14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El viejo balón

Desde que los hermanitos (Juana y Pablo) se pelearon, los días parecían eternos. La discusión había sido tan fuerte que la casa estaba dividida en dos. Era como cruzar una cinta invisible desde el cuarto, la escalera, el comedor, las sillas y hasta la mascota terminó dividida.

Annetta Rayo

Desde que los hermanitos (Juana y Pablo) se pelearon, los días parecían eternos. La discusión había sido tan fuerte que la casa estaba dividida en dos. Era como cruzar una cinta invisible desde el cuarto, la escalera, el comedor, las sillas y hasta la mascota terminó dividida.

La pelea inició así: Pablo tenía un viejo balón que adoraba y su hermanita se lo llevó sin pedirle permiso. Como jugaban en la calle, la pelota terminó en la sala de una vecina a quien le decían ‘La Bruja’ por su pésimo carácter.

Todos echaron a correr y Juana no fue la excepción. El viejo balón terminó sumado a la colección de objetos indeseables de la vecina y la amistad de los dos hermanos mal, ya que el pequeño Pablo les contó a sus padres los sucedido y Juana fue castigada casi hasta la Navidad.

Todos en la casa estaban desesperados. Intentaron reconciliarlos con consejos, los amenazaron con castigos, les ofrecieron recompensas, pero nada resultó. El orgullo era más fuerte que las ganas de volver a disfrutar juntos.

A pocos días de la Navidad. doña Sandra, cansada de intentar hacer entrar en razón a sus hijitos, le escribió una carta al Niño Dios y ,por descuido, los chavalos encontraron una copia que decía así:

Querido Niño Dios:

Estoy muy triste porque mis dos pequeños llevan muchos días de estar peleados y no intentan hacer las paces; no entiendo cómo pueden estar bajo el mismo techo sin hablarse, ayudame, por favor.

Ambos leyeron la carta, avergonzados y arrepentidos decidieron terminar con la pelea.

Para Juanita no fue fácil, pues sabía que lo único que le devolvería la amistad de su hermano era el balón y ese aún estaba confiscado en el patio de la vecina. Pero debía perder el miedo y visitarla. Compró chocolates y se puso su mejor vestido. Al llegar no pudo más que desgajarse en llanto tratando de explicar:

−El balón es de mi hermano y desde el accidente, no me habla −le explicó.
La pequeña consiguió conmoverla y le regresó la pelota.

Por su parte, Pablo buscó un poco de pintura y en la casa del árbol escribió un letrero que decía:
Hermanita:

Sin ti los juegos no son divertidos. ¡Perdón!

En la mañana del 25 de diciembre todo volvió a brillar: La pequeña Juana había dejado la noche anterior el balón debajo del árbol y su hermanito se encargó de dejar señales en toda la casa, para que ella se dirigiera al jardín.

Ahí se encontraron: fue tal la felicidad de volver a estar juntos, que se olvidaron de terminar de abrir los regalos y se fueron a jugar con el viejo balón que los dos sabían representaba una amistad.

Adaptado del material de Los Valores de la Navidad.

Chavalos

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí