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El sacerdote Uriel Molina Oliú ha apoyado al Frente Sandinista desde la década de los setenta y aunque dice que no es militante alaba las obras del gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. LA PRENSA/ CORTESÍA IHNCA

El sacerdote Uriel Molina Oliú ha apoyado al Frente Sandinista desde la década de los setenta y aunque dice que no es militante alaba las obras del gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. LA PRENSA/ CORTESÍA IHNCA

Uriel Molina, el padre de la “Comisión Porras”

El sacerdote Uriel Molina Oliú ha sido uno de los fieles defensores del FSLN. Refugió a jóvenes guerrilleros del Frente Sandinista e impulsó junto otros padres una “Iglesia Popular”. Él es uno de los miembros de la “Comisión Porras”

Hubo dos muertes que hicieron al padre Uriel Molina Oliú antisomocista. La primera fue la de un teniente de la Guardia Nacional llamado David Tejada Peralta, en 1968, y la segunda la de su sobrino César Amador Molina, en 1976, reveló un reportaje del periodista Joaquín Tórrez. Desde entonces se volvió férreo defensor de la lucha sandinista —aunque él dice que no es militante— y eso le costó la expulsión de la orden franciscana a la que pertenecía.

En la lucha sandinista se volvió guía espiritual y padre de muchos de los guerrilleros. En los momentos más duros de la Insurrección le tocó oficiar las misas de cuerpo presente de muchos de sus hijos adoptivos. Y después del triunfo de la revolución se convirtió en uno de los cuatro padres que se integraron al gobierno del Frente Sandinista.

Del Frente Sandinista nunca se ha alejado. En febrero del 2018, Daniel Ortega, presidente designado por el Consejo Supremo Electoral, y la vicepresidenta y primera dama, Rosario Murillo, le entregaron la orden de Augusto C. Sandino. Molina, de 85 años, recibió esa distinción, entre abrazos y lágrimas, alabando las obras de Ortega.

Hace una semana reapareció cuando fue juramentado como uno de los cinco miembros de la “Comisión de la Verdad, Justicia y Paz”, que busca esclarecer la matanza de abril, pero que no goza de credibilidad porque quienes la forman son aliados del Gobierno. Por eso mismo, dicha comisión es conocida como: la Comisión Porras. Este es el padre Francisco Uriel Molina Oliú.

Lea también: ¿Quiénes son los miembros de la “Comisión Porras”?

Hijos adoptivos

El sacerdote Uriel Molina Oliú ha adoptado decenas de hijos. LA PRENSA/ CORTESÍA IHNCA
El sacerdote Uriel Molina Oliú ha adoptado decenas de hijos. LA PRENSA/ CORTESÍA IHNCA

En muchos de los momentos fundamentales del Frente Sandinista, el padre Uriel Molina ha estado presente. Lo hizo antes del derrocamiento del dictador Anastasio Somoza, lo hizo en el triunfo de la revolución y lo hace ahora que Daniel Ortega y Rosario Murillo enfrentan la mayor crisis en los once años que llevan en el poder.

Su historia en la lucha sandinista comenzó a tejerse después del terremoto de 1972. En ese tiempo albergó en su casa a 11 jóvenes estudiantes que pretendían integrarse a las filas del Frente Sandinista. Vivieron bajo su cuido durante dos años. Entre ellos Joaquín Cuadra, Luis Carrión y Álvaro Baltodano.

“Yo me unía a ese dolor y al mismo tiempo me unía a la causa de los militantes sandinistas que esperaban la victoria”, dijo el padre Molina a El 19 Digital, al recordar el tiempo en que la Guardia Nacional entraba a los barrios para matar a los jóvenes opositores.

En la década de 1980, el padre Uriel Molina Oliú fue uno de los sacerdotes colaboradores del gobierno sandinista. Allí se formó la “Iglesia Popular” que casi inmediatamente fue desaprobada por el clero nicaragüense y el mismo papa Juan Pablo II.

“(Es) absurdo y peligroso todo lo que signifique una Igl esia nueva, no tradicional, no institucional, alternativa, carismática y popular. Quiero hoy —dijo el papa con tono solemne— reafirmar aquí delante de vosotros estas palabras”, dijo su santidad en la primera visita que hizo al país, según publicó El País en marzo de 1983.

En esa década fue que el padre Molina fundó el Centro Ecuménico Antonio Valdivieso que según reportes periodísticos de la época “sirvió únicamente para promover la “iglesia popular” y atacar a la jerarquía de la Iglesia católica”.

Entre las polémicas que se desataron en esa época estaban los murales revolucionarios que instaló dentro de su parroquia a mediados de los ochenta. Y, no solo eso, si no que cambió al tradicional Cristo crucificado por un mural que representa el ascenso de Jesús, pero encarnado en un guerrillero.

Expulsión de los franciscanos

Uno de los murales que destacan en la Iglesia Santa María de los Ángeles, ubicada en el barrio El Riguero. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN
Uno de los murales que destacan en la Iglesia Santa María de los Ángeles, ubicada en el barrio El Riguero. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN

La fuerza que había obtenido la “iglesia popular” en los años ochenta se perdió después de la derrota del Frente Sandinista en 1990. Para el padre Uriel Molina Oliú ese fue un golpe que no se esperaba.

“No me podía creer que perdimos un gobierno que nos costó tanta sangre y sacrificio”, dijo en el reportaje Un franciscano en la revolución, publicado por el periodista Joaquín Tórrez, en 2003.

Pero los golpes más fuertes de su vida los vivió en 1996. Pues, a principios de ese año falleció su mamá Bertha Oliú, luego murió uno de sus hijos adoptivos y meses después lo expulsaron de la orden franciscana. Un golpe que no logró superar.

“Comprendo muy bien que mi separación obedece al hecho que represento a una corriente que entra en contradicción con política del Vaticano”, declaró Molina ante la Agencia Latinoamericana de Comunicación (ALC).

Y no fue el único sacerdote expulsado de sus congregaciones. El padre Miguel D’Escoto, Fernando y Ernesto Cardenal también fueron separados de sus comunidades por su participación con el gobierno sandinista. De todos solo el sacerdote y poeta, Ernesto Cardenal, se reintegró a la Compañía de Jesús.

Apoyo a Daniel Ortega

 De Izquierda a Derecha Padre  Uriel Molina, Mirna Cunningham, Adolfo Jarquin Ortel, Cairo Amador y Jaime Francisco López. Ellos son los miembros de la “Comisión Porras”.  LA PRENSA/  Oscar Navarrete

Sentado a la derecha del Daniel Ortega y Rosario Murillo, el sacerdote Uriel Molina luce emocionado. Debajo de los gruesos marcos de sus lentes deja rodar una lágrima cuando Ortega le coloca la orden Augusto C. Sandino en su saco negro. Segundos después lo abraza, llora y dice:

“El ideal de Sandino está en la persona del comandante Ortega y de su señora esposa Rosario Murillo”. Y siguió diciendo que “cuando el Frente Sandinista emergió en la historia, fue como que se abriera una luz (…) y esa luz todavía continúa brillando”.

Ahora el padre Uriel Molina integra el grupo de aliados del orteguismo que se encargarán de encontrar a los responsables de los crímenes ocurridos desde abril de este año, pero son pocos o mejor dicho nadie cree en ella.

Además: Cairo Amador, de la comisión Porras: “No me consta que fue el presidente”


Cinco datos

Origen. Francisco Uriel Molina Oliú es el tercero de seis hermanos. Nació en una finca de Matagalpa llamada Los Placeres, el 6 de octubre de 1932.

Educación. Estudió Derecho en la Universidad de León y se ordenó como sacerdote en 1959. Fundó las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), inspiradas en la teología marxista-leninista y creó el Centro Ecuménico Antonio Valdivieso.

Líder. Fue maestro de catecismo de Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Muerte. Tuvo cáncer de uretra, una infección renal por la que perdió un riñón y luego supo que la columna la tenía desbaratada. “Todas las enfermedades habidas y por haber me han venido después de la quimioterapia”, dijo en un video en el que confiesa haber usado un tratamiento de trasplante de células madre.

Hijos. Tiene varios hijos adoptivos. Uno de ellos fue Isaías González, un niño originario de Quilalí, Nueva Segovia, que padece hemofilia, una deficiencia en los mecanismos de coagulación de la sangre. Ese mismo mal lo dejó ciego.


 

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