“Una alimentación saludable comienza con el desayuno”, dice la campaña mundial de la celebración del Día Mundial de la Diabetes Mellitus o azúcar de la sangre, que se conmemora todos los años el 14 de noviembre.
Siempre insistimos en la educación y prevención de la enfermedad endocrina incurable más extendida del mundo, que afecta a más de 360 millones de personas y está catalogada como un problema de salud pública.
La diabetes es un síndrome metabólico que se caracteriza porque la glicemia o azúcar del cuerpo se eleva en la sangre debido a que el páncreas no produce insulina o esta es de mala calidad, lo que impide que se pueda “quemar” la glucosa para aportar energía.
El desayuno debe ser siempre el principal tiempo de comida, porque es común que desde la última ingesta han pasado diez o doce horas. Quienes no desayunan de forma regular alteran los mecanismos normales de control de los niveles de azúcar de la sangre, comen fuera de horario y se les dificulta mantener un buen peso corporal.
El desayuno regular y balanceado contribuye a evitar la obesidad, el sobrepeso y en quienes son prediabéticos evita la aparición precoz de la diabetes. En especial las preocupaciones van dirigidas a quienes son hijos o hijas de diabéticos o tienen familiares de primer grado con esta enfermedad (hermanos, por ejemplo), obesos, hipertensos, grasas elevadas de la sangre y en especial sedentarios.
En nuestro país existen más de 600 mil diabéticos y medio millón se encuentran dentro de esta “lista de espera” para llegar a ser azucarados por calificar de prediabéticos. Si esa es su situación es tiempo que visite a su médico internista, quien puede planificar un programa de prevención o retraso de la aparición de esta enfermedad incurable y cruel.
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