¿Quién dice que la tele no educa? Podría ser el argumento de una pequeña pidiendo ver televisión en lugar de repasar las tablas de multiplicar. Pero es que depende de qué veas en la tele y qué reflexión obtienes. Hace poco me preguntaron por qué me gustaba Lilo y Stich y respondí, “es el exiliado de Disney que encuentra a su familia chiquita y rota, pero buena”.
Stich es un experimento, un “monstruo”, según las autoridades del planeta en el que fue creado y es condenado al exilio en la tierra donde se convierte en parte de una familia extraña junto a Lilo y su hermana.
El saber que aun cuando eres sacado del país que te vio nacer puedes encontrar una familia y crear un proyecto de vida, me parece muy tierno.
Disney ha abordado el tema del exilio en algunas de sus películas y Stich vendría a ser el exiliado de referencia. Pero por ejemplo cuando Simba en el Rey León huye de sus tierras por las ideas que le mete en la cabeza su propio tío, que lo quería lejos para asumir el poder con toda comodidad, nos hace reflexionar en los exiliados que le estorbaron a un gobernante.
En general las películas infantiles pueden ser usadas para explicar temas complejos como Peter Pan, que, aunque los niños perdidos no son exiliados, son bebés que se cayeron de sus cunas cuando los descuidaron, nos muestra a estos pequeños casi en un nivel de esclavitud y tortura, que es más claro en el libro que en la película infantil.
Luego tenemos conflictos familiares como los de Encanto, que dicho sea de paso, inicia con el exilio de la abuela cuando acababa de tener trillizos, se escapaban de la violencia y encontraron un “milagro”, un “Encanto”, haciendo referencia a una especie de pueblo en medio de las montañas.
He leído comentarios en redes sociales sobre lo interesante que es el tío de Simba, Scar o el porqué deberíamos hablar de Bruno, el tío de Mirabel en la película Encanto que se esconde luego de predecir algo que hasta ese momento parecía malo para la familia.
Ya alguna vez hablé de cómo la tele sí educa, de cómo podríamos explicar lo maravillosa que puede ser una discapacidad con Dumbo, que podríamos hablar de lo difícil de crecer con Peter Pan, de cómo los verdaderos príncipes te regalan una biblioteca como en La Bella y la Bestia y cómo se puede explicar el exilio con Stich e incluso la búsqueda de un proyecto de vida.
Y aunque ya salimos de la época navideña cierro con otro exiliado, uno que por ser diferente se fue a una montaña, sí, el Grinch, que simplemente no es como lo quieres, de hecho lo describen como “un qué a quien no le gusta la Navidad”.
Muchas películas a simple vista tienen un final feliz, pero hay esas pláticas pendientes con los más pequeños como Scar, Bruno o Max, el perro que acompaña al Grinch, si todo lo que el personaje verde tiene es encontrado en la basura, como es que termina con un cachorro, pero esa es otra historia.
La autora es licenciada en Ciencias de la Comunicación.