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Diez años sin Madre Teresa

[doap_box title=”” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] Personalmente, creo que develar sus secretos no la demeritan en nada. Al contrario, al conocer sus tribulaciones, la mujer mito se nos hace más humana y real. [/doap_box] “¡Esta noticia sobre Madre Teresa me cayó como un rayo! ¡no me lo creo todavía! Cincuenta años, ¿te das cuenta? ¡cincuenta años de […]

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Personalmente, creo que develar sus secretos no la demeritan en nada. Al contrario, al conocer sus tribulaciones, la mujer mito se nos hace más humana y real.

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“¡Esta noticia sobre Madre Teresa me cayó como un rayo! ¡no me lo creo todavía! Cincuenta años, ¿te das cuenta? ¡cincuenta años de duda y de oscuridad! ¡es simplemente increíble!”.

Quien confiesa esto es nada menos que la famosa religiosa belga Soeur Emmanuelle, pronta a cumplir 99 años, 76 de ellos en la vida religiosa, dedicada también a los más pobres como la de Madre Teresa de Calcuta, pero en Egipto.

En una entrevista con el diario parisino Le Monde, aparecida en la edición del jueves, la religiosa, de hablar franco y con vitalidad, se refiere a sus propias dudas existenciales y teológicas y emite sus juicios de las últimas revelaciones sobre la gran misionera albanesa —su contemporánea y con la cual se le compara— que vivió en India.

El miércoles 5 de septiembre se cumplieron los diez años de la muerte de la beata de Calcuta. Esa condición se la concedió Juan Pablo II en 2003, en un proceso sin precedentes por su rapidez.

Ese día, salió a luz el libro en inglés Come Be My Light (Ven y sé Mi Luz), una recopilación de su correspondencia de varias décadas con sus diversos confesores.

Se nos revela aquí una figura muy distinta a la de la imagen pública que conocemos de este ícono del siglo XX. Vemos a una mujer dedicada al servicio de Dios en cuerpo y alma, pero que, por largas décadas, en medio de su dura existencia, estuvo llena de incertidumbre, en soledad, con el tormento de sentir una ausencia de Dios, esperando una señal suya.

“Jesús has a very special love for you. (But) as for me—The silence and the emptiness is so great—that I look and do not see,—Listen and do not hear”. Este es un fragmento de una carta de Madre Teresa al padre Michael Van der Peet de septiembre de 1979, tomado del artículo de la revista Times de hace dos semanas que causó sensación. En mi traducción libre: “Jesús tiene un amor especial por ti. (Pero) en cuanto a mí, el silencio y el vacío son tan grandes que miro sin ver, escucho sin oír”.

Semejante admisión es más sorprendente si tomamos en cuenta que fue hecha unos tres meses antes de que la religiosa pronunciara su discurso de admisión del Premio Nobel de la Paz el 11 de diciembre de 1979.

Nunca conocí en persona a esta santa en vida, pero sí entré en contacto directo con su obra y su legado en la India.

En diciembre de 1999, terminaba un curso periodístico en Nueva Delhi y hacia el final de aquella estadía, emprendí un viaje de unos dos mil kilómetros que me llevó a Varanasi, a Bodhgaya y a Calcuta. Varanasi, cuyos orígenes se pierden en el tiempo, es la principal ciudad sagrada del hinduismo a orillas del mítico río Ganges. Bodhgaya es un centro de peregrinación budista donde, se cree, Buda alcanzó el nirvana. Y Calcuta era para mí el lugar donde estaban los centros originales de las misioneras de la Caridad, la orden fundada por Madre Teresa.

Quedé impactado en Calcuta. Mi primera impresión fue en Nirmal Hriday o Lugar del Inmaculado Corazón, un refugio para enfermos, al cual los más pobres de los pobres pueden llegar a morir con dignidad en vez de expirar en la calle. También estuve en Nirmal Shishu Bawhan, el lugar para los niños huérfanos y en Prem Dan, un refugio para los mayores y los enfermos de lepra. Relaté mis experiencias en una serie de trabajos publicados en LA PRENSA desde el 26 de diciembre de aquel año.

Me causaron una honda impresión la sencillez del trato de las monjas, la calidez transmitida — tanto por las religiosas como por los voluntarios extranjeros laicos— a los seres que eran el destino de sus cuidados y la trascendencia social de su trabajo. Calcuta está llena de millones de pobres y en la India, la pobreza tiene una dimensión de degradación que no conocemos aquí. Es lo más asombroso de ese gigante lleno de contrastes que igualmente posee armas atómicas y genios informáticos de primera categoría mundial.

Admiré a Madre Teresa al ver lo que había construido y lo que hacían sus seguidoras. No poseo una vocación sacerdotal y aun si la tuviera, dudo que quisiera dedicar mi vida entera a un trabajo como éste. Y porque ella y sus hermanas de fe lo han hecho, les doy mi admiración y respeto.

Asimismo, me hizo reflexionar lo que decían los voluntarios. Charles Roth, un abogado estadounidense especialista en migración, me dijo: “Como abogado, en mi trabajo la gente es un caso a resolver, a ganar. Pierdo la perspectiva de la gente como seres humanos. Venir aquí me permite recuperar esa visión”.

Madre Teresa no fue la única de esos grandes hombres y mujeres de fe en experimentar la angustia de la lejanía de Dios, esa “noche oscura” del alma de la que habla San Juan de la Cruz. Cristo mismo se sintió abandonado en la cruz por el Padre, según narran los Evangelios.

El libro no es obra de un detractor, sino una recopilación hecha por el líder de la causa de la Madre en el Vaticano, el padre Brian Kolodiejchuk.

Personalmente, creo que develar aquellos secretos no la demeritan en nada. Al contrario, al conocer sus tribulaciones, la mujer mito se nos hace más humana y real.

“Estoy por la verdad”, sostiene Soeur Emmanuelle en Le Monde.

“Y la complejidad de Madre Teresa, de la cual dan testimonio estas cartas, la acerca a la gente que en el presente están en la duda y desprovistos de esperanza. Eso muestra la fuerza de la voluntad, del coraje, de la perseverancia. Esto también da un valor al sufrimiento. Madre Teresa se humaniza. ¡Sus dudas la engrandecen!”.

Cuánta razón tienes, Soeur Emmanuelle.

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