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Las enseñanzas del 22 de enero

Wilfredo Montalván

Nuestra patria en sus casi dos siglos de historia republicana ha sido azotada por terremotos, sequías, inundaciones y por todas las desgracias que la naturaleza inclemente ha sido capaz de hacer caer sobre las espaldas laceradas de un pueblo digno de un mejor destino. Pero la mayor de todas las desgracias lo constituye, sin duda alguna, su Clase Política.

La mejor prueba está que los tres mejores hombres que Nicaragua produjo en el siglo pasado: el Gral. Augusto César Sandino, el Gral. Benjamín Zeledón y el Dr. Pedro J. Chamorro Cardenal, fueron sacrificados por sus contemporáneos y sus cuerpos lanzados a las aguas putrefactas de bastardas ambiciones.

Y es que los nicaragüenses no acabamos de aprender que las políticas excluyentes; la propensión firmemente arraigada de mantener el estado-botín; la falta de interés en fortalecer la institucionalidad democrática; las imposiciones arbitrarias; y las “vivianadas” como se dice en el argot popular, sólo nos han llevado a encerrarnos en un círculo vicioso que una y otra vez ha desembocado en cruentas guerras fratricidas con graves quebrantos para el país.

Hace 34 años, el 22 de enero de 1967, las calles de Managua se vieron ensangrentadas, centenares de compatriotas en su mayoría campesinos fueron despiadadamente masacrados; y miles fuimos a parar con nuestros huesos a la cárcel porque demandábamos muchas de las cosas que hoy siguen pendientes de realizarse en la Agenda Nacional.

Por aquellos días se había organizado la Unión Nacional Opositora (UNO), la que estaba integrada por el Partido Conservador; el Partido Social Cristiano y el Partido Liberal Independiente. Había otras organizaciones, como el Partido Socialista, que también la respaldaban pero por razones tácticas no aparecerían abiertamente formando parte del bloque opositor. Estábamos a menos de 15 días de las elecciones nacionales a verificarse el 5 de febrero próximo en las que se postulaban para la Presidencia de la República el Gral. Anastasio Somoza Debayle, por el Partido Liberal y el Dr. Fernando Agüero Rocha, por la oposición. Era evidente que Somoza en su afán de perpetuarse en el poder, tenía todo preparado para realizar un monstruoso fraude electoral debido a la enorme popularidad que por aquellos días tenía el máximo líder de la oposición de Nicaragua.

La UNO, en el eterno afán de democratizar este desventurado país, estaba demandando entre otras cosas lo siguiente: a) Imparcialidad en la campaña electoral b) Elaboración de un confiable Padrón Electoral c) Cédula de Identidad d) Participación justa en los Tribunales Electorales encargados de organizar y controlar las elecciones. En otras palabras, muchas de las cosas que se siguen demandando hoy.

¿Y cuál fue la respuesta de la dictadura aquel fatídico 22 de enero ante aquella gigantesca manifestación de casi 100 mil personas? Ametrallar al pueblo que pacíficamente se había apostado a todo lo largo y ancho de la Avenida Roosevelt en demanda de unas elecciones con igualdad de oportunidades para todos los que quisieran participar.

En aquellos tiempos de triste recordación, el dictador Somoza tenía una Asamblea bajo su absoluto control; un Poder Electoral bajo su incondicional servicio; y un ejército represivo y brutal. Tenía también un Poder Judicial corrupto con jueces como el Dr. Ariel Quintana Zapata, quien fulminó con auto de segura y formal prisión a 31 nicaragüenses en una bárbara sentencia que en su parte conducente dice así:

“Por tanto, basado en lo anterior y en los Artos. 45, 46 Const. 91, 92, 93, 94, Ha Lugar a que sufran prisión indefinidamente los siguientes ciudadanos: 1) Wilfredo Montalván 2) Silvio Guerrero 3) Tito López 4) Edén Pastora 5) Herty Lewites 6) Ramón Ernesto López 7) Luis Eulogio Trejos 8) Aquiles Centeno Pérez 9) Dr. Pedro J. Chamorro Cardenal 10) Roberto Arana Arceyut 11) Danilo Aguirre Solís 12) Alejandro Gómez Guadamuz 13) Sergio Aguirre Solís 14) Carlos J. Guadamuz 15) Ciro Molina 16) Enrique José Morales 17) Juan del Carmen Rosales Porras 18)Orlando Matus 19) Plutarco Silva 20)Tello Sánchez 21) Julio Conrado 22) David Tejada Peralta 23) Rómulo García H. 24) Donaldo Guerrero García 25) Candelario López G. 26) Efraín Sánchez Sánchez 27) Samuel Santos López 28) Manuel Pérez Estrada 29) René Pérez Sandoval 30) Pedro Turcios Ramírez y 31) Carlos Willy Aguilar”.

Es por tal razón, que para los que creemos como el prócer mexicano Benito Juárez de que “el respeto al derecho ajeno es la paz”, no estamos de acuerdo con que se excluya a nadie en los procesos electorales porque todos tenemos igual derecho a elegir y ser electos y sobre todo cuando se trata de la grave responsabilidad de escoger a nuestros gobernantes. Porque como decía el costarricense Rogelio Fernández Güeil: “cuando se le quita a un hombre el derecho el sufragio se le pone en la mano un fusil” y es verdad de perogrullo que quien no aprende de la historia está condenado a repetirla.

Recuerdo que pocos días antes del 22 de enero de 1967 en una entrevista que publicó LA PRENSA el ex Dictador de Guatemala, Gral. Miguel Idígoras Fuentes, le aconsejó al Gral. Somoza que permitiera elecciones libres y se apartara, de lo contrario “estaría creando las condiciones para que se incubara el comunismo en Nicaragua como había ocurrido en Cuba después de Batista”. Todos sabemos lo que ocurrió en Nicaragua 12 años después. ¿Por qué los nicaragüenses no aprendemos de las ricas enseñanzas que nos ofrece nuestra historia? ¿Callaremos ahora para llorar después?.

* El autor es dirigente socialdemócrata.  

Editorial
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