Emilio A. Montalván
En el fragor de las noticias truculentas de políticas de América Latina se nos pasa inadvertida la actuación del estadista ejemplar que merece destacarse. Tal es el ejemplo Sebastián Piñera Echenique, quien dejará su cargo dentro de pocas semanas. Un militante de centro derecha que fue un activista en el referendo que liquidó la dictadura de Pinochet, Piñera Echenique, de 64 años, doctor en Economía, su intromisión en política la hizo después de una intensa preparación tanto en Europa como en los Estados Unidos y en su propio país, alcanzando varios títulos académicos. Su tesis de doctorado en la Universidad de Harvard que mereció distinción especial fue: “Economía de la Educación en Países en Desarrollo”, una colección de ensayos. Sintiéndose ya apto para entrar en la lucha por el poder, compitió por la presidencia con Michelle Bachelet perdiendo en el balotaje. Sin embargo, en la siguiente elección triunfó sobre Eduardo Frei Ruiz-Tagle, un expresidente que se presentaba por segunda vez. Un perfil de su personalidad se resume en este párrafo elaborado por él: El objetivo sigue en pie: crear una sociedad donde todos cuenten con oportunidades para conseguir la realización personal, con las seguridades necesarias para tomar los riesgos que suponen el emprendimiento, la innovación y el esfuerzo, y donde se aseguren valores como el respeto a la vida, la libertad, la responsabilidad personal, familiar, la diversidad y el cuidado del medioambiente.
En su mandato de cinco años tuvo que enfrentarse a los estragos causados por el tsunami que afectó la parte meridional de Chile, sobre todo en el sur de la Metrópolis, Valparaíso y Concepción, combinado de un sismo de 8.8 grado Richter que ocasionó la destrucción de 500 mil viviendas y más de un millón de damnificados. Según los sismólogos, el impacto fue 178 veces más fuerte que el de Haití ocurrido un mes antes. Lo cierto es que dada la simpatía que despierta Chile, acudió en su ayuda no solo a países del mundo entero, sino incluso universitarios egresados de sus centros académicos que no olvidaban la tensión y enseñanza que recibieron en el país de la estrella solitaria. Ese reto lo tomó Piñera como algo personal y los cuatro años siguientes logró restablecerlo, pero también Piñera tuvo paciencia y habilidad para sortear la agitación que el Partido Comunista animaba usando a la juventud universitaria, no obstante se resistió a la demanda exagerada y dejó para su sucesora la difícil tarea de satisfacerla a costa de los recursos fiscales que deja en Bonanza.
Basta citar algunas cifras representativas que demuestran que Chile está muy cerca de alcanzar la pertenencia al primer mundo. En términos generales el éxito se debe a la conjugación de cuatro factores: democracia, aumento significativo de las exportaciones, libertad de comercio y atención a las clases marginadas. Piñera, un empresario multimillonario de centro derecha, dejará un país con un crecimiento anual de más del cinco por ciento, un índice de inflación del tres por ciento anual y un ingreso per cápita que aumentó de US$15,000 al año cuando asumió la Presidencia a US$20,000 anuales en la actualidad.
Como si fuera poco y antes de terminar el año, el mundo entero se conmovió con el caso de los 33 mineros atrapados 670 metros de profundidad después de dos derrumbes acaecidos en la mina San José, a poca distancia de la ciudad de Copiapó. Una vez más el presidente Piñera demostró un firme liderato y logró no solo la coordinación de los recursos logísticos de su país, sino incluso el apoyo de la NASA, al punto de lograr el salvamento de los mineros después de un elaborado salvataje emergieron ilesos a la superficie.
La última acertada decisión del presidente Pinera Echenique es incluir a su país en la Alianza del Pacífico que incluye al Perú, Colombia, México y probablemente Costa Rica y Panamá.
El autor es analista político.
