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Douglas Carcache

Es civil, no servil

Ya no queda ninguna duda. El presidente Daniel Ortega acosa a la sociedad civil porque sólo quiere una sociedad servil, que avale lo que a él le dé la gana.

Si hacemos comparaciones históricas, una similitud importante entre Ortega y el dictador Anastasio Somoza Debayle, derrocado en 1979, es que ve a la sociedad civil como el enemigo principal.

El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), hoy partido personal de Ortega, sólo pudo tomar el poder en 1979 porque una sociedad civil mayoritaria, al margen de partidos políticos, decidió alzarse hasta botar al régimen somocista.

Consulté a personas que estuvieron muy vinculadas al FSLN en los años 1978 y 1979 y calculan que entonces esa organización guerrillera tenía entre 500 y mil miembros, entre militantes, armados y colaboradores, que aprovecharon la inconformidad de decenas de miles de ciudadanos urgidos de sacudirse a la dictadura, y así creció la rebelión popular.

Son los alzamientos espontáneos de la población los que al final estremecen los cimientos de las tiranías, como acabamos de ver en Egipto, estamos viendo en Libia e Irán y como nos recuerdan las imágenes de Nicaragua tras el asesinato del director de LA PRENSA, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en 1978, cuando el pueblo tomó las calles y retó a la Guardia Nacional.

Ortega, quien llegó a gobernar gracias a esa insurrección popular en 1979, es hoy el principal verdugo de la sociedad civil que se resiste a ser instrumento del FSLN, a la que niega derechos humanos como el de recibir a tiempo la cédula de identidad y elegir a las autoridades con libertad y justicia.

El régimen orteguista acaba de bloquear fondos de cooperación externa para organizaciones de la sociedad civil, con la intención de impedir la observación de las elecciones generales de este año, anulando otro derecho de los ciudadanos: saber si sus votos son respetados, si nadie los anula o roba, como sucedió en los comicios municipales de 2008, cuando el FSLN consiguió decenas de alcaldías de forma fraudulenta.

La Coordinadora Civil, de Nicaragua, acaba de publicar un recuento del asedio a sus organizaciones desde que Ortega volvió al poder en enero de 2007, y son múltiples las agresiones físicas a sus miembros, ejecutadas por turbas del FSLN.

Por ser un sector heterogéneo, en que confluyen organismos no gubernamentales, religiosos, gremiales, culturales y comunales, entre otros, la sociedad civil es la principal propulsora y defensora de los derechos sociales y políticos de los ciudadanos, frente al poder del Estado y los partidos.

Entre las definiciones de sociedad civil resalta su función de dar legitimidad al Estado. Por eso, los dictadores y quienes pretenden abarcar más poder del que la ley les permite, tratan de halagar y comprar a sectores de esta sociedad; y a quienes no consiguen someter, les reprimen buscando sus críticas y reclamos.

Así lo hizo Somoza y así lo hace Ortega. A Somoza lo derrumbaron a balazos en 1979 y a Ortega ya lo sacaron la primera vez del gobierno, en 1990, cuando la mayoría del pueblo votó contra él en una acción ciudadana. Ortega conoce, por tanto, cuál es el poder real de la sociedad civil, algo muy diferente a la corte servil.

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