“¡Ábranme la puerta! No fueron unos perros los que mataron”. Así reclamaba ayer por segunda vez, Yelka Ramírez, sobreviviente, madre y hermana de las víctimas de Las Jagüitas, frente a la entrada principal de Plaza El Sol.
Nuevamente a ella y su familia les cerraron las puertas tras seis meses de la masacre perpetrada por oficiales de la Policía Nacional.
“Se burlan de los ciudadanos nicaragüenses, no debería ser así, ustedes están para servirle al pueblo, no para matarlos, ustedes no sienten mi dolor ni el dolor de mi familia, si fueran ustedes, cualquiera de nosotros estuviéramos condenados a cadena perpetua, pero como ustedes son los policías ustedes son los tuanis, ustedes matan y allí se acabó”, gritó en una ocasión Ramírez mientras de forma reiterada demandaba que le permitieran el acceso a la recepción de esa institución.
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En respuesta la seguridad del complejo policial ordenó el resguardo de la puerta con tres policías. Yelka preguntó: “¿Qué? ¿Me van a matar, como a mis hijos, por pedir justicia? Solo eso falta que me tiren balas”.
Durante dos horas Yelka, su familia y un grupo de activistas de organizaciones de la sociedad civil que la respalda, se plantaron frente a la sede policial para reclamar por segunda ocasión que los afectados sean recibidos por la jefa de facto de la institución, primera comisionada Aminta Granera. Pero al igual que sucedió el martes pasado las autoridades continuaron en silencio.
“Esto no va a quedar así, sigo tocando esta puerta”, decía Yelka entre sollozos y gritos frente a Plaza El Sol, mientras golpeaba la puerta de la recepción.
Momentos antes Yelka había señalado: “Esto no fue un error, esto fue un atropello, esto fue una masacre lo que ellos hicieron (…), si ellos son profesionales (los policías) no se van a confundir”.
Ante señalamientos a través de las redes sociales de algunos sectores que indican que Yelka ha incurrido en supuesta manipulación política, con el fin de descalificar su demanda, la abogada del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Wendy Flores, recordó que “toda lucha por la defensa de derechos humanos es una lucha también política, es decir, es demanda al respeto a los derechos civiles, el derecho que tenemos los ciudadanos a estar reclamando”.
Juanita Jiménez, dirigente del Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM), ofreció que esa organización seguirá apoyando a Ramírez. “Cada vez que se cierra una puerta de la institución policial es una nueva masacre hacia la familia de Yelka Ramírez”, sostuvo Jiménez.
SOLIDARIDAD CAMPESINA
La dirigente campesina Francisca Ramírez, junto con 11 mujeres integrantes del Movimiento de Defensa de la Tierra, viajó de La Fonseca a Managua para solidarizarse con la familia de Yelka Ramírez.
Según dijo, en Nicaragua hay muchas personas que por miedo y timidez no se solidarizan en demanda de justicia. “Pero habemos muchos corazones que nos duele ver lo que le ha pasado a esta familia”, expresó Ramírez.
PODRÍA IR A HUELGA DE HAMBRE
Yelka Ramírez no descartó que ante la falta de respuesta de parte de las autoridades del Estado, sobre todo de la Policía Nacional, no ha descartado la posibilidad de declarar una huelga de hambre en plena vía pública frente a Plaza El Sol. Esto porque apuntó: “No fueron unos perros los que murieron, no son unos perros los que fueron lesionados”. Al tiempo que instó a la población a que se solidaricen como lo hicieron las mujeres de La Fonseca, que “despierte, que no se quede en silencio, no tengan miedo (y) alcen su voz”.
“¿También me van asesinar a mi?”pregunta Yelka a policías que salen a resguardar puerta de Plaza El Sol.@laprensa pic.twitter.com/JjIRhwaJjM
— Elizabeth Romero (@Eliz_Romero) enero 21, 2016