- Promesas de pago incumplidas, cansancio y enfermedades, obligan a la mayoría a desistir de “orar” por la paz
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Su objetivo era aparecer como un movimiento espontáneo que rogaba a Dios por la paz y pregonaba que “el amor es más fuerte que el odio”.
Pero el incumplimiento en el pago prometido, el cansancio luego de seis meses de largas jornadas bajo el sol, y las enfermedades provocadas por las inclemencias del clima, están lentamente poniendo fin al movimiento de los “rezadores” que hace seis meses se tomó las rotondas de la capital, con la promesa del Gobierno de que además de la comida recibirían una buena paga por sus rezos.
Pero hace seis meses el Gobierno de Daniel Ortega todavía parecía disponer de una fuente casi inagotable de dinero que venía de la venta del petróleo venezolano a los mismos nicaragüenses, pero ahora, con el precio que ha caído más de 100 dólares por barril, el cuerno de la abundancia parece haberse secado, al menos para los “rezadores”, y con éste el entusiasmo para agitar banderas a toda hora y “cantar al Amor de los Amores”.
El grupo que inicialmente estaba formado por unas 240 personas (ocuparon 8 rotondas y en promedio cada una tenía 30 “rezadores” por turnos de 24 horas), ahora apenas llega a 60 en total, o sea menos de ocho por rotonda, aunque en algunas ayer había sólo tres personas.
Los “fieles” que aún permanecen al pie del cañón, repiten constantemente que nunca se les prometió un salario, aunque reconocen que hubo algunas “promesas”, como denunció un grupo de personas que habita en las champas “de los afectados del Nemagón”, de donde ha salido la inmensa mayoría de los “rezadores” y que la semana pasada se rebelaron por la falta del pago prometido que incluía, según ellos, hasta una casa.
Además, muchos consideran “justo” que se les entregue una “ayuda económica” por su “trabajo espiritual” de tantos meses.
QUE CUMPLAN PROMESAS
“En las reuniones nunca se nos prometió un sueldo, pero hubo promesas de ayuda. Nosotros desarrollamos un esfuerzo muy grande por mantener la armonía en el país, y lo justo es que se cumplan esas promesas, ya que existen las posibilidades para hacerlo. Porque si se nos planteó es porque había posibilidades”, explica Santos Rivera, responsable del grupo de ocho “rezadores” que aún permanece en la Rotonda La Virgen.
El grupo espera con fe la llegada de esa “ayuda económica”, sin importar cuál sea la cantidad.
Lo mismo ocurre con los cuatro “rezadores” que permanecen en la Rotonda Jean Paul Genie. “Sería bueno que se nos reconozca el trabajo que estamos haciendo por la paz del país”, dijo Petrona Flores.
Carlos Hernández dirige a los nueve oradores que hacen turno en la Rotonda Rigoberto López Pérez, insiste en que la permanencia en el movimiento religioso es voluntario y que no tienen ningún vínculo con el Gobierno o algún partido político, sin embargo, en sus palabras se puede oír el discurso gubernamental.
“Nuestro único fin es orar por la paz y para que este Gobierno, que es el único que se ha preocupado por el pueblo, continúe trabajando por el bien de los pobres y nos siga ayudando a todos”, afirma Hernández.
Sin embargo, de los 60 oradores ninguno conoce a algún dirigente religioso que esté involucrado en la organización o logística del movimiento. Además, aunque la mayoría se confiesa evangélico, en algunas de las rotondas dicen pedirle a la imagen de La Purísima y hasta le colocan flores, acción nada común para un evangélico.
“DIVINA MISERICORDIA” LES PROVEE
Todos los oradores coinciden en que tres veces cada día la “Divina Misericordia les provee el alimento”. Aseguran no saber de dónde ni cómo llega, pero agradecen que en los casi 180 días de oración, de manera uniforme en todas las rotondas, con una puntualidad envidiable, y un menú diferente cada día, aparecen los tres tiempos de comida caliente, empacada en dispensadores de poroplast y bolsas plásticas rosadas.
Además, aprovechan algunas visitas para pedir ayuda. “Ustedes podrían colaborar con nosotros, los periodistas ganan muy bien”, expresó Carlos Hernández.
En la Rotonda El Güegüense, Sebastián Escorcia trata de ocultar que el grupo se ha reducido, pero luego reconoce que por diferentes “circunstancias” sólo quedan ocho.
“Hay mucha inconformidad, problemas internos y muchos están enfermos. Los vientos de las últimas semanas han sido muy fuertes y nos han afectado bastante. Otros ya están muy cansados y han decidido volver a sus casas”, señala Escorcia.
Efectivamente, los vientos de las últimas semanas han causado sus estragos; en la Rotonda Cristo Rey se llevó el toldo y tuvieron que desmontar el campamento. En el resto de rotondas también es evidente el daño causado y algunos han optado por reforzarlos con plástico negro, pero éste también ha cedido ante los vendavales.
En la piel de los oradores también se aprecian los estragos. Se dice que la mayoría de los que han abandonado la misión, lo han hecho por causa de las enfermedades provocadas por la larga jornada a la intemperie, que aunque no tiene fecha para concluir es evidente que se acerca a su fin.
Aprovechan para expresar que se sienten ofendidos porque los medios de comunicación los bautizaron como “los rezadores”, ya que sólo los católicos rezan y ellos, que son evangélicos, oran. También se quejan de las ofensas que constantemente reciben de los automovilistas que circulan en la zona y le piden a Dios les regale a esas personas tolerancia y respeto para que aprendan a vivir en paz.