En 2014, hace apenas dos años, Mario Antonio López Carballo era un desempleado en Managua al que le prometieron un trabajo en una comarca de San Marcos, Carazo. Ganaría dos mil córdobas, un bienestar que se convirtió con el tiempo en un espejismo por la falta de agua. No puede comprar el líquido embotellado para calmar la sed de su hija Francela Sarahí, de 6 años, que le llora porque a veces no tiene qué beber.
La familia de López Carballo vive en la comunidad La Chona, en el kilómetro 31 de Carretera Sur, una comarca de San Marcos (Carazo), muy cercana a El Crucero. Aunque el Estado les provee agua dos veces por semana, se trata de un territorio donde el abastecimiento del líquido es un gran dolor de cabeza.
Según un informe estatal, elaborado en febrero de 2016, la aguadora Enacal tiene a El Crucero como parte de un grupo de 34 localidades, donde sobreviven con problemas de abastecimiento 51,527 familias. A La Chona ni siquiera la mencionan. La lista de sitios críticos cita a comunidades, a lo largo y ancho del país. Ahí está Boaco al centro u Ocotal en el norte. Pero también suman Bluefields y Puerto Cabezas, en el Caribe Sur y Norte respectivamente. Trece recipientes, entre bidones, baldes y pichingas, se aglomeran en el patio donde López se lamenta de la situación. Sus vecinos y él esperan a que llegue la pipa.
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En este kilómetro 31, la escena de sedientos se repite dos veces a la semana: la población desesperada sale a las calles con sus recipientes para guardar agua. “Mi hija se está enfermando. A veces cuando estaba la brisita le daba agua de esa. Hay crisis, no corre agua en tuberías; hay que esperar la pipa si acaso nos dan o me la juego para pedir a la gente cómoda”, insiste López Carballo.
LA SITUACIÓN DEL RECURSO
Ruth Herrera, expresidenta de la aguadora estatal, explica en un correo a LA PRENSA que el agua que existe en El Crucero —vecinos de La Chona y referencia más cercana— es subterránea, pero añade que hay algunas cascadas que están localizadas en fincas privadas. El agua a veces llega del municipio de Ticuantepe.
“Solo hay un par de pozos, proveen poca agua y resultan insuficientes, son antiguos. Hay un pozo desde La Borgoña (Ticuantepe) que abastece parte de El Crucero. No han hecho más pozos porque las aguas están muy profundas y se trata de inversiones muy altas, el equipamiento es muy caro y la energía que se usa para extraer es cara también. Hace varios años, Enacal no tenía suficientes fondos y tampoco la Alcaldía de ahí ofrecía poner parte de los recursos. Es un municipio descuidado en el tema del agua. Igual sucede en las comunidades”, explica Herrera.
En los alrededores, junto a la carretera entre esta comarca y El Crucero, se han instalado algunos tanques adonde llegan los piperos para rellenar. Entonces se avisan entre poblador y poblador y abren sus grifos para llenar a como puedan.
ESCUELA DE SED
Un grupo de niños corretea en el patio de la escuela Rubén Darío. Les avisan que acaba el recreo con un silbatazo como si fuese un partido de futbol.
Camisas blancas sucias, diversión infantil, mientras padres —a las puertas del centro—, se quejan nuevamente por la falta de agua. Este es uno de los sitios de clima más agradable cercanos a Managua, pero el viento es tan fuerte que puede dañar el techo y los gases del volcán convierten todo lo que es metal en chatarra.
La profesora Dina Marina Espinoza Calero tiene 28 años de ser docente en este colegio, que fue construido en 1992, y ella fue quien lo bautizó con el nombre del gran panida de Nicaragua.
Aunque reconoce que el abastecimiento del Estado al colegio ha mejorado, ella misma cuenta lo difícil que resulta impartir clases, mientras los niños gustan de ir a pedir agua al vecindario. “Como no tienen mucha agua (en el barrio), no les quieren dar. A ellos se les recomienda traer su botellita”.
“Se da bastante la inasistencia, por el aseo y por la preparación de los alimentos. Nada podemos hacer”, Dina Marina Espinoza, profesora del
colegio Rubén Darío.
Igual el docente responsable de la escuela, Deghis Granja, muestra el agua almacenada en la bodega, la que ocupan para darle a los niños cuando quieren beber, mientras otra la usan para lavar.
Sin poder asearse o sin que sus padres puedan prepararle alimentos por falta del líquido, entre 15 y 20 estudiantes se ausentan eventualmente, de un total de 196 registrados en el único turno, en la mañana.
La venta de agua por parte de privados a veces es una solución para los pobladores en general, que compran a 40 córdobas el barril.
La desesperación provocada por no encontrar una solución efectiva a esta crisis, ha llevado a protestas en distintas partes del país. En abril de 2015 en el kilómetro 27, perteneciente a El Crucero, los pobladores del barrio Juan Dávila 1 y 2, El Cementerio y la comarca Temúa mantuvieron tranques en la Carretera Panamericana Sur. Ellos alegaron que el agua la tenían una vez a la semana.
DOS BARRILES POR FAMILIA
A las 10:00 de la mañana, la pipa color azul placa M124763, que conduce Carlos López, de 36 años, trabajador de Enacal, llega a La Chona. Lleva ya dos horas desde que cargó en un pozo que llaman Santa Ana. En uno de los costados del vehículo se puede leer: “Cree en Dios y serás salvo”.
López salió de su casa en Jinotepe, donde no falta el agua. A sus familiares les cuenta este panorama desolador, tratando de concienciarlos.
Los roces con los pobladores que viven en el interior a La Chona han provocado fricciones en algunos casos. “En la parte de adentro hemos tenido problemas. A veces se quejan por la falta de abastecimiento, ellos quisieran que el agua viniera más seguido. Se han puesto violentos, al punto de decir que nos van a golpear. ¡Hasta ahí nomás queda! El agua como usted ve, no se le niega a nadie, no nos vamos a poner a que solo dos barriles”, dice López. Jackeline Neyra, una de las vecinas, se alegra cuando llena los suyos. Necesita lavar, asear, pero la prioridad es el agua para beber y para cocinar, para hacer el almuerzo.
BAÑO SALTEADO
Al dar a conocer el informe de Enacal en febrero de 2016, la primera dama Rosario Murillo dijo que se abastecía con cisternas temporalmente a poblaciones vulnerables, mientras se agilizaba la ejecución de proyectos en sectores críticos.
Según el ejecutivo, el país incrementó en 2015 la cobertura de agua potable rural a 36.5 por ciento, lo que significaba que 961,900 personas eran “atendidas” en todo el país. Lejano a las estadísticas, Martín de Jesús Mercado, habitante de La Chona, dice que se enferman por la escasez del líquido.
“A veces uno no lava su ropita por la escasez del agua. Uno se baña cada tres o cuatro días. Uno ocupa el agua para cocinar, para hacer la comidita. La crisis más grande ha venido a partir de estos tres años, producto de la sequía. Nosotros creemos que esto está así por los despales. Han apeado buenas maderas”, resiente Mercado. El 27 de abril de 2016, la Unión Europea informó de un proyecto que pretende llevar agua potable y saneamiento a 19 ciudades del país, para lo que cuenta con un fondo global de 343 millones de dólares.
FALTA EDUCACIÓN
Según la expresidenta de Enacal, Ruth Herrera, no se ha promovido la educación entre la población. “La educación para la cosecha de agua en los hogares podría aliviar parte de la demanda para consumo humano. Hay tecnología para captar agua de la neblina y de la humedad relativa, pero acá es aún desconocida. Debe pensarse en múltiples recursos para este municipio, así como crear pequeños embalses en zonas donde el relieve los facilita y pedir gestionar recursos con el Gobierno y con los empresarios fuertes que también hay en la zona”, dijo la exfuncionaria en relación con la zona de El Crucero.
