Los niños que desaparecen de los brazos de sus madres o de los hospitales, lo hacen junto con las cifras que podrían ayudar a dimensionar el problema en Nicaragua.
Aunque se carece de cifras oficiales, un sondeo realizado por La Prensa en publicaciones de este medio, mostró que en los últimos 16 años al menos seis bebés han sido raptados en hospitales públicos de Managua y Jinotepe. Por otro lado, del 2008 a la fecha se han reportado al menos ocho casos de recién nacidos robados en la calle o en las casas de sus madres. En todos los casos fueron raptados por mujeres.
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De los seis niños raptados en hospitales, se conoció que al menos tres fueron recuperados. De los otros ocho, solo se tiene información de que tres regresaron con sus madres.
“Existe un subregistro de estos datos que hace ver el problema como más pequeño”, señala Gonzalo Carrión, director jurídico del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos.
Entre las causas tras el rapto de bebés está la venta de órganos, la venta del menor como tal, el chantaje de padres hacia las madres y posiblemente “cuadros de esquizofrenia de madres que se sienten presionadas a tener hijos”, señala Violeta Delgado, integrante del Movimiento Autónomo de Mujeres, quien también dijo no conocer cifras oficiales sobre rapto de bebés.
Causas psicólogicas
Por su parte, la psicóloga clínica Lorna Norori manifestó que una persona que sustrae un niño de un hospital tiene un problema gravísimo que no necesariamente está determinado por una neurosis, la cual constituye alteración de la percepción de la persona que la padece.
Norori indicó que es probable que haya problemas de frustración derivados de afectaciones psicológicas o psiquiátricas. Es decir, mujeres que no han podido tener su propio hijo y roban el ajeno.
“Una persona con una alteración tan grave no mide lo que puede ocurrir con ese niño y la madre. No está midiendo absolutamente nada, ni su responsabilidad hacia el niño que está tomando”, aclaró la especialista.
En el caso del menor robado recientemente en el Hospital Alemán Nicaragüense, Norori apuntó que desde su punto de vista no responde una patología, porque el robo parece haber estado muy bien planificado. “Cuando hay una patología, van dejando huellas. Las cosas no están tan bien programadas. Esta mujer planificó tanto, vestirse de médico, tener un argumento, tener una actitud frente a la madre, el lenguaje. Todo eso tuvo que haber sido bien elaborado”, dijo la psicóloga.
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