Los caficultores de Dipilto, en Nueva Segovia (al norte de Nicaragua), Justo Cruz y Luis Joaquín Lovo consideran que la broca los mantiene en alerta porque sigue su misma tendencia y “aquel productor que no se percate de la alta incidencia va a pagar las consecuencias en el deterioro de su cosecha y de la calidad del grano”.
Lovo da por entendido que las instituciones han hecho sus evaluaciones y siguen haciendo sus estudios, desconoce sus resultados “pero puedo apreciar que no hay ninguna urgencia al problema que afrontamos”.
Con relación al uso de las trampas, Lovo manifestó que los cafetos ya tienen granos gruesos y “las trampas ya no tienen tanta efectividad porque la broca busca el grano, estoy haciendo todo lo que está a mi alcance y el control no tiene tanta efectividad cuando esto es generalizado en las plantaciones de café de la zona”.
Para Lovo, también miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Cafetaleros de Nueva Segovia, es muy temprano para cuantificar qué porcentaje de afectación va haber en la cosecha del ciclo 2016-2017. “Recordemos que la afectación se da hasta el final de la cosecha”, recalcó.
A TOMAR MEDIDAS
Por su parte, Róger Montalván, representante del Consejo Nacional del Café, en Nueva Segovia, sostuvo que junto con el IPSA realizan un monitoreo en fincas de referencia para valorar la dimensión del problema y sus posibles soluciones; pero al mismo tiempo orientan a los caficultores medidas paliativas como la recolección de granos de café en suelo, el uso de las trampas y en última instancia, el manejo integral con uso de insecticidas, aunque están claros que “las medidas deben de ser integrales”.
Consideró que las lluvias que han caído provocan una disminución porque el agua arrastra a la broca en grano y otros insectos se los devoran; las trampas no son, para Róger Montalván, un método de medición, porque son un atrayente para los insectos en la fincas y otras fincas vecinas.