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Luis Almagro, secretaría general, OEA, Organización de Estados Americanos, dictaduras, Nicaragua. Venezuela

Luis Almagro, asumió su segundo período como secretario general de la OEA. LA PRENSA/ARCHIVO/ AFP

Luis Almagro Lemes: un “oso” en la secretaría general de la OEA

Luis Almagro es un secretario general de la OEA bastante atípico. Se le acusa de criticar a Nicolás Maduro, pero excusa al régimen de Ortega. De origen campesino, vegetariano y con una larga carrera diplomática

Luis Almagro es un diplomático no tan diplomático. Es impulsivo, apasionado y la mayor parte del tiempo está envuelto en alguna controversia. La más conocida es quizás su conflictiva relación con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y sus constantes dime que te diré, de los que todo Twitter es testigo. No es por puro gusto que en 2017 se convirtió en el líder del organismo internacional más seguido en esta red social. Con casi 840 mil usuarios que lo siguen, supera a los máximos líderes del FMI, la ONU, la OTAN y las Naciones Unidas.

En las últimas semanas Almagro ha tenido que enfrentarse a las críticas verbales y cibernéticas de la sociedad civil nicaragüense, quien lo ha tildado de tener un “doble discurso”: uno duro para la dictadura de Venezuela y otro más complaciente para la de Nicaragua. Se le acusa de apoyar el régimen de Ortega y de hacerse la vista gorda ante la crisis que se vive en Nicaragua. Aún no puede llamar a Ortega dictador, aunque se lo han preguntado directamente: siempre se niega a responder.

“El oso” vegetariano

Luis Leonardo Almagro Lemes nació en una pequeña comunidad campesina llamada Cerro chato, en Uruguay. LA PRENSA/ Archivo

Luis Almagro es un hombre que no habla mucho de su vida personal. Es reservado. Se sabe que es un excelente deportista y que es un diplomático que detesta cargar maletines. Prefiere las mochilas porque le gusta tener las manos libres. Le gusta el tenis. En China compitió en carreras porque ha corrido toda la vida. Le gusta el basquetbol y el hockey. En Entre Ríos, Argentina, fue campeón juvenil de cross country, correr en campo traviesa, en 1981.

Se sabe que de pequeño, su papá le enseñó a presentarse así: “Hola, yo soy Luis Almagro Lemes, para servirle a usted, al Partido Nacional y al Club Nacional de Futbol”. Y a la política se sabe que le sirvió mucho. Se convirtió en un diplomático hasta llegar a la Secretaría General de la OEA.

Se sabe, por ejemplo, que el mote del Oso se lo ganó cuando era un bebé y después de 55 años todavía tiene que lidiar con él. Lo más lindo que el padre de Luis Almagro había visto antes del nacimiento de su hijo era un oso panda. El mamífero que había ocupado el primer lugar pasó a ser historia el 1 junio de 1963, el día en que nació Luis Leonardo Almagro Lemes. “Mi padre decidió que lo que había logrado superar eso era yo, así que tomé el nombre del anterior más lindo del mundo. Nadie me conoce como Luis, todos me conocen como el Oso”, dijo el que sería secretario general de la Organización de Estados Americanos en el programa de televisión Sonríe.

Luis Almagro vivió en su pueblo natal hasta los cinco años de edad. Era una pequeña localidad campesina del departamento de Paysandú, Uruguay, llamada Cerro chato. Eventualmente tuvo que dejar su pueblo para estudiar en Nuevo Paysandú, otra localidad del departamento. “La adaptación más terrible de mi vida fue salir del campo; más que Teherán, Alemania o China, el pasaje del campo a la ciudad es el choque emocional más grande que recuerdo en mi vida. Y no me acomodaba con nada. Estuve dos años todavía mirando a mis contertulios desconfiado, como buen gaucho”, confió el uruguayo en la entrevista televisiva.

Antes de ser nombrado secretario general de la OEA Luis Almagro solía vivir en una chacra (granja o casa de campo) en las afueras de Santa Lucía, Uruguay, donde tenía 11 ovejas y corderos como mascotas y un arroyo cercano que ni siquiera figuraba en los mapas. “El arroyo tiene algunos dientudos (un tipo de pez de agua dulce de Uruguay) que los sacamos del agua un rato y los devolvemos, porque como saben, no mato animales”, relató. Luis Almagro no mata ningún animal y tampoco deja que sus hijos lo hagan. Ni siquiera zancudos o cucarachas; en la familia usan “elementos disuasivos para que no se acerquen”, ha dicho entre carcajadas. El día que se encontró a una serpiente en su casa, chequeó que no fuese venenosa y después dejó que se instalara por ahí.

Luis Almagro se hizo vegetariano cuando fue a vivir a China; sin embargo, el hecho de no matar animales es algo que empezó a practicar desde niño. Cuando vivía en Nuevo Paysandú su familia tenía una trampa para cazar palomas para terminar haciéndolas guiso. El trabajo de pequeño Luis, que habrá tenido unos 10 años, era arrancarles la cabeza. “Un día me dio una y no la pude matar, ahí se me trancó la cabeza”, contó Almagro.

Actualmente, Almagro vive en la residencia oficial de la OEA en el barrio Palisades, en Washington DC. Está casado con la diplomática sudafricana Marianne Birkholtz. Ambos se comunican en inglés porque fue el idioma con el que se conocieron, pero cuando ella está molesta le habla en afrikáans, su lengua natal. Él tiene siete hijos y todos, a excepción de dos de ellos, han nacido en diferentes ciudades y continentes del mundo. Eloísa nació en Garibaldi, Leandro nació en Teherán, Ian nació en Pretoria, Sara nació en Berlín, Emily y Leonardo en Montevideo y Benjamín en Pekín.

Su llegada a la OEA

En la OEA se ha calificado de fracasada la gestión de Luis Almagro, porque de las crisis a las que se ha enfrentado, no ha podido contribuir a resolver ninguna. LA PRENSA/ Archivo

La gestión de Luis Almagro como secretario de la OEA ha sido complicada. Podemos empezar diciendo que es el sucesor del chileno José Miguel Insulza, quien llegó a la Secretaría de la OEA en un momento en que se produjo un vacío de poder norteamericano en América Latina, durante la administración del expresidente Barack Obama. “Estados Unidos se desentendió de la región por estar concentrado en los problemas del Medio Oriente: Afganistán, Irak, Irán, Siria y todo lo que estaba pasando en el Cáucaso. Vino una situación de descompresión del poder norteamericano en América Latina que fue rellenada por la influencia que fue creando (Hugo) Chávez con el ALBA, se fue metiendo y al mismo tiempo de una manera ideologizada porque venía acompañándolo las ideas del socialismo del siglo XXI”, explica José Luis Velásquez, exembajador de Nicaragua en la OEA.

Velásquez define a Insulza como un “jinete de crestas”. Y ya que la ola de poder norteamericano venía para menos, decidió montarse en la ola chavista. A pesar de que Chávez financiaba algunas actividades de la OEA, el secretario general de la organización y el mandatario venezolano también tuvieron algunos rifi rafa”, refirió el experto. “Chávez le dijo que era un insulso, hasta creo que le dijo que era un pendejo”.

José Miguel Insulza, tratándose de un líder de la izquierda chilena, despidió de la OEA a algunos funcionarios de tendencias derechistas. “Lo que Insulza quería era palanquearse desde el cargo de la Secretaría General para llegar a la Presidencia de Chile y en eso fracasó, porque no logró montar su candidatura”, indicó Velásquez. Después salió de la OEA y entró Luis Almagro Lemes, un hombre de origen campesino que había sido representante de Uruguay ante la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, embajador de Uruguay en China, y en 2010 pasó a ser canciller de Uruguay, después de que Pepe Mujica ganara la presidencia.

Almagro también provenía de la izquierda uruguaya, liderada por Mujica. “El problema fundamental es que ellos están con la idea izquierdista del socialismo del siglo XXI y rescatar la idea revolucionaria, pero él se encuentra con que los regímenes del socialismo han caído en una abyección tremenda. Chávez y después Maduro vinieron con los problemas de reelegirse eternamente. Después Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador y ya ni se diga los Castro en Cuba”, explicó el exembajador en la OEA.
Llegaron los problemas de corrupción y después cayeron en la represión y la violación a los derechos humanos. Luis Almagro, hallándose en la sin remedio, decide tomar medidas y convocar al consejo permanente al ver lo que estaba sucediendo en Venezuela. Sin embargo, recibió una carta de reprimenda de José Mujica. “Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido”, decía la misiva. “Eso ya establece una distancia en el mismo grupo izquierdista que está manejando en la OEA”, aseveró Velásquez.

Nicaragua y Venezuela

En Nicaragua se ha criticado su postura suave ante el régimen de Daniel Ortega, muy diferente a la postura crítica que ha mantenido ante Nicolás Maduro en Venezuela. LAPRENSA/ Archivo  

Para cuando Mujica “rompió” con él, su posición ante Venezuela estaba establecida. Nicaragua seguía en la burbuja en la que Daniel Ortega la había encerrado. Parecía que todo estaba bien con el nuevo modelo tripartito de diálogo con el Estado, los sindicatos y la empresa privada. No había crímenes y el país crecía. Almagro quiso “hacerse de la vista gorda” con Ortega, la reelección y los fraudes electorales, al mejor estilo de Insulza. Mide a Maduro con una medida, y a Ortega con otra.

El problema en Nicaragua se fue acumulando hasta que la burbuja de Ortega finalmente reventó. “Antes de las elecciones del 2016 vinieron a hacer un acuerdo con el Gobierno y logró con los acuerdos que tuvo con Ortega, garantizarle tres años más de tiempo, quizás con esperanza de que Nicaragua iba a permanecer en la misma onda de crecimiento y que no íbamos a caer en una crisis como en la que caímos”, aseguró José Luis Velásquez. Ortega ganó tiempo y la OEA perdió integridad. Todo esto aún después que el actual representante de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos, Denis Moncada Colindres, pidió la renuncia de Luis Almagro señalándolo de tener una “conducta injerencista”.

Luis Almagro ha sido tan controversial por el enfoque parcializado: a Maduro lo ataca, pero a Ortega le concede el beneficio de la duda. En Venezuela, a juicio de José Luis Velásquez, Almagro fracasó porque se “fue de cabeza” y al hacerlo perdió ecuanimidad. Al querer aplicar la Carta Democrática, no logró obtener el apoyo suficiente para sancionar a Maduro. La precipitación con la que actuó hizo que no midiera la correlación de fuerza que aún había entre el régimen venezolano y los países que lo apoyaban.

Actualmente ante la situación de Nicaragua, Almagro sigue concediéndole el beneficio de la duda a Daniel Ortega. Aún no cede, a pesar de la represión. “No lo condena por la violencia ejercida, le echa la culpa a la oposición, diciéndole que ocupa variables antidemocráticas, que es una oposición mentirosa y dice que es una oposición que hace chanchadas. En los círculos de la OEA se juzga que su ejecutoria ha sido fracasa. De todas las crisis que ha tenido que observar no ha contribuido a resolver ninguna”, explicó el exembajador de la OEA.

En Nicaragua, actualmente enfrenta una serie de ataques por su actitud ante Ortega. Ha sugerido que Nicaragua aún puede enfrentar la crisis durante algunos años más. La descripción de una cuenta parodia de él en Twitter llamada Luis Almugre resume bien el malestar del pueblo nicaragüense: “El secreto para olvidar tus preocupaciones es preocuparte solo de Venezuela”.

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