¿Qué pasará si muere Chávez? ¿Cuando mueren los caudillos, muere el cáncer del caudillismo? Tenemos un cáncer avanzado llamado caudillismo. Es utilizar a los empleados del partido y públicos, en obediencia ciega a un caudillo gobernante. Comienza en su propio partido y luego hace metástasis en las instituciones. El cáncer es institucional. Es institucional porque si el Consejo Supremo Electoral (CSE) no obedece a Ortega no roba elecciones. Si la Corte Suprema de Justicia (CSJ) no obedece no habría reelección ilegal. Si el poder judicial no obedece no habría impunidad, confiscaciones ilegales, asesinatos, condenas de orden político, si la Policía, CGR, INE, INSS, etc.
El tema del Estado ha sido en Nicaragua un péndulo de caudillos, cuyas oscilaciones dejan devastadas las instituciones públicas y al pueblo en mayor pobreza. Muchos jóvenes crecieron observando los desastres de Alemán, y ahora son aficionados al orteguismo. ¡Eso es normal en una democracia! Pero el pacto caudillista, y Ortega apropiándose del CSE, CSJ, reelegirse inconstitucionalmente y alterar resultados electorales, la eliminación ilegal de partidos, el despido de miles de trabajadores estatales, el robo de petróleo con deuda nacional, asesinatos de opositores, confiscaciones de propiedades de nacionales y de inversionistas externos, etc. Son los síntomas del cáncer caudillista. Actualmente hay decenas de miles dispuestos a desfilar ante un ataúd, aunque ese hombre haya matado y saqueado el Estado. Ser caudillo no es ser líder.
El modelo de poder caudillista fracasa. Monarquías que pasan a caudillismos, fascismos, dinastías, dictaduras, totalitarismos. Fracasan los de derecha porque producen desigualdad social. Y los de izquierda porque además de aumentar la pobreza, destruyen el derecho de los pueblos de desarrollarse en libertad. Las instituciones no están al servicio del pueblo, sino de un partido-familia. Las clases ricas y pobres llegan a odiarse, las facciones políticas a polarizarse y a guerra civil. La institución de la democracia, el modelo político que permite el equilibrio de derecha e izquierda, socialcristianos y libertarios, surge de estas crisis y guerras civiles que dejan más miseria.
¿Por qué no reinstaurar ya la democracia y crear un círculo positivo de prosperidad con líderes, no caudillos, que fortalezcan las instituciones, sin necesidad de odio de clases, polarización política y guerra civil? La democracia, un Estado de derecho, la inversión social verdadera, son la base de la atracción de capital empresarial. Con salud institucional, hay inversionistas locales y extranjeros interesados. Funcionan las empresas grandes y pequeñas que venden localmente o exportan. El empleo y la demanda interna suben, prosperando las pequeñas empresas. Hay atracción de capital, se reduce el riesgo, hay mayor financiamiento y se genera empleo sostenido. El Estado recibe impuestos suficientes para sus cuentas fiscales, hace alianzas para infraestructura e invierte en conjunto con la cooperación en el desarrollo en programas de verdadero alcance social y ambiental. Se aprovechan las oportunidades de desarrollo en mercados nacionales, latinoamericano y en el exterior.
Pero mientras otros países prosperan en libertad y democracia, Nicaragua sigue venerando caudillos que destruyen las instituciones de un pueblo en miseria. A los nicaragüenses no nos importa tener caudillos, aunque sean viles. ¿Por qué queremos autodestruirnos como sociedad una y otra vez? ¿Por qué no aprendemos del pasado? ¿Por qué seguimos pegando contra las paredes como chocorrones? ¿Por qué creer en caudillos, en lugar de creer en aquellos que fortalezcan las instituciones nacionales? Sabemos que son los pobres los que más sufren las noches negras de nuestra historia, caminando descalzos por piedras hirvientes. ¿Por qué dañarlos más?
El autor es ingeniero
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