Todavía su nacimiento está nada más en papeles, pero desde ya los analistas aseguran que la criatura no tendrá mucho futuro. Después de un año de tanto anuncio, finalmente los países miembros del Alba firmaron el acuerdo constitutivo de la moneda común que han llamado Sucre, en honor a Antonio José de Sucre, comandante que lideró la independencia suramericana en el siglo XIX.
Hace un año los países de la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (Alba) firmaron un acuerdo para iniciar tareas de cara al establecimiento del Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos Recíprocos (Sucre), pero hasta ahora parece ir en serio la estrategia que ha encabezado el venezolano Hugo Chávez para contrarrestar al dólar estadounidense.
La idea de todo esto, según explica el catedrático de la Universidad Centroamericana (UCA), Luis Murillo, no es nada nuevo.
Ya en épocas anteriores, entre 1962 y 1992, Nicaragua tuvo una moneda común con respecto a la región centroamericana, al que llamaron “Peso Centroamericano”, sin embargo, éste no logró mantenerse por la debilidad de las economías de los países miembros.
“Se pretendía ahorrar el manejo de reservas internacionales, en dólares, frente a una relación comercial frente al resto del mundo. Todas las transacciones que se hacían entre ellos, en vez de pagarlas en moneda divisa, llámese dólar, la pagaban en una unidad de cuenta que nunca salió de manera física, el peso centroamericano”, recuerda Murillo.
Uno de los problemas que se enfrentó en nuestra región fue que ninguna de las monedas de los países centroamericanos era moneda vehículo, es decir, ninguna era aceptada en el resto del mundo como unidad de cambio. Algo similar a lo que ocurre hoy en la región latinoamericana que intenta impulsar el sucre.
Fue así que el peso centroamericano no corrió mucho y después de la crisis de los años ochenta, no logró superarse y ya a inicios de la década de los noventa del siglo pasado, pasó a la historia de las monedas virtuales.
Para que una moneda regional tenga éxito, debe pasar primero por varias etapas. Y su éxito depende de los logros y avances en materia regional, comercial y política.
El euro de la Unión Europea es ejemplo de ello. En 1979 los países europeos decidieron “cerrar filas” y establecer una zona de estabilidad monetaria creando el ECU. Eran momentos de crisis mundial y con esta medida pretendían ahorrar divisas de sus reservas internacionales.
“Lo que hacían era crear esa unidad de cuenta a través de una ponderación de todas las monedas que participaban, ellos establecían un doble tipo de cambio. Uno era con el ECU y las monedas nacionales y el otro entre monedas nacionales. Sin embargo, hay una diferencia en relación al sucre y el peso centroamericano, y es que en la Unión Europea estaban integrados los países con monedas fuertes como el marco alemán y el franco francés que servían de monedas vehículo”, añade el analista en materia económica Luis Morillo.
Y fue hasta 1992 que el sistema monetario europeo comenzó a concretarse con el nacimiento virtual del Euro, que vio la luz de manera física diez años después. O sea, los billetes euros salieron hasta el año 2002.
En Latinoamérica la intensión de crear una moneda regional no es vista con malos ojos. El economista Néstor Avendaño ya “varios países están tomando esa medida dada la debilidad del dólar en el mercado internacional. Por ejemplo los países exportadores de petróleo están viendo la posibilidad de adoptar el euro y no el dólar. Brasil y Argentina están operando con sus monedas locales. O sea, renuncian al dólar aunque mantienen una relación indirecta con la moneda estadounidense, pero ya no dependen de la divisa dólar”.
Las reservas internacionales de los países se establecen en oro, euros o dólares. Y es con estas divisas que cada cual realiza sus transacciones internacionales. Al establecer una moneda regional, los países del Alba dejarían de utilizar sus monedas de reservas internacionales y más bien pagarían a un banco central común en moneda local, según la tasa de cambio que se establezca con respecto al sucre.
Sin embargo, Avendaño opina que el sucre no logrará ningún impacto y si acaso existirá un ganador, los mayores beneficios los podría obtener Venezuela, ya que es el país con la economía más fuerte entre los miembros de Alba.
Ya que las tasas se establecerán según las reservas internacionales de cada país, en el caso de Nicaragua, podría tener una de las fijaciones más altas con respecto al sucre, ya que este país posee muy pocas reservas.
Eso sí, como explica el catedrático Luis Murillo, la ventaja sería que Nicaragua ya no estaría utilizando sus reservas para comprar petróleo, por ejemplo, sino que lo pagaría con sus propios córdobas en un banco central común, que según han dicho, su sede será en Caracas, Venezuela.
“La intensión es buena, que los países ahorren divisas al realizar transacciones entre ellos, en momentos de crisis, pero ninguna de las monedas es suficientemente fuerte para consolidar una zona de estabilidad monetaria, y la mayor parte de los países del Alba están en vías de desarrollo, con muchos problemas, enfrentando una crisis externa e interna, y difícilmente un sólo país que es Venezuela va poder sacarlo adelante. Son países que tienen contratos con el Fondo Monetario internacional y éste exige que tengan reservas internacionales en monedas vehículos, llámese oro, euro o dólar”, añade Murillo.
En el Portal del Alba (www.alternativabolivariana.org), se publicó un análisis realizado por el estudioso en procesos de integración, René Alberto Langlois, quien explica que al reemplazar las monedas locales de los países por una moneda internacional, común, tal como se plantea el sucre, puede funcionar como una estrategia para multiplicar el comercio entre los países que la utilizan, facilitar el acceso a los mercados financieros mundiales y favorecer la integración de los estados miembros.
Pero, señala a la vez la debilidad de las economías de los estados miembros del Alba y lo vulnerable que son ante las devaluaciones frente al dólar.
Además, como señala Murillo, un proceso de integración monetaria es el último paso cuando de integración regional se trata.
Aquí se quiere correr antes de gatear, dice. Un proceso de integración económica debe avanzar de manera lógica. Primero se tendría que consolidar una zona de libre comercio, luego de un relativo éxito se avanza en la unión aduanera, que es el desarme de las aduanas y sólo quedan aduanas periféricas en algunos países, luego en el mercado común con la libre circulación de la producción y luego la integración monetaria.