La mayoría de los jóvenes de alguna manera son supersticiosos, según demuestra un sondeo realizado por Aquí Entre Nos. Esta encuesta revela que nuestra cultura se encuentra impregnada de lo real e inaudito
1) SALVADORA PADILLA, 20 años
Sí, porque he puesto en práctica varias cosa que me han resultado.
Generalmente soy supersticiosa a todas esas cosa de hechizos, objetos que te dan buena suerte yo creo, pues fíjate que un día puse una escoba detrás de la puerta para que se fuera una persona que se encontraba en mi casa y, sabes, me resultó, se fue.
2) HAROLD RAMOS, 20 años
No, de ninguna manera. Soy más “mentalista” que otra cosa, para mí no existen las supersticiones son creaciones del hombre.
Para mí todo es ficción, como lo del Viernes 13 o Halloween, son creaciones del mismo hombre.
3) CAROLINA MONTANO, 20 años
Un poco, no mucho…
Me da temor pasar por debajo de una escalera, las predicciones, los sueños te revelan algo, al leer el horóscopo. ¡Claro! Algunas menos que otras les creo.
4) JAVIER ARAUZ, 16 años
No, no me considero así. No creo en las cosas míticas, como eso de que dicen del gato negro te trae mala suerte o de leer tu signo. Pues lo que es saber el futuro de los que nos va a suceder sólo Dios es el que sabe.
LOS AGËIZOTES, DESPLAZADOS POR HALLOWEN
La Carreta Nagua, La Mocuana, El Cadejo, La Llorona, La Chancha Bruja, y muchos otros espantos pinoleros han sido desplazados poco a poco por una festividad que se ha convertido mundialmente en los últimos años producto de la globalización. En nuestro país, desde 1990 que regresaron de Estados Unidos muchas personas que se encontraban allá por estar en desacuerdo por el régimen de los 80, trajeron la costumbre de celebrar el Halloween.
Y ya que hablamos de Halloween, quiero decirles que esta palabra se deriva de otras dos: “Hallow”, que quiere decir santos, y “E’en”, que es una contracción del término “even” que significa víspera; por lo tanto Halloween, es la víspera del día de todos los santos y se celebra la noche de el 31 de octubre.
LA INVOCACION DE SAMAN
Esta tradición se deriva de los ritos de los Druidas (sacerdotes de tribus europeas llamadas Celtas) para celebrar el día que Samán, el dios de los muertos, invocaba a los malos espíritus a reunirse, la última noche del año, para examinar los acontecimientos del futuro, y además, que visitara a sus antiguos hogares en la tierra.
Cuando los romanos, conquistaron los territorios dominados por las tribus celtas, especialmente en Escocia, e Irlanda, añadieron a estas “fiestas”, el festival romano de la cosecha, que realizaban el 1 de noviembre en honor a Pomona, diosa de los árboles frutales, y cambiaron su celebración para el 31 de octubre.
En la religión de los Celtas se daba culto a numerosos dioses y objetos naturales, como árboles y pozos, sus sacerdotes, los Druidas, que generalmente eran adivinos, magos, brujos; acostumbraban prender grandes fogatas en Halloween, aparentemente con el propósito de protegerse de los malos espíritus. Otra costumbres de influencia romana, que aún persiste, es la de formar caras grotescas en calabazas huecas, y encender veladoras dentro de ellas.
LA INFLUENCIA ROMANA
Dada la amplia cobertura del imperio romano, en la era del cristianismo, estas “fiestas” fueron incorporadas paso a paso por las “celebraciones cristianas”, y actualmente se han convertido en festivales populares.
Actualmente se celebra, visitando las casas de los vecinos, exigiéndoles dulces, a cambio de no hacerles ningún daño o travesura, esto lo hacen vestidos de brujos, diablos, muertos, monstruos, vampiros y usualmente las bolsas que llevan tienen motivos de calabazas huecas, gatos negros y otros.
Esta costumbre importada de los Estados Unidos, reemplazó mucho nuestras costumbres autóctonas. Sin embargo, en la ciudad de Masaya, bautizada como la Cuna del Folclore Nicaragüense, se preservan los bailes del Toro Venado y los Ahuizotes durante las fiestas más largas de todo el país. Muchas personas disfrazadas de diablillos, la muerte y otros personajes de ultratumba, salen a danzar a las calles dentro de un espectáculo sin par en todo el territorio nacional.