Twitter: @Fabian_Med
AÑO NUEVO
Quiero comenzar con un poco de optimismo. Viendo el vaso medio lleno, pues. Por eso, quiero felicitar públicamente en este comienzo de año a todos aquellos que el dinero no ha podido comprar, a aquellos que han escogido decir lo que piensan a pesar de las desventajas que eso les trae a sus vidas. Mis respetos a los que reclaman sus derechos aunque sepan que por ello recibirán garrotazos, piedras o cárcel. A aquellos que saben que aún es posible un país donde exista libertad, donde la ley se cumpla por igual, y donde entre todos escojamos libremente a quienes nos dirigirán y el tipo de gobierno que queramos. Brindo, pues, por los hombres y mujeres que consideran sus principios como algo irrenunciable. Que no están a la venta. A todos ellos les tenemos que agradecer la esperanza de que las cosas cambien para bien, incluso, de quienes hoy se comportan como verdugos.
COMPRA Y VENTA
La verdad, era un secreto a voces. Curas comprados. Un día se les veía en duras críticas al gobierno, y al otro, repentinamente, en las tarimas enfloradas. Cambios de pensar vertiginosos. ¿Qué sucede? ¿Dinero? ¿Chantaje? ¿O alguna epifanía nocturna? Se acuestan de una forma y amanecen de otra. Uno sospecha. Sucede sí, que nunca un obispo lo había dicho tan claro. Monseñor Silvio Báez, no solo lo dijo, lo denunció: el gobierno ofrece dinero a sacerdotes. Dinero libre de rendiciones de cuentas, dice. Les han prohibido que lo reciban. Los han regañado. Han hecho a alguno que lo devuelva. Pero siempre hay quienes persisten. “Se calman un poco, pero a las dos semanas vuelven a sus andanzas”, dice afligido el obispo. Poderoso caballero es don dinero. Por suerte son los menos, se consuela.
MERCADO DE CONCIENCIAS
Y no solo sacerdotes. Se compran políticos. Es el producto de mayor circulación. Los hay de todo precio. También periodistas, deportistas, artistas, pastores, líderes sindicales El mercado de la conciencia es grande. Y el trámite sencillo. Usted recibe la “ayuda” y solo tiene que pagar con fidelidad absoluta al proyecto. Cero críticas. Es como usar unos lentes nuevos para ver el paraíso que no veía hasta antes de la conversión.
CONVERSIONES
¿Es pecado que un sacerdote reciba ayuda del gobierno? No. ¿Es malo que un profesional reciba un salario por trabajar al gobierno? No. ¿Vamos a condenar a los deportistas por recibir ayuda gubernamental? Definitivamente no. El gran pecado es la vergonzosa y humillante forma en que les hacen pagar esas “ayudas”. Y ahí vemos a los atletas que parecen piñata con tantos símbolos de propaganda que les ponen encima, o soltando letanías memorizadas de alabanza. Y a los curas, pastores, políticos, periodistas y demás convertidos, los vemos en la televisión o en las tarimas. Son otros. Es que la familia exige que se ensucien públicamente. No basta que deserten. Hay que hacerlos renegar de lo que defendían y defender de lo que renegaba. El escarnio público es de rigor en estas conversiones.
AL ESTILO DEL CID
Al paso que vamos, no sería raro que Hugo Chávez dirija la batalla electoral que se avecina en Venezuela de la misma forma que Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, dirigió la batalla contra los moros en Valencia, España, en julio de 1099: muerto. Mortalmente herido, el Cid Campeador pidió que embalsamaran su cuerpo al morir y lo amarraran a su caballo para pasearse inmortal en la batalla. Ganó. Si Chávez no asume la presidencia este próximo 10 de enero y se convoca a nuevas elecciones, tal vez no lo veamos a caballo, ni embalsamado, pero es bastante posible que oigamos a Nicolás Maduro, trayendo desde Cuba la voz que el comandante ya no puede pronunciar para alentar a sus seguidores a ganar la batalla. Como lo hizo el Cid hace mil años.
EN ESPERA…
Por principio, no le deseo la muerte a nadie, pero no puedo dejar de reconocer que sin Chávez dirigiendo Venezuela, las cosas cambiarán aquí en Nicaragua. Sin embargo, el peor error de cierta oposición es colocarse como buitres a esperar volando en círculos bajo la peregrina ilusión de que el poder les caerá solo en sus manos. Ni Daniel Ortega está para regalarle el poder a nadie, ni el país está para ser gobernado por personas que han sido incapaces de liderar un proyecto de cambios que vaya más allá de la repartición de cargos.
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