El narcotraficante colombiano Pablo Escobar no estuvo solo de pasadita en Nicaragua, sino que vivió por más de dos meses en el país junto a su madre Hermilda Gaviria; una hermana de él de nombre Alba Marina; su esposa Victoria Henao; su hijo Juan Pablo Escobar y su socio en el tráfico de cocaína, el también colombiano Gonzalo Rodríguez Gacha, alias El Mexicano.
Así lo afirma Juan Pablo Escobar, quien ahora se llama Juan Sebastián Marroquín Santos, en el libro que publicó en este mes de noviembre: Pablo Escobar: Mi Padre, las historias que no deberíamos saber.
El hijo del difunto capo agrega que su padre mandó a traer a Colombia a John Jairo Arias Tascón, alias “Pinina”, el jefe de los sicarios de Escobar, y quien según los medios colombianos era probablemente el hombre que más asesinatos ordenó dentro del cártel de Medellín, después de Pablo. En la serie El Patrón del Mal, que se presentó en el país, “Pinina” fue representado en el personaje de “El Chili”.
Además de “Pinina”, en Nicaragua estuvieron al menos una docena más de sicarios de Escobar, con la misión de cuidar de la familia del capo, entre ellos uno conocido como “Paskin”.
La llegada a Nicaragua de Escobar y su séquito se produjo en junio de 1984, un año electoral en el país, y cuando los narcos colombianos andaban huyendo de la justicia tras el asesinato del ministro de justicia de Colombia, Rodrigo Lara Bonilla. Primero, según el libro de su hijo, Escobar y sus socios se refugiaron en Panamá, donde el exdictador Manuel Antonio Noriega les dio asilo. Escobar no se sentía seguro en Panamá porque Noriega lo traicionó cuando en un operativo la Policía panameña le cayó a unos laboratorios de coca que el narco colombiano tenía en el Darién. Además, Escobar sospechaba de que Noriega tenía nexos con la DEA (La Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos) y la CIA (Central de Inteligencia Americana).
El capo buscó contacto con los guerrilleros colombianos del M-19, quienes luego le dijeron que “algunos integrantes de la Junta de Gobierno nicaragüense estaban dispuestos a acogerlo a él, a otros capos y a sus familias, a cambio de ayuda económica para enfrentar el bloqueo impuesto por Estados Unidos”. “El acuerdo incluía el permiso para utilizar algunas regiones de Nicaragua como plataforma para continuar el tráfico de cocaína”.
EXPLORARON EL PAÍS EN BUSCA DE NUEVAS RUTAS NARCO
Entre lo más relevante que revela el hijo del capo está el hecho de que Pablo Escobar, “El Mexicano”, dos militares nicaragüenses y el piloto norteamericano Barry Seal “viajaron a diferentes lugares de Nicaragua a explorar nuevas rutas para el tráfico de cocaína”. Juan Pablo dice que “por varios días recorrieron en un helicóptero del Ejército nicaragüense los numerosos lagos y lagunas y las cadenas volcánicas que surcan el país, intentando identificar los lugares más adecuados para la construcción de laboratorios y de pistas de aterrizaje”.
En el libro Juan Pablo explica que “como esta tarea (buscar rutas) podía demorar, optaron por utilizar un pequeño aeropuerto, Los Brasiles, situado no lejos de Managua para enviar los primeros cargamentos de cocaína en vuelos directos hacia el sur de la Florida”.
Fue en Los Brasiles donde Barry Seal, que era informante de la DEA, tomó fotos con una cámara oculta en las que se ve a Pablo Escobar, “El Mexicano” y el funcionario del Ministerio del Interior (Mint), Federico Vaughan, mientras cargaban 600 kilos de cocaína el 25 de junio de 1984.
El escándalo de las fotos fue mayúsculo. “Fue la primera vez y sería la última que pillaron a mi padre con las manos en la masa. Barry Seal lo había traicionado y él no lo olvidaría”, escribió Juan Pablo. Dos años después, en 1986, sicarios de Pablo Escobar mataron a Barry Seal en Estados Unidos.
“La filtración de las fotografías a los medios de comunicación hicieron el doble daño de dejar en evidencia a mi padre y a la vez culpar al régimen sandinista de izquierda de aliarse con la mafia colombiana. El escándalo hizo insostenible su permanencia en ese país y dos semanas después mi padre y “El Mexicano” regresaron con todos sus escoltas a Colombia”, escribió Juan Pablo.
“MANAGUA ERA INVIVIBLE”
Juan Pablo Escobar escribe que los primeros en llegar a Nicaragua fueron Pablo Escobar y “El Mexicano”, y recuerda que su padre le “comentó que Daniel Ortega, entonces candidato a la presidencia de Nicaragua, envió a algunos funcionarios para que los acomodaran en Managua”. Después llegaron él y su madre Victoria Henao. Sobre su llegada a Nicaragua, el hijo del capo dice que él y su madre fueron “recibidos en el aeropuerto por funcionarios de alto nivel del régimen sandinista que nos llevaron en un automóvil Mercedes Benz oficial a una enorme y antigua casa donde nos encontramos con “El Mexicano”, su esposa Gladys y cuatro de sus guardaespaldas”.
Luego llegaron al país la mamá de Pablo Escobar y su hermana Alba Marina y posteriormente los sicarios “Pinina”, “Paskin” y los demás que no recuerda sus alias.
“De entrada, la vivienda no nos gustó. Era tenebrosa. Los muros de ladrillo tenían tres metros de altura y en cada esquina había torres de vigilancia con guardias fuertemente armados. Encontramos un libro que contaba la historia de ese lugar y según los relatos en el pasado allí se habían producido numerosas masacres”, dice Juan Pablo sobre la casa donde se hospedaron.
De su paso por Nicaragua a Juan Pablo le quedó la imagen de un país “invivible”. “El día a día se nos hizo insoportable porque Managua era invivible, pues estaba en guerra civil por cuenta de los ataques de los contras, enviados por Estados Unidos a través de las fronteras de Costa Rica y Honduras…, la ciudad estaba sitiada y los estragos de la confrontación se notaban en los edificios derruidos, los negocios cerrados y no había supermercados ni droguerías (farmacias). Además, los tiroteos eran frecuentes”, relata Juan Pablo.
El hijo del capo llega a afirmar que “mi padre tenía millones y millones de dólares allí (en Nicaragua), pero no había en qué gastarlos”.
De Nicaragua no dice nada positivo el hijo del capo, ya que recuerda que permanecía callado y lloraba mucho. “Le rogaba a mis padres que al menos regresáramos a Panamá. Es que ni siquiera había jugueterías”, dice Juan Pablo, quien agrega que las únicas distracciones que tenía era “acompañar a mi mamá y a la mujer de “El Mexicano” a un salón de masajes cerca de la casa, escuchar con “Pinina” los partidos de fútbol de Colombia que nos ponían por radioteléfono desde Medellín y apostar quién mataba más moscas en cinco minutos en una habitación que vivía repleta de esos insectos. No más”, relata Juan Pablo.
“POPEYE” RELATA LA AMISTAD DE DANIEL ORTEGA Y PABLO ESCOBAR
El testimonio de Juan Pablo Escobar, respecto a que su padre Pablo Escobar fue protegido por los sandinistas en los años ochenta, se suma a otros que han relatado el episodio, como el de la amante del capo Virginia Vallejo, en su libro Amando a Pablo, odiando a Escobar, y el relato del exjefe de sicarios de Escobar Jhon Jairo Velásquez, alias “Popeye”.
“Ahí estaba, íngrimo con todos esos tipos tan feos en uniforme militar… pensando que podían arrojarme al mar porque les dije que nadie en el mundo tiene 50 millones de dólares líquidos. ¿Puedes creerlo? ¿Eso era lo que querían todos esos hijos de puta dizque de anticipo? ¡Sólo esa maricadita! ¡Qué tal! ¿Los comunistas creerán que el dinero crece en los árboles?”, se habría quejado Escobar, según la versión que Vallejo publica en su libro.
“Popeye” relata que la amistad de Escobar con Daniel Ortega le facilitó inmensamente el desarrollo de sus actividades. “Tal es la relación con el jefe sandinista que, estando en una base militar junto con él e Iván Marino Ospina, Pablo les propuso dispararle a una botella, para ver quién tenía mejor puntería. Los dos hombres aceptaron el reto entre risas. Una botella fue colocada a 30 metros de distancia, en lo alto de un estacón de la alambrada de púas. Ortega le facilitó una pistola a Iván Marino, de un subalterno suyo. Le pidieron a Pablo que disparara primero; éste no se hizo rogar y sacó la suya que siempre lo acompañaba; dio en el blanco disparando con naturalidad. Una nueva botella se colocó; el turno fue para Ortega, errando su disparo; le siguió Iván Marino, quien igualmente no dio en el blanco. Los tres se miraron, una sonrisa de triunfo se dibujo en los labios de Pablo. Éste apunto de nuevo su arma a la botella y Ortega le dice: «¡Pablo no quede mal, no lo intente de nuevo que ya lo logró!»… Iván Marino le da la razón a Ortega. El Patrón sin contestar nada, dispara, dando de nuevo en el blanco; esto le valió una buena reputación de gran tirador entre los dos líderes de izquierda”, relató “Popeye”.
SANDINISTAS SIEMPRE HAN NEGADO LA ESTADÍA DE ESCOBAR
Desde que la DEA filtró las fotos de Pablo Escobar en Nicaragua a medios internacionales, en julio de 1984, los sandinistas siempre negaron la información y alegaron que se trataba de “un plan para desestabilizar” al gobierno sandinista de la época.
El ministro del Interior de ese entonces, Tomás Borge, negó el 18 de julio de 1984 los cargos de participación y el 20 del mismo mes tanto Daniel Ortega como Humberto Ortega afirmaron que “responderían a esa infamia” asegurando que la CIA estaba entrenando a los contras en la destilación de cocaína. “Esto es parte de un plan para desestabilizar a Nicaragua”, dijo Daniel Ortega.
En mayo del 2005, Borge reveló que en los primeros años de la revolución sandinista, el cartel de Medellín hizo una oferta al Gobierno de Nicaragua para que este pusiese a su disposición un aeropuerto y un laboratorio dedicados al comercio de drogas. “No recuerdo a través de quién llegó la oferta, pero sí que la Dirección Nacional en pleno se reunió en ese momento para discutirla y, por unanimidad, se decidió que nuestro mayor tesoro era nuestra honestidad y que, por lo tanto, era inaceptable cualquier sugerencia en ese sentido”, dijo Borge.
En 1992, el propio Pablo Escobar se negó a hablar de su relación con los sandinistas, cuando un medio colombiano le envió un cuestionario de 123 preguntas, pero el capo se negó a responder. “No hay respuesta”, escribió Escobar.
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