El hambre y las enfermedades ya empiezan a afectar a los indígenas miskitos de los territorios en conflicto con colonos que han invadido sus tierras. Los comunitarios estiman que la hambruna empeorará por la pérdida de las cosechas, como el arroz, o por el abandono de otros cultivos de los cuales dependen, pues el temor les impide ir a sus huertas.
La situación es similar en Francia Sirpi, Santa Clara en territorio Wangki Twi Tasba Raya, así como en las 18 comunidades del territorio Li Auhbra, como Santa Fe, Esperanza y Waspukta, donde desde hace dos meses se han intensificado los hechos sangrientos que han dejado muertos y heridos, tanto de miskitos como colonos.
Un líder miskito aseguró que esta situación es alentada por ciertos políticos de la zona que esperan sacar réditos posteriores. Agregó que los pueblos indígenas saben de algunas familias que, por ejemplo, en el sector de Wangki Twi Tasba Raya, vendieron 14,000 manzanas de tierra en cuatro millones de dólares.
“El pueblo lo sabe muy bien”, dijo el líder miskito, refiriéndose a la venta millonaria. Por temor a represalias solicitó que omitiéramos su nombre.
ABANDONAN SUS CASAS Y SE CRUZAN A HONDURAS
Sobre la situación que viven, José Coleman, uno de los pocos que aún permanecen en Santa Fe, Río Coco Arriba, señala: “Vivimos del bosque y vienen a darnos ese tipo de problemas (los colonos), tenemos que buscar (qué hacer), porque la vida es una”.
La familia de Coleman abandonó su casa y cruzó el río para asentarse en el sector de Sují, Honduras. A muchos, como la familia de Coleman, el temor los invadió porque han recibido amenazas de parte de los colonos que entrarán a sus comunidades, al igual que lo harán en San Alberto y La Esperanza, también del territorio Li Auhbra.
Incluso no hay datos precisos de cuánta gente ha cruzado el río, pero a lo largo de la ribera del río Coco al lado hondureño, ya se observan mujeres y niños lavando o bañándose.
Además que ya llegó a oídos de los comunitarios de Santa Fe que en Klisnak, más adentro de donde ellos habitan, Río Coco Arriba, los colonos ya han quemado humildes viviendas.
EMPIEZAN A CONSUMIR SEMILLA PARA SIEMBRA
En Santa Fe hay muchas mujeres que no huyeron. Pero empiezan a resentir el hambre. Aseguran que ya empezaron a consumir la semilla de frijol que utilizarían para la siembra próxima, por lo que no habrá cosecha, pues como ellos, así está el resto de indígenas de las otras comunidades.
“A veces se come, a veces no”, indica una de las mujeres miskitas en su lengua. Dice que en su mayoría hacen un tiempo al día y come solo frijoles, cuando en las huertas (el comunitario) tiene yuca y el arroz en tiempo de cosecha, pero no lo pueden ir a sacar por temor a que le salgan los colonos.
“Aquí vamos a morir, somos nicaragüenses”, clama Reyna Urbina, quien se resiste a abandonar su casa, como lo han hecho otras mujeres en Santa Fe. Ella reconoce que el miedo no la deja conciliar el sueño por las noches, pero “si vamos a defender nuestros derechos; debemos estar aquí”, sostiene, en clara alusión al desalojo de las tierras indígenas.
En todas las comunidades se aprecia que mujeres y hombres se han dedicado a esperar el desenlace del conflicto. Los fogones apagados, el ir y venir de hombres sin soltar machetes, cutachas, lanzas, flechas y hasta viejas escopetas, así lo indican.
EL DRAMA DE UNA MUJER Y SU HIJA ENFERMA
Más adentro de Santa Fe, buscando hacia la montaña, está Ofelia Finley, tiene más de 70 años. Ella vive sola junto con su esposo y una hija de 35 años, con discapacidad mental —ella dice que es debido a un hechizo—, a la que no tiene ya cómo alimentar ni atender con medicamentos.
Tampoco pudo abandonar la comunidad porque no puede dejar la casa con una hija enferma, quien a veces se torna violenta.
“Mi carga es pesada, todos mis vecinos han huido, yo estoy sola y no tenemos alimentación. No hay de qué sacar dinero y el maicito se lo comen los animales”, dijo Finley.
“¿NO TRAJO MEDICAMENTOS?”, PREGUNTAN
En la escuela de Waspukta hay unas cuatrocientas personas que han salido de Morubila, Polo Paiwas, Yojuk, Klisnak, Cocal, Lumbú, finca Leymus y Naranjal.
“¿No trajo medicamentos?”, es lo primero que pregunta Demis Goti. Él y otros de los pocos que hablan español expresan que la mayoría están enfermos, padecen de gripe, calentura y diarrea. Él es uno de los que dejó su casita en Morubila, después de las presiones y persecución de los colonos para que abandonen sus tierras. “Estamos sufriendo, no pudimos sacar nada”, relató Goti, quien al igual que el resto asegura que ahí están pasando hambre sin que alguien se acuerde de ellos.
SUSPENDEN CLASES EN TERRITORIOS EN CONFLICTO
La desolación es similar en ambos territorios y la demanda es la misma, que salgan los colonos de sus propiedades. En las comunidades de esos territorios fueron suspendidas las clases por temor a lo que pueda pasar. En su mayoría los hombres y mujeres están en función de la preparación para la defensa de sus comunidades.
El profesor Gilberto Cárdenas dice que los niños son los que están sufriendo con toda esta situación. Sobre todo porque las clases fueron suspendidas en la mayoría de las comunidades de los dos territorios.
En muchas comunidades, como Santa Clara, en Wangki Twi, las puertas de las casas están cerradas, pues una buena parte de sus habitantes ha huido por el temor que representa la incursión de los colonos a sus comunidades cuando un grupo de unos cuarenta hombres llegó a dispararles.
Esta historia se repite al otro lado de las comunidades de Río Coco Arriba. En este caso las casas han sido abandonadas, muchas madres han cruzado a la otra ribera del río Coco y muchas veces están a la intemperie y han quedado a orillas del río en territorio hondureño.
“Aquí no dormimos. Aquí estamos mal, mal, pobrecitas las mujeres y los niños, dejaron las casas abandonadas, los animales, las gallinas, dejaron todo abandonado (…), solo los hombres estamos contaditos aquí, así con las manos, pero nosotros no estamos bien armados”, expresó Ismael Carlos Padilla.
En Santa Clara “estamos viviendo en pánico, nadie va a su plantación y aquí estamos aguantando hambre hermanita”, dice Glenni Benci, quien junto con Xiomara Gosta señala que sus familias tienen sembrado banano, yuca, arroz, pero incluso así están aguantando hambre porque nadie puede ir a ver los cultivos por temor a ser emboscados y tienen niños a quienes alimentar.
“POR FAVOR, HAGAN ALGO”
“Ya el arroz está a su tiempo y nadie puede ir a ver por el miedo que tenemos, tenemos niños que darles de comer”, apunta una mujer indígena. “No tenemos a dónde ir, por favor hagan algo, viera que tenemos miedo de estar aquí”, clamó desesperada Xiomara Gosta, originaria de la comunidad Santa Clara, en territorio Wangki Twi Tasba Raya.
El enfrentamiento por tierras entre indígenas miskitos y colonos ha provocado escasez de alimentos y que los niños no vayan a las escuelas, denuncian los comunitarios. Asimismo, varias familias huyen de sus casas y se cruzan a Honduras.
BRENES LLAMA A RESOLVER CONFLICTO EN WASPAM
El cardenal y arzobispo de la Arquidiócesis de Managua, Leopoldo José Brenes, hizo un llamado a las instituciones del Estado a promover el diálogo entre indígenas y colonos, quienes se encuentran en conflicto por propiedades en el territorio Waspam y Wangki Twin Tasba Raya, en el Caribe Norte del país.
“Todas aquellas instituciones que tienen en sus manos evitar la confrontación, deben hacer este esfuerzo, se llame Gobierno, se llame Policía, se llame Ejército, se llame Iglesia, yo creo que todos debemos poner nuestro granito de trigo para que fructifique la paz y la reconciliación”, dijo Brenes ayer, al concluir la misa en la parroquia La Merced, en el barrio Larreynaga, en Managua.
Agregó que está pendiente de una comunicación con los obispos del Vicariato Apostólico de Bluefields, monseñor Pablo Schmitz Simon y David Albin Zywiec, quienes la semana pasada estuvieron en Managua y recientemente el viernes regresaron a la Costa.
“Ellos (los obispos) están preocupados, porque ya las tensiones van tomando otras imágenes. Primero, me decían ellos, los problemas eran entre los miskitos y la gente que ha ido llegando del centro, los colonos, pero ahora ellos sentían mucho pesar que se estuviera dando confrontación entre los mismos miskitos, eso para ellos es más preocupante”, dijo Brenes.
Leonor Álvarez