unidos del todo, como que tienen discursos diferentes.
Acentos diferentes, podemos decir. Cada obispo responde de acuerdo a su temperamento. No podemos pretender que todos los obispos digamos exactamente las mismas palabras en el mismo tono. Pero en el fondo todos tenemos la misma visión y el mismo enfoque. Es verdad que hay diversidad de enfoques. Es verdad que en nuestras reuniones tenemos a veces momentos fuertes al hablar, pero en el fondo todo termina en la convicción de que todos estamos montados en la misma barca, un mismo pueblo que se nos ha dado a confiar.

El Gobierno se ha quejado públicamente y ante el Vaticano de los obispos en general, y particularmente de tres de ustedes. ¿Le han llamado la atención alguna vez?

Todo lo contrario. Un apoyo a brazo partido nos ha dado el santo padre, que conoce muy bien la historia de Nicaragua.

¿A usted alguna vez le han llamado la atención por algo que haya dicho?

No, en modo alguno. Ha habido en la Conferencia algún rifirrafe. Recuerdo una vez aquí con monseñor (Carlos Enrique) Herrera denunciábamos la presencia de los armados y estábamos llamando la atención al Gobierno. A algún hermano obispo le pareció que nosotros estábamos haciendo novela y exagerando. Y ciertamente fue un momento bastante fuerte. Esperábamos críticas de gente de fuera de la Iglesia, o gente que no estaba internamente, pero que un hermano pensara así de nosotros nos dolía mucho. Sin embargo, eso fue una ocasión propicia para ir más a fondo, porque estaban los hechos concretos. Y preparamos un dosier que se entregó a la Conferencia Episcopal de parte de la Asociación Nicaragüense de Derechos Humanos, haciendo ver todas las atrocidades que se estaban cometiendo en el campo.

¿El diálogo está vivo o ya murió?

Por parte nuestra está vivo. Han querido marginarnos y el Gobierno habla de un diálogo pero con otros actores, de acuerdo con sus intereses personales como gobierno, pero en este campo les salió el tiro por la culata. Llamaron al cardenal Brenes como persona y como arzobispo, pero el cardenal muy sabiamente dijo, no voy solo, va la Conferencia, y esto fue para el mismo gobierno una piedra en el zapato que no la ha soportado.

¿Nicaragua ha avanzado o ha retrocedido estos meses?

Hemos retrocedido enormemente, en cierto sentido, en expresiones de la violencia social. Pero en el sentido de que habíamos avanzado tampoco, porque toda esta gente siempre ha pensado así, su camino ha sido siempre la violencia. Se ha camuflado todo esto con un lenguaje dulzón y religioso y manejando todas las angulaturas de la vida religiosa de este pueblo, comenzado con la catolicidad, siguiendo con las manifestaciones de la Iglesia protestante y continuando con la misma brujería y toda esta religión anímica, panteísta, que está detrás, las expresiones de vudú, por ejemplo, en la Costa Atlántica, y el sincretismo religioso que esta gente ha empujado. A raíz de los problemas han sacado las uñas completamente de lo que son.

¿Estamos próximos o largo de una salida?

Desde la fe, yo considero que estamos próximos. Porque la virgen santísima habló en su momento. En Cuapa, tal vez usted recuerda, en lo más álgido de la guerra y la mortandad de tanto muchacho, llamó no solamente a orar por la paz sino también a hacer la paz. La virgen llorando le dijo al vidente que los enemigos de la Iglesia volverían a tomar el poder porque el pueblo no ha querido obedecer, no ha querido hacer la paz, no basta orar por la paz, sino construir la paz comenzando por los hogares, y que se iban a ir del país como entraron, a punta de sangre y fuego. Y creo que la sangre, por desgracia ya está, el fuego está viniendo. Sé que vendrán otros momentos muy duros, difíciles, pero se irán. Se irán.

¿Cómo ve esa salida?

Esta gente ha querido orillarnos a una guerra civil desde hace buen rato. Por eso nosotros hemos dicho, no es con las armas. El arma no va a traer la salvación, es con la fidelidad a los valores fundamentales como ciudadanos, y si decimos ser creyentes, a estos valores de la fraternidad y el respeto a la vida de la persona humana. No podemos defender nuestros derechos humanos denigrando, manoseando y pisoteando los derechos de otra gente. No es el camino. ¿Cuál es la salida? Pienso que es una sinergia de esfuerzos. De esfuerzos locales que continúan haciendo mucha gente de gran corazón, exponiendo su vida y sus bienes y su salud con estas manifestaciones. Yo he dicho muchas veces que en las calles está la conquista de la república. Que las calles pertenecen al pueblo y no a un grupo partidario. Y segundo, la otra fuerza es la conciencia a nivel internacional de esta lucha y sufrimiento que tenemos los nicaragüenses, y yo veo que sí, tiene respuesta en las dos líneas. Por lo tanto, si estas dos fuerzas logran coordinarse, este gobierno no aguantará.

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