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Indígenas, colonos, colonos e indígenas, Nicaragua, Costa Caribe Nicaragua

Desde el 2004, con mayor intensidad, indígenas y colonos vienen enfrentándose mortalmente por la posesión de un extenso territorio del Caribe Norte. La Prensa /Jader Flores.

Indígenas a colonos: “Si no se van, habrá guerra”

Los miskitos de Layasiksa están armándose para entrar en guerra con los colonos si en seis meses el gobierno de Daniel Ortega no cumple con el saneamiento de las tierras indígenas en el Caribe Norte del país.

Eran sesenta hombres. Indígenas. Miskitos todos. 25 de ellos provenían de una comunidad que se llama Layasiksa 2 o El Bosque. El resto, de Isnawás. Ambas localidades pertenecen a Prinzapolka, en el Caribe Norte. Los dos grupos se convirtieron en uno solo en un punto medio entre las dos comunidades y avanzaron entre la montaña espesa y un camino improvisado. Cuando se juntaron era el jueves 5 de enero de este año 2017, en la mañana.

El minibatallón iba armado pobremente, pero con un objetivo bien definido: desalojar a varias familias de “colonos”, mestizos del Pacífico, que se han tomado tierras indígenas de forma ilegal. Los colonos dicen que son compradas.

Lea también: “Colonos invaden todo el Caribe”

Los miskitos llevaban machetes, huleras o tiradoras, palos, lanzas, arpones, escopetas, pistolas. Todas armas civiles, ninguna de guerra, asegura el juez comunal de Layasiksa 2, Celso Janeth Solares.
Cuando los miskitos cumplieron parte de su misión, ya era el viernes 6 de enero. Encontraron dos fincas. La primera estaba vacía. Pero era una trampa. Los colonos habían divisado a los indígenas y estaban ocultos. Cuando el grupo salió de esa primera finca, por la retaguardia salieron los colonos. Los indígenas se dirigieron nuevamente a la finca y, según dicen los indígenas, hubo un enfrentamiento pero no son claros en decir quiénes dispararon primero, solamente que hubo una discusión previa. “Hubo disparos de ambos lados”, dice el juez comunitario Jaime Rivera Serapio.

Los indígenas tampoco saben precisar cuántos colonos eran, pero mataron a dos. De los indígenas nadie sufrió lesiones. Los cadáveres permanecieron tendidos varios días hasta que entró una comisión del Gobierno.

Los miskitos avanzaron a la siguiente finca. Encontraron a varios hombres que no opusieron resistencia. Algunos se corrieron pero cinco de ellos fueron atrapados y secuestrados por los indígenas. Los retenidos fueron llevados a una casa en Isnawas. Según el líder comunitario Melvin Conrado, a los cinco colonos se les daba comida y medicina, y no se les maltrató. En una ocasión uno de los colonos pidió permiso para ir al baño y nunca más lo volvieron a ver. Escapó.

Durante unos 12 días los indígenas mantuvieron secuestrados a los colonos y prometieron que no los iban a entregar mientras el gobierno de Daniel Ortega no “saneara” los territorios indígenas tomados. El 18 de enero, después de dos días de conversaciones con la comisión del Gobierno, los cuatro colonos fueron liberados: Eliseo Pérez, Ariel Pérez, José David González e Ismael Cantarero. “Prometemos ante las autoridades institucionales y comunales que a partir de la fecha mencionada, que no vuelvo a entrar a la tierra indígena de Isnawas y Layasiksa”, dice en una carta que los colonos secuestrados se vieron obligados a firmar para su liberación. Además, se responsabilizan por si algún indígena pierde la vida.

Los miskitos recibieron la promesa del Gobierno de que en seis meses, a finales de julio, serán expulsados todos los colonos de las tierras indígenas.

 Los indígenas acusan a los colonos de talar los árboles y convertir el bosque en pastizales. La Prensa /Jader Flores.
Los indígenas acusan a los colonos de talar los árboles y convertir el bosque en pastizales. La Prensa /Jader Flores

 

Víctimas de otros indígenas

En los acuerdos que se firmaron recientemente entre colonos, indígenas y autoridades, los colonos que participaron del mismo pidieron que se castigue a las personas que les han vendido tierras indígenas pero los han engañado.
El juez comunitario Jaime Rivera Serapio dice que los colonos están exigiendo que vayan a la cárcel quienes los engañaron. Pero no todos los colonos firmaron este acuerdo, explica Rivera Serapio, aunque el Gobierno se comprometió a limpiar todas las tierras.
El problema, según Rivera Serapio, es que los mismos miskitos, pero de otras comunidades que no están en Layasiksa, están vendiendo las tierras o avalan las invasiones de los colonos. También hay abogados y exlíderes comunitarios.
“En Layasiksa no vendemos tierras pero nos están haciendo daño de los otros territorios. Tuahka, hacen daño a nosotros, ellos venden territorio de nosotros”, se queja Melvin Conrado, síndico de Layasiksa.
Los miskitos ya han denunciado a algunos de sus exlíderes vende tierras pero no han visto investigaciones por parte del Gobierno.

Melvin Conrado, comunitario indígena de Layasiksa bosque patrulla por sus tierras para protegerlas de los invasores. LA PRENSA / Jader Flores.
Melvin Conrado, comunitario indígena de Layasiksa bosque patrulla por sus tierras para protegerlas de los invasores. LA PRENSA / Jader Flores

La disputa del 2004

Para los comunitarios de Isnawas fue la primera vez que sostuvieron un enfrentamiento con colonos con saldo mortal. Fueron ellos quienes tomaron la decisión de ir a expulsar a los colonos el pasado 5 de enero. “La gota que derramó el vaso” fue que un comunitario de Isnawás estaba trabajando en la tierra indígena y llegaron unos colonos para expulsarlo de su propia tierra. Los de Isnawás no aguantaron más y recibieron el apoyo de Layasiksa 2.

Los miskitos de Layasiksa 2, en cambio, ya tienen experiencia en ese tipo de conflictos.

Ángela Chacón Marley tiene 36 años de edad y junto a su marido Melvin Conrado son casi fundadores de Layasiksa 2. En realidad, los miskitos de Layasiksa 2 e Isnawas y otras tres comunidades proceden de Layasiksa 1, o La Laguna, como se le conoce. Layasiksa 1 es como la comunidad madre. Layasiksa 2 fue fundada alrededor del año 2000.

En el 2004, en el mes de febrero, los miskitos de Layasiksa 2 tuvieron un enfrentamiento con los colonos que, al igual que en este mes de enero, dejó dos invasores muertos. Chacón Marley recuerda que mientras los maridos estaban en la montaña desalojando a los colonos, las mujeres y los niños se fueron al monte para evitar un ataque enemigo.

En ese año fueron 150 miskitos los que atacaron. Fidencio Rivera, un miskito excombatiente de Yatama, recuerda que los indígenas estuvieron dispuestos a morir en esa ocasión. El conflicto, que demoró varios días, terminó con la salida de los colonos. Pero, unos cinco años después —afirma Rivera—, volvieron a tomarse las tierras indígenas.

Esta tierra (Layasiksa) es para nuestros nietos. Aquí va a morir más gente, van a morir colonos y van a morir indígenas. El Gobierno no quiere darnos el derecho, tiene la facultad para limpiar las tierras indígenas, tiene al Ejército pero no cumple”, Julio Serapio, poblador miskito
“Esta tierra (Layasiksa) es para nuestros nietos. Aquí va a morir más gente, van a morir colonos y van a morir indígenas. El Gobierno no quiere darnos el derecho, tiene la facultad para limpiar las tierras indígenas, tiene al Ejército pero no cumple”, Julio Serapio, poblador miskito.

“Peleamos por nuestros nietos”

Las tierras que los miskitos pelean son unas 175,000 hectáreas. Comprenden Layasiksa 1 y todas las comunidades que se desprendieron de ella. Saturnino Conrado Chong, de 66 años de edad, explica que en los años 1700 los miskitos, sus ancestros, ya vivían en donde hoy es Layasiksa. Incluso se han encontrado objetos de barro soterrados que pertenecieron a sus abuelos.

A inicios de los años 1900 la Costa Caribe nicaragüense estaba influenciada por Gran Bretaña, lo que se conoce como la Mosquitia. En 1905, mediante el tratado Harrison-Altamirano —menciona Conrado Chong—, el Estado nicaragüense reconoció que ese territorio pertenece a los indígenas. Pero Conrado Chong y los de su raza lamentan que el Estado no respeta ese derecho ancestral.

Las tierras indígenas de Layasiksa son una reserva. Hay diferentes animales como tigre, leopardo, saíno, venado, güiña, cusuco, guatusa, monos, chancho de monte y muchas otras especies. Conrado Chong dice que también hay madera como caoba, cedro macho y guapinol.

A sus 59 años, Julio Serapio tiene 15 nietos. Calcula que en unos pocos años su descendencia directa podría subir a unas 60 personas. Quizá más. Pero Julio Serapio está preocupado porque los colonos están talando los árboles y convirtiendo el bosque en pastizales, ya que llegan a las tierras indígenas a practicar la ganadería y la agricultura, pero están dañando el medioambiente.

Vamos a pelear hasta la última gota de sangre, pero los colonos no van a aprovechar las tierras indígenas. Por eso nosotros estamos comprando armas de cacería, si no hay saneamiento va a haber una guerra”. Fidencio Rivera, exlíder miskito.
“Vamos a pelear hasta la última gota de sangre, pero los colonos no van a aprovechar las tierras indígenas. Por eso nosotros estamos comprando armas de cacería, si no hay saneamiento va a haber una guerra”. Fidencio Rivera, exlíder miskito.

 

Firmante herido

El vicecanciller para Asuntos Indígenas, Eloy Frank, uno de los firmantes de los acuerdos para que indígenas miskitos liberaran a cuatro colonos secuestrados, sufrió heridas en el brazo derecho, el pasado jueves, cuando estaba en un bar con su primo, el líder indígena Camilo Frank, quien fue asesinado a balazos en un bar de Rosita, Triángulo Minero. Líderes indígenas aseguran que la intención del asesino era matar también al vicecanciller. Otros firmantes del acuerdo son el jefe de la Policía de Rosita, comisionado Danilo Castillo y líderes de las iglesias moravas y católicas.

Tensa calma

Desde el 18 de enero cuando se firmó el acuerdo con autoridades regionales y del Gobierno central, y se liberó a los colonos, hay una tensa calma en Isnawás y Layasiksa 2. En Isnawás hay más temor. Ningún indígena quiere hablar con periodistas y prefieren guardar silencio.

En Layasiksa 2 hay temor pero principalmente entre los niños y las mujeres. “A las mujeres nos da temor pero tenemos que luchar porque es nuestra tierra. Los niños tienen miedo de que les hagan algo a sus papás”, dice la profesora de preescolar de Layasiksa 2, Silvia Laura Conrado.

Los colonos están siempre presentes pero montaña muy adentro. Cada vez más, para evitar a los indígenas, los colonos se introducen en lo más profundo de la reserva de Layasiksa, donde para llegar se necesitan entre cuatro y seis horas en bestia.

Los miskitos dicen que van a esperar a que pasen los seis meses acordados y, si el Gobierno no cumple, nuevamente ellos mismos irán a expulsar a los colonos. “Estamos cansados de los colonos, nosotros no molestamos terrenos de colonos. Ellos están despalando y solo está quedando pasto. Detrás de nosotros vienen nuestros nietos y bisnietos. Vamos a pelear hasta la última gota de sangre, pero los colonos no van a aprovechar las tierras indígenas. Por eso nosotros estamos comprando armas de cacería, si no hay saneamiento va a haber una guerra”, dice Fidencio Rivera.

Los indígenas prometen que si el Gobierno no cumple con el saneamiento de las tierras indígenas volverá a correr la sangre en Layasiksa.

 Saturnino Conrado Chong es fundador de Layasiksa 2 y dice que ellos cuidan el bosque. La Prensa / Jader Flores.
Saturnino Conrado Chong es fundador de Layasiksa 2 y dice que ellos cuidan el bosque. La Prensa / Jader Flores

 

Tierras apetecidas

Fidencio Rivera nació en Layasiksa 1. Pero tuvo que buscar otro lugar donde vivir porque en su comunidad natal ya no había suficiente tierra o no producía mucho. Pero las tierras de Layasiksa son extensas y Rivera, junto a otras cinco familias, se fueron a fundar Layasiksa 2, en una zona boscosa y por eso también se le llama Layasiksa Bosque.
En Layasiksa Bosque encontraron muchas riquezas naturales y, lo mejor, las tierras producen con abundancia.
Ángela Chacón Marley dice que en la zona no se siembra café pero solo tres matas sembradas producen suficiente café para una familia.
“Layasiksa 1 es linda, hermosa, pero hay una crisis de alimento porque la tierra es muy baja, no es tierra fértil, no produce mucho. Aquí (Layasiksa 2) yo levanté la producción. Saco frijoles, arroz, plátanos, siembro café, cacao, porque esta es una tierra buena”, dice Fidencio Rivera.
El comunitario Saturnino Conrado Chong, fundador de Layasiksa 2, dice que se trasladaron a esta nueva comunidad también para cuidar el bosque. Pero, desgraciadamente, al poco tiempo aparecieron los colonos y no los han dejado en paz.

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COMENTARIOS

  1. el carolingio
    Hace 7 años

    El objeto no es que haya enfrentamientos entre nicaraguenses, lo que prima es la defensa del medio ambiente y lo demas es secundario, ni colonos ni los indigenas deberian de estarse peleando si hubiese un gobierno responsable que mirara por los recursos naturales de Nicaragua. Esta bien que el progreso se les lleve a todas las regiones, pero que el gobierno usando la ciencia y los cientificos debidos declare tierras y parque nacionales protegidos por despale y caza indiscriminada. El gobierno (como he manifestado otras veces) es el que tiene que llevar la pauta y no lo ha hecho, y si lo hace lo hace mal

  2. Filomena Quint
    Hace 7 años

    Esto es obra de los sandinistas, como siempre robandole las tierras a los demas y a sus duenos………pobres indigenas

  3. jose martin ortiz
    Hace 7 años

    en esto deben como siempre estar metido los sandinistas queriéndose quitar las tierras a los pobres indígenas …..el gobierno no tiene interés de resolver ya que son sandinistas de rango bajo que los mandan a agarrar tierra y el gobierno se hace el loco.pobre los indígenas .hay va a correr la sangre…

  4. El Tuleño
    Hace 7 años

    Los indígenas necesitan armarse con armas de guerra porque a los colonos los mandan como punta de lanza con todo el apoyo bélico necesario.

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