Bayardo Quinto Núñez
El día venía disfrazado de señorita, y se llamaba Candelaria o Venus, según el lenguaje de los lugres que frecuentaban los amigos Alejandro y Bernardo. Por lo demás, afirmó que era de carácter pacífico y dulce, aunque aquel día se sentía alegre y desenvuelto, era el día bisiesto, que le comentaba al tataranieto de Bernardo, el cual da libertad a la mujer, pues, según una “antigua costumbre”, ella es la que se declara, sin necesidad de que el hombre le haga la corte.
Transcurrieron los días y este se disfrazó de ama de casa, como símbolo de la limpieza. Su plato característico eran los bocadillos, la cerveza y otros aperitivos deliciosos, esta ocasión tan solemne queda dibujada en el espejo del tiempo que traspasa realidades utilizables para cuadros vivientes en círculos familiares y no familiares, donde pueden ser presentados de la manera más divertida. Aquí, el único día que goza de propina, es el ex profeso amor disfrazado de momentos de terneza sibilina por instantes del tiempo. Sí, en el disfrute está el gusto, comentó el bisnieto al tataranieto de Bernardo.
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