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No perdamos el enfoque: Este régimen ya no puede permanecer en el poder

Algunas personas reaccionaron con preocupación y otras hasta con enojo ayer al caer la tarde y enterarse, mediante la conferencia de prensa que brindó la Conferencia Episcopal, de que se había acordado “una tregua de dos días” al concluir el segundo día del diálogo nacional.

La base de la tregua es que el gobierno se compromete hoy y mañana a no sacar a la Policía Nacional a reprimir las manifestaciones de los ciudadanos ni a los estudiantes en las universidades donde se han atrincherado para defenderse de la represión policial y el ataque asesino de los paramilitares y las turbas orteguistas, que se hacen llamar Juventud Sandinista.

Por su parte, los estudiantes aglutinados en la Coalición Universitaria aceptaron permitir la libre circulación en las vías aledañas a la Universidad Politécnica de Nicaragua y la UNAN-Managua; mientras el Movimiento Anticanal aceptó flexibilizar los tranques que mantiene, principalmente en la ruta del supuesto canal. El argumento de los obispos es que si este acuerdo se mantiene, el lunes las partes podrán negociar con un mínimo de confianza.

La ciudadanía tiene razón de estar preocupada. El orteguismo ha mantenido la represión y los asesinatos aún después de haber aceptado ir al diálogo. Hay motivo para desconfiar. Pero yo no creo que la aceptación de esta tregua sea un retroceso para la Coalición Universitaria y el Movimiento Anticanal.

En todo caso es, una vez más, una muestra de buena voluntad y un voto de confianza a la labor de mediación de los obispos. Los jóvenes y los campesinos, que han puesto los muertos, heridos, torturados y desaparecidos, una vez más muestran flexibilidad para permitirles a los obispos hacer su trabajo.

Así que más que preocuparnos y desconfiar —que con Daniel Ortega y Rosario Murillo siempre hay que hacerlo—, lo que tenemos que hacer el resto de nicaragüenses es mantener el enfoque en lo que realmente importa: democratizar el país.

Para eso, no debemos olvidar dos premisas: esta dictadura carece de toda legitimidad y autoridad ante la sociedad por dos razones, primero porque se mantiene en el poder mediante el fraude, desde el 2008 no ganan las elecciones, se las roban y en el 2016 ya nadie votó por ellos. Pero peor aún, el régimen Ortega-Murillo ha confirmado más allá de cualquier duda que está asesinando a su pueblo. Al menos 57 asesinatos lo demuestran, aunque no sean los primeros ni los únicos.

Entonces, este régimen simplemente ya no puede permanecer en el poder. Es cierto que tienen la fuerza bruta, pero nada más. Como bien lo dijo el estudiante Lésther Alemán en representación de sus valientes compañeros y expresando el sentir de todo el país, este diálogo es para ordenar el proceso de salida de un régimen que permanece en el poder sin ninguna legitimidad.

Ese es el punto. De esa llaga es de la que no hay que quitar el dedo. Y eso se logra manteniendo las movilizaciones pacíficas, constantes y masivas en todo el país, exigiendo justicia y democracia.

Que no va a ser sencillo, todos lo sabemos. Que no puede ser un proceso prolongado, está más que claro. Ni la ciudadanía ni la economía resistirían meses de conflicto. Que los estudiantes, los campesinos, la sociedad civil y la empresa privada deben mantenerse unidos es vital y obligatorio. Así que debe este ser un proceso relativamente rápido y que muestre avances claros. Todo atraso juega a favor del régimen, y este lo sabe.

Por eso repito, no nos desenfoquemos. La agenda en los próximos días debe ser: destitución de los altos mandos policiales por tener —parte— de la responsabilidad de la masacre.

Acordar el cambio total de autoridades en el Poder Judicial, Poder Electoral y el Ministerio Público para garantizar la separación de poderes que abone a la democratización y la investigación independiente que permita que se le haga justicia los asesinados por el régimen. Y poner fecha para la salida del poder de Ortega y Murillo.

Porque si en algo tiene razón Rosario Murillo es en haber comparado a la resistencia ciudadana con las Siete Plagas de Egipto. No hay que olvidar que Dios envió esas plagas contra un faraón soberbio, opresor y asesino que se negaba a dar libertad a un pueblo.

@guayoperiodista

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