En la Costa Caribe, la conservación de los bosques en los territorios indígenas es una prioridad, porque son nuestros medios de vida y fundamento de nuestra cosmovisión. Debería ser también un asunto de interés nacional, de política de Estado. Tener buenas leyes en materia de derechos colectivos y de gestión de la biodiversidad, pero carecer de un sistema político capaz de llevarlo a la práctica, indica que el tema que tratamos no es de interés nacional. A continuación expondré una hoja de ruta que el Gobierno debería liderar.
Primero, el Ejército y la Policía deben quitar todas las armas de guerra e investigar sus fuentes. Segundo, se debe investigar y procesar a los que han asesinado personas. Tercero, diagnosticar la presencia/ausencia de colonos en cada territorio. Se dividiría a los territorios en áreas ocupadas y áreas no ocupadas por colonos. Cuarto, desarrollar una estrategia de comunicación clara que informe que el Estado no permitirá más invasión de territorios indígenas. En una semana y en helicóptero esto se puede hacer con mucha visibilidad y alto impacto. Posteriormente desarrollar una estrategia de comunicación a largo plazo, con el mismo objetivo, gestionado por las comunidades.
Quinto, sentar en mesas de diálogos a líderes comunitarios y a aquellos colonos asentados en los territorios en conflicto. Analizar la forma que entraron y desde cuándo para separar aquellos que tienen derecho adquirido antes de la reforma agraria de 1987. Armar un plan de salida de las familias que no pueden quedarse porque su presencia es ilegal y la comunidad no acepta un canon de arriendo como forma de cohabitación. Sexto, se debe juzgar a las personas —líderes comunitarios, políticos, jueces, mestizos traficantes de tierra, empresarios— involucrados en las ventas ilegales de tierra.
Séptimo, dotar a las comunidades indígenas de recursos humanos, técnicos y financieros para establecer sistemas agroforestales en las áreas que los colonos han invadido una vez que estos empiecen a salir. En el futuro inmediato, cuando los comunitarios visiten dichas áreas para realizar actividades de manejo de los sistemas agroforestales, también estarán vigilando sus territorios. Sería matar dos pájaros con un mismo tiro.
Octavo, en las comunidades mestizas que están cercanas a los territorios indígenas, realizar un catastro general para determinar cuánta tierra hay y cómo está distribuida. Aquí se puede encontrar la tierra donde se reubicaría a aquellas familias que en realidad no tienen tierra. Vale decir que un alto porcentaje de las familias que invaden territorios indígenas, tienen tierra fuera. Invaden territorio como estrategia para aumentar sus áreas de ganadería.
Noveno, si adoptamos Hambre Cero de Brasil, pues también adoptemos Bolsa Familia. Que el Estado cree un incentivo para fomentar la educación de los hijos de los colonos. Cuando estos niños y niñas sean adultos, tendrán un abordaje diferente del problema porque estarán preparados para ello. Décimo, crear centros de innovación e investigación agroindustrial tanto para las comunidades indígenas como para las comunidades de mestizos. Nuestro país depende de una economía agropecuaria de baja productividad, altamente extensiva, de escaso procesamiento agroindustrial y baja diversidad de productos de exportación. Son estos y otros indicadores los que hay que cambiar.
Si el Gobierno no tiene el conocimiento ni los recursos para llevar a cabo esta hoja de ruta, que pida apoyo a la comunidad internacional.
En mi comunidad la gente también está recibiendo amenazas cuando van a cazar, pescar o cosechar el arroz. ¿Se puede vivir “bonito” cuando te amenazan en tu lugar de trabajo? Claro que no. Menos cuando están destruyendo tu templo: el bosque. ¡Y esta es la situación que debemos cambiar!
El autor es miskito, músico y estudiante de maestría en Gestión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural en el ECOSUR (México). Miembro del Comité Permanente de Pueblos Indígenas del FSC.