Irene López
Los guardadores de la tradición son los que se encargan de mantener el folclor vivo y dinámico y de que la transformación o evolución del mismo nunca pierda identidad. Son muy importantes, guardan en su memoria ideas, temas, nombres, pasos, estilos, vestuarios, lenguajes, adornos, sabores y colores.
Si mueren o emigran entonces el folclor desaparece, no es dinámico, no se transmite la tradición y en adelante se utilizaría solo para información cultural o educativa o para proyección artística.
Para que una tradición se conserve es necesario que se mantenga el contexto particular en que se desarrollan estas manifestaciones (iglesia, barrio) que los personajes que participan en estas tradiciones no desaparezcan o emigren por muerte, guerra o terremoto.
Un decreto de 1819 del rey Fernando VII declara al Apóstol Santiago el patrono de los managuas.
Las festividades de Santiago se realizaban el 25 de julio, acompañadas de numerosa concurrencia y de los bailes de El Tinco, La Sirena y El Entauretado, Los Diablitos, El Gigante y El Alférez, La Gigantona y El Enano Cabezón, y muchos más.
Desaparecieron
La fiesta de Santiago y sus bailes desaparecieron después de la muerte de don José León Díaz, último mayordomo que tuvo Santiago. Murieron también Chico Vallejos, compositor de las coplas de Los Diablitos, Chico Chapín gran bailarín y compositor de la música de El Tinco, Chico Chiquito bailaba la Yegüecita, Chico Tan, El Gigante, Petronila Ocampo “Mama Nila” patrocinadora del baile El Tinco, Salvador Chaschas, y Salvador Ocampo, portadores de la tradición.
Hechos como estos contribuyen a la desaparición de una tradición.
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