Por Douglas Carcache.- Cada vez que en Nicaragua falla alguna inversión o plan de negocios ofrecido por Venezuela, es inevitable detenerse a ver qué pasa en la economía venezolana y, de manera especial, en las obras del gobierno de Hugo Chávez. Si las cosas van mal en esa nación del sur, pues, algún efecto tienen en este pequeño país centroamericano.
El entusiasmo de ganaderos e industriales nicaragüenses exportadores de carne, por haber conseguido el año pasado un “buen” mercado en Venezuela, se desvaneció la semana pasada porque el gobierno “solidario” de Chávez ha puesto trabas a la carne nicaragüense y ha convertido en problema lo que al inicio fue anunciado como una excelente oportunidad.
En febrero del 2009, el ministro de Agricultura nicaragüense, Ariel Bucardo, lo pronosticó así: “En el caso de Venezuela, nos ha mantenido los precios de la carne, lo mismo el precio de la leche, y nos va a dar un precio justo, como decimos, como es parte del Alba (Alternativa Bolivariana para las Américas), como es la política del Alba, como son los principios del Alba, y en ese sentido, pues nos va a comprar también novillos a precios bastante buenos, que nos permita mantener los precios a los productores”.
Un año después, los exportadores nicaragüenses se quejan de que Venezuela les cambió muy rápido las reglas del juego y la exportación cae. Al inicio les abrió las puertas por completo y ofreció todas las facilidades, pero cuando menos imaginaron el gobierno de Chávez empezó a colocar obstáculos que estropean el negocio, un acuerdo que apenas da sus primeros pasos y ya le meten el pie para que caiga.
Creo que en el sector privado de Nicaragua nadie esperó esos tropiezos, porque un análisis simple indicaba que Venezuela era un país muy necesitado de importar alimentos, dada la caída de su producción agropecuaria y la escasez perenne que padece. Cómo imaginar que alguien hambriento se esmere en poner trabas para retrasar la llegada de la comida que tanto espera. Además, dinero tiene, vende petróleo.
Un error de los empresarios nicas fue dejar abiertas las normas de exportación en los contratos, como ellos mismos admitieron. Da la impresión de que vieron a Venezuela como el mercado excepcional donde, por el discurso de Chávez contra las “injusticias” del comercio capitalista, las ventas fluirían y crecerían favorecidas por la bondad y justeza del Alba.
Sin embargo, los exportadores tuvieron los primeros problemas en febrero del 2009, el mismo mes en que Bucardo hacía vaticinios extraordinarios para el agro nicaragüense por la alianza con Venezuela. Los contenedores con carne, que debían ser desaduanados en cinco días en los puertos venezolanos, estaban tardando hasta 25 días en ese proceso. El negocio comenzaba a ser víctima del burocratismo del régimen chavista, que trata de acaparar todas las operaciones de la empresa privada, como las importaciones y la distribución.
Es cierto que Venezuela se perfila como un buen mercado, con más de 26 millones de habitantes y mucha necesidad de comprar comida, pero hay un factor que distorsiona el negocio: el Estado quiere ser el principal o único comprador, y éste pasa por serias dificultades económicas y políticas que le impiden operar con eficiencia. Por tanto, las trabas a la carne de Nicaragua pueden ser una táctica para retrasar o acabar el compromiso inicial, asumido por Chávez con más intención política que comercial.
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A