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Manifestación pidiendo el reagrupamiento de presos vascos en su región, en la localidad vizcaína de Durango el 7 de diciembre de 2013

Esperando un primer paso hacia el desarme de ETA

La Comisión Internacional de Verificación del alto el fuego, creada en 2011 y no reconocida por el Gobierno central, anunció que se reuniría con los partidos políticos y con la prensa en Bilbao para transmitir un mensaje "muy significativo y positivo".

El País Vasco espera este viernes un primer paso hacia un desarme de ETA, lo que dos años después del abandono de la violencia constituiría un importante hito hacia el fin del grupo armado, y que podría ser anunciado por una comisión de expertos de visita en la región.

La Comisión Internacional de Verificación del alto el fuego, creada en 2011 y no reconocida por el Gobierno central, anunció que se reuniría con los partidos políticos y con la prensa en Bilbao para transmitir un mensaje “muy significativo y positivo”. En el País Vasco, la noticia se interpretó como un probable avance hacia un desarme de ETA, próxima etapa de un camino iniciado el 20 de octubre de 2011 con el anuncio del abandono de la violencia. El grupo podría anunciar, por primera vez, que está dispuesto a hacer un gesto en esa dirección, pero la importancia de este anuncio, que podría plasmarse en detalles sobre escondites de armas, sigue generando todo tipo de especulaciones.

El lehendakari, Íñigo Urkullu, llamó a ETA a no dejar pasar una “oportunidad histórica” para consolidar la paz en la región. El Gobierno vasco “espera que las noticias que se puedan producir este fin de semana sean serias, que sean solventes y que no se reduzcan sólo a algo testimonial, declarativo o simbólico, sino que representen hechos firmes en la línea del desarme y de la desaparición de ETA”, subrayó el miércoles su secretario general de Paz y Convivencia, Jonan Fernández.

La coalición independentista de izquierdas Amaiur, representada en el Parlamento español, auguró que la organización armada anunciará “avances importantes”.

ETA, muy debilitada por la presión policial y política y de la que sólo una treintena de militantes al parecer siguen en libertad, ha rechazado hasta ahora una agenda de desarme mientras no se tomen en cuenta sus reivindicaciones, entre ellas suavizar las condiciones penitenciarias para sus presos.

El Gobierno español, por su parte, se mantiene inflexible y no deja de reclamar la disolución incondicional del grupo.

“Aportaciones significativas”

El lehendakari saliente, Patxi López (de espaldas), estrecha la mano de su sucesor, Iñigo Urkullu, el 13 de diciembre de 2012 en el Parlamento vasco, en Vitoria

No obstante, a pesar de este aparente bloqueo, ha habido movimientos en el País Vasco: los partidos de la izquierda independentista han ganado influencia política desde hace tres años, tras haberse desmarcado de la violencia, para convertirse desde 2012 en la segunda fuerza política regional. ETA, paralelamente, ha multiplicado sus mensajes.

El 28 de diciembre llegó una comunicación del colectivo EPPK, que representa a más de 500 presos del grupo dispersos por cárceles francesas y españolas. Muy esperado, el texto respaldaba el abandono de la violencia y aludía, por primera vez, a posibles iniciativas individuales para buscar la libertad, sin mencionar la demanda de una amnistía colectiva, que constituía una reinvindicación histórica de ETA.

Este anuncio había sido interpretado como una relajación de la posición del grupo, calificado de organización terrorista por la Unión Europea (UE) y Estados Unidos y considerado responsable de la muerte de 829 personas en más de 40 años de atentados por la independencia del País Vasco y Navarra.

Simultáneamente llegaron otras señales de la sociedad vasca: el 11 de enero, una manifestación reunió a más de 100.000 personas en Bilbao, convocadas pese a sus divergencias por la izquierda independentista y el PNV, para reclamar el fin de la “dispersión” de los presos de ETA. El 7 de febrero, en un comunicado lacónico, ETA tomaba nota de estos “avances” y anunciaba que “sin tardar” haría “aportaciones significativas”.

“Son pequeños pasos y creo que este viernes veremos un nuevo pasito, tal vez más importante”, destaca el periodista Gorka Landaburu.

Creada en septiembre de 2011, poco antes del histórico anuncio de ETA, y trabajando en la sombra, la comisión está compuesta por cinco expertos en conflictos: su presidente, el cingalés Ram Manikkallingam, el exministro sudafricano de los servicios secretos Ronnie Kasrils, el exsecretario general de Interpol Ray Kendall, Chris Maccabe, que participó en el proceso de paz en Irlanda del Norte, y Satish Nambiar, un general indio.

A principios de 2013, unos contactos en Noruega con miembros de ETA fracasaron en un contexto de bloqueo total. Tras una pausa de varios meses, la comisión parece haber retomado los contactos, culminando con esta visita.

“No se hablará todavía de disolución”, considera Landaburu, que añade que “sigue el problema de los presos. Es por eso que no hay una disolución directa, que llegará con el tiempo”.

Aunque un anuncio de desarme total parece prematuro, el País Vasco se prepara para un paso en esa dirección.

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