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La soledad de su parque, las calles y los negocios, es sinónimo de tranquilidad en La Cruz. El lugar retoma su normalidad como un pueblo que lucha por lograr mejor economía y escalar hacia mejores puestos en el ranking nacional de desarrollo en Costa Rica. LA PRENSA/J. BRAVO

Pueblo fronterizo de Costa Rica vuelve a la tranquilidad por la salida de cubanos

La Cruz se vio colapsada desde la tarde del 15 de noviembre de 2015. Ese día la historia que ya muchos conocen y trascendió fronteras, empezó por la devolución de 2 mil cubanos que cruzaron de modo ilegal hacia Nicaragua.

El parque central de La Cruz volvió a ser desolado, así como sus calles. Unos pocos transeúntes se observan por estos lugares, algunos haciendo comercio u otros simplemente caminando de un extremo a otro bajo el inclemente sol de esta pequeña ciudad ubicada 20 kilómetros al sur de Peñas Blancas, la frontera principal entre Nicaragua y Costa Rica.

En la pequeña terminal de autobuses, situada a la par de la municipalidad local, los pocos extranjeros que se observan son nicaragüenses. Al frente de este lugar, en la panadería Tutu, sus mesas lucen casi vacías y en la acera de la única agencia de remesas de la pequeña ciudad, diagonal a la alcaldía, ya no hay filas de personas para retirar dinero.

La poca movilidad humana por los principales lugares de La Cruz es la muestra fiel de que la crisis humanitaria generada por los miles de cubanos varados en este Cantón ha llegado a su fin. La soledad de muchos de sus ambientes es sinónimo de tranquilidad. La pequeña ciudad ha recuperado su calma.

“Ha habido una gran salida de cubanos por dicha, ha sido pues con algunas quejas, pero sí se ha realizado de manera bien estructurada, se han tomado todas las medias de seguridad en cuanto a orden y control y en La Cruz hace dos semanas hubo una salida bastante masiva de cubanos que disminuyó”, explicó el vicealcalde de la comunidad y coordinador del comité local de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), Alonso Allen.

“Siento que la comunidad necesitaba retornar a la normalidad, si usted pone en una balanza creo que pasamos por una experiencia muy dura tanto para el cubanos como para nosotros. Había ya esa necesidad de parte de la comunidad de retornar a la tranquilidad que no lo paga nada de este mundo, se siente, es bastante visible, en su momento las calles y los bancos se veían súperpobladas de personas, ahora no hay”, añade.

La Cruz se vio colapsada desde la tarde del 15 de noviembre de 2015. Ese día la historia que ya muchos conocen y trascendió fronteras, empezó por la devolución de 2 mil cubanos que cruzaron de modo ilegal hacia Nicaragua.

El Ejército y la Policía Nacional usaron cuerpos de élites, y a punto de gas lacrimógeno y balas de goma, los rechazaron cuando habían caminado en masa unos 8 kilómetros desde Peñas Blancas hacia la ciudad de Rivas, en el interior de Nicaragua.

Ahí la crisis se agravó, dado que Nicaragua había decidido cerrar el paso para cubanos dos días antes, dando por finiquitada una modalidad de deportación migratoria en conjunto con autoridades costarricenses, mecanismos que junto al cruce ilegal de ellos permitió una nueva ruta por la cual transitaron 50 en 2012, al año siguiente 2,500, para el 2014 fueron 5,600 y en 2015 hasta antes del conflicto unos 13 mil.

Elvira Guido, una ciudadana de La Cruz reconocida por colaborar en obras sociales a través de las cámaras de turismo y comercio a las cuales pertenece, recuerda cómo la noche del 15 de noviembre el pueblo colapsó.

“Recuerdo a un montón de gente durmiendo en las calles, el pan en las panaderías se agotó, algunos productos de los supermercados se agotaron, la seguridad social también colapsó. Aquello nadie se lo imaginó, la verdad que nunca estuvimos preparados para una situación como esta”, explica Guido.

Ese colapso inicial movió a las autoridades nacionales que a través de la CNE abrió albergues y brindó a mejor asistencia humanitaria posible para una eventualidad de tal magnitud.

La tragedia movió a los habitantes de La Cruz, que a pesar de haber sido hace 7 años el segundo cantón con menor índices de desarrollo, posición que hoy se sitúa en el 66, de un total de 81 cantones que tiene Costa Rica; no impidió que muchos se volcaran a brindar ayuda en los albergues donando comida, ropa y otros.

Una historia de colaboración y otras asistencias hacia los migrantes de la isla se entretejió en esta comunidad, los cubanos fueron bien recibidos hasta el punto que muchos los albergaron en sus casas.

La Cruz se situó en el mapa internacional al ser el Cantón del norte de Costa Rica que más cubanos albergó. En momentos picos, entre noviembre y diciembre del año pasado, llegaron a convivir hasta 4 mil cubanos en cerca de una decenas del albergues abiertos, más de la mitad de los 7,802 migrantes de las isla que hasta el 18 de diciembre ingresaron desde Panamá a este país en el contexto de la crisis.

Sin proponérselo, este cantón recibió el dinamismo económico que necesitaba para encaminarse hacia el turismo, el rubro que quiere explotar por su cercanía con el Océano Pacífico, dado que los 4 mil cubanos también fueron turistas, al favorecer el alto consumo de repostería, refrescos de cola, hoteles, cigarrillos, cervezas, así como otros tipos de alimentos.

Los negocios, algunos que estaban al borde de la quiebra, lograban vender sus productos de toda una semana en apenas un día. Así pasó con la panadería Tuto, negocio que en buen humor de los cubanos lo referían como una funeraria, en alusión lo muerto que era el negocio. Luego, el pan pizza que ahí se vende fue la comprar preferida de cubanos que dejaron decenas o cientos miles de dólares en negocios locales como este.

No obstante, la armonía de convivencia colectiva entre locales y cubanos se fue desconfigurando con el paso del tiempo. La lentitud por encontrar una salida gradual de ellos por medio del resto de países centroamericanos y México, para que continuaran su viaje a Estados Unidos crispó los ánimos de los migrantes.

La convivencia entre ellos en los albergues no era tan tranquila en algunos lugares de alta concentración como el Liceo Nocturno de La Cruz. Las fricciones entre cubanos con la policía o administradores de albergues salieron a relucir. Las autoridades locales y nacionales querìan una pronta salida de ellos, por el alto costo de su manutención y los problemas de convivencia que ocasionaban,

Los migrantes enfilaron sus críticas hacia el gobierno de Costa Rica por la lentitud de su salida. Algunos de ellos lo culparon de sus desgracias en tierra ajena. En el pueblo, los ciudadanos locales empezaron a resentir la continuidad de la fiesta de muchos migrantes, que fieles a la cerveza y el cigarrillo, alteraron la calma de la comunidad. La carestía de algunos alimentos básicos por la alta demanda y el gasto económico del gobierno en la asistencia hacia ellos fue motivo de crítica.

Así como en los guiones de telenovelas o películas de Hollywood, muchos matrimonios se desintegraron, otros volvieron a tener vida marital, algunos dejaron la soltería; porque las aventuras amorosas entre locales y migrantes de la isla estuvieron a la orden del día.

“Creo que los cruceños llegaron a odiar a los cubanos porque muchos le quitaron a sus mujeres, algunas creyeron que estando en Estados Unidos el cubano se las llevaría luego para cumplir también su sueño americano. Hoy los cruceños y cruceñas que habían perdido sus parejas están más tranquilos, otros volvieron a juntarse en el hogar”, comentó un taxista de la comunidad que no quiso brindar su nombre.

Así transcurrió la vida de este cantón de 7 mil habitantes durante los últimos meses. Hoy en la comunidad los cubanos que aún quedan se pueden contar con los dedos de la mano, Para el 12 de marzo no habrá más migrantes de la isla en esta comunidad ni en el país, es el día, según lo previsto, que parta el último grupo vía aérea desde Costa Rica hacia México y de ahí a Estados Unidos, producto del plan piloto regional acordado en enero anterior.

“La comunidad está un poco desalojada, había tantísimos cubanos acá pero ahora volemos a la normalidad, a lo que era La Cruz antes, un pequeño pueblo con un pequeño comercio que fue alzado por los cubanos, la gente estaba un poco incómoda por la manera de ser de ellos que llegaron muy alocados, luego se calmaron y todo volvió a la normalidad”, comentó Marvin Ruiz Gutiérrez, un adulto mayor vendedor de lotería de esta comunidad.

“El pueblo de La Cruz se comportó de maravilla ante esta situación, admiro al pueblo porque fueron totalmente solidarios. Era común ver a cubanos en el parque, aún quedan algunos. No era que nos estorbaban, pero gracias a Dios todo volvió a la normalidad”, añadió.

Según el vicealcalde Allen, ahora el personal dispuesto por a municipalidad y otras autoridades locales, pueden descansar y atender necesidades cotidianas del pueblo después de esta crisis.

“El servicio de salud estaba saturado, tanto para los cubanos como los locales, los ciudadanos de La Cruz se quejaban de la saturación y los cubanos se quejaban que la atención no era la mejor, la seguridad social tienen recursos limitados y se les estaba haciendo difícil la atención de esta población”, concluyó.

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COMENTARIOS

  1. cristian
    Hace 8 años

    Lo importante es que una vez más los costarricenses demostramos que somos solidarios y caritativos, mientras tanto Ortega y sus aliados demuestran que no deben ser tomados en cuenta, pues no suman ni restan.

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