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Honestidad o tributo a la verdad

Ministerio Arquidiocesano de Predicación “Madre de la Nueva Alianza”

Pareciera que una de las virtudes humanas en carestía en el mundo actual es la honestidad. Esto se puede deducir, sin especial esfuerzo, al observar el ámbito de las relaciones interpersonales y con sólo penetrar en el mundo de la actividad humana, ya sea comercial, político o gubernamental. Los medios de comunicación se encargan de destacar las constantes quejas de los ciudadanos, sin faltar las críticas acerbas de quienes se sienten defraudados en su buena fe por la deshonestidad de ciertos políticos y funcionarios públicos.

La honestidad representa uno de los ángulos de la verdad. Honesto es el hombre que actúa según la verdad o lo que cree que es la verdad, sin buscar torcerla con tal de inclinarla a favor de sus propios intereses personales o partidarios. La persona honesta llama las cosas por su nombre y admite la realidad en toda su crudeza, sin tratar de negarla, exagerarla o disminuirla, porque para quien es honesto la verdad vale más que su propio egoísmo y prestigio.

Honestidad existe en el hombre o la mujer de una sola pieza, que en su relación prescinde de usar la doblez, la malicia o astucia malsana, es decir, la doble intención. El honesto no engaña, no procede con ventaja ni alevosía.

Cuando Jesús vio a Natanael, dijo: “Este si es un verdadero israelita en quien no hay dolo”. Jesús alaba a Natanael por la simplicidad de su interior, por ser hombre de una sola cara, por su honestidad; porque Natanael es como es, es o que es y se presenta tal cual es y seguramente actúa en sus relaciones con los demás con sencillez, trabajando siempre con rectitud, sinceridad y justicia, con nobleza de corazón.

La deshonestidad es sinónimo de corrupción. Es deshonesto por lo tanto el alumno que compra el aprobado de los exámenes, como deshonestos resulta ser también quien se los vende; el policía que acepta o propicia “mordidas”, como el conductor que burla la ley del tránsito por medio de soborno; el médico que retarda la curación de sus pacientes deliberadamente con tal de explotar económicamente a quienes han depositado su confianza en él. Deshonestos es el evasor de impuestos, la ama de casa que sin razón justificada aumenta el precio de la canasta básica o de cualquier otra compra. Deshonesto es el candidato a un puesto público que promete sin intención de cumplir, quien en las campañas políticas finge amar a los niños y a los pobres, chinea a unos, abraza y besa a otros y otras para más tarde portarse indiferente y despreocupado respecto a los asuntos sociales… Los casos pueden multiplicarse y es de no acabar jamás.

Jesús fue honesto con sus discípulos, puesto que no se limitó a hablarles de las bellezas del Reino de los cielos prometido, sino también de la renuncia, el desprendimiento y el sacrificio que implica seguirlo, no nos ocultó la realidad de la cruz de cada día, la parte dura de su Evangelio, no nos da “la con dulce” a sus seguidores, nos presenta “las duras y las maduras”, tal como solemos decir en nuestro medio. El no habla de una cosa para luego salir con otra.

La falta de honestidad constituye uno de los factores que más incide en la ruptura de las relaciones interpersonales y sociales, fomenta la división y la discordia, aviva los resentimientos y las frustraciones, es fuente de desconfianza.

Ser honesto es rendir culto a la verdad, hablar y actuar de acuerdo a lo que realmente se piensa, sin engaño, sin fingimiento, sin vender santidades a nadie. El hombre honesto merece el respeto de todos. Cultivemos la virtud de la honestidad.  

Editorial
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