La primera vez que se habló del 10 de enero como un día de fiesta cívica en Nicaragua fue el 15 de marzo de 1984. Ese día la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional de la primera dictadura del Frente Sandinista (1979-1990), nombró a los miembros del Consejo Supremo Electoral (CSE) para organizar las votaciones de aquel año que dejaron a Daniel Ortega como presidente del país.
Las fechas y circunstancias siguen frescas en la memoria de un veterano periodista en retiro que cubrió las elecciones de aquel año y los siguientes procesos electorales hasta 2006, cuando Ortega regresó al poder tras 16 años de intentar ocupar, por las buenas y por las malas, la Banda Presidencial que perdió en 1990.
“En el discurso público de la época el Consejo de Estado, que fungía como órgano legislativo compuesto por militantes sandinistas y organizaciones ligadas al FSLN, reivindicó la fecha del 10 de enero, que era el aniversario del magnicidio de Pedro Joaquín Chamorro (asesinado el 10 de enero de 1978), como el día especial para regresarle a Nicaragua el estatus de República”, dice el periodista en retiro, quien preserva su identidad en anonimato por seguridad.
“Nicaragua volverá a ser República”
“Me acuerdo que, a finales de 1983 en los programas de Cara al Pueblo, que eran actos donde los miembros de la Junta de Gobierno sostenían encuentros públicos con los sectores sociales, se retomó como consigna de que sólo si había elecciones legítimas ‘Nicaragua volvería a ser República’”, recuerda.
La frase “Nicaragua volverá a ser República” es del periodista mártir de LA PRENSA, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, como lo confirman numerosas publicaciones y un video antiguo de un discurso suyo pronunciado en diciembre de 1977 en un mitin político en Chinandega.
Un mes después de aquel discurso fue asesinado en Managua por matones vinculados a la dictadura de la familia Somoza, a quienes Chamorro Cardenal criticaba duramente desde LA PRENSA.
La alusión a la frase del director del periódico no dejaba de ser una “actitud de cara dura” en boca de los sandinistas, dice el periodista e historiador, ya que para entonces habían censurado al Diario y perseguido a sus periodistas y a la familia del mártir.
El veterano exguerrillero sandinista Moisés Hassan Morales, exmiembro de la Junta de Gobierno, recuerda que, en efecto, en el marco de las elecciones de 1984 se propuso el 10 de enero como la fecha para entregar la Banda Presidencial al que resultase electo en los comicios del 4 de noviembre de 1984.
Sin embargo, no recuerda que desde el Frente Sandinista se haya usado la frase “Nicaragua volverá a ser República” para entusiasmar al pueblo a participar en las elecciones de aquel año, aunque tampoco lo descarta.
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Aquel 10 de enero de 1985
A partir de 1984, el CSE recién electo por el Consejo de Estado y ratificado por la Junta de Gobierno, estableció en el calendario electoral de 1985 el día 10 de enero como fecha oficial del acto de toma de posesión presidencial, en homenaje a Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.
Las elecciones de ese año, desconocidas como legítimas por Estados Unidos, llevaron a la Presidencia a Daniel Ortega, quien vestido de militar se ciñó la Banda Presidencial por primera vez el 10 de enero de 1985 para gobernar Nicaragua hasta finales de 1990.
Ortega, cuyo período concluiría a finales de 1990, no terminó su mandato por el contexto de la guerra civil y la presión internacional que obligaron a su dictadura militar a aceptar una reforma constitucional para adelantar las elecciones en febrero de ese año.
De ahí resultó electa Violeta Barrios de Chamorro, a quien Ortega entregó la Banda Presidencial para después boicotear al gobierno con asonadas sangrientas bajo su grotesca política de “gobernar desde abajo”.
Los 16 años de democracia en Nicaragua
Irónicamente la presidenta Barrios de Chamorro fue la única mandataria de los siguientes gobiernos democráticos que no recibió la Banda un 10 de enero, sino el 25 de abril de 1990.
El 10 de enero de 1997 ella entregó la Banda Presidencial a Arnoldo Alemán, quien derrotó a Ortega en los comicios de 1996.
Luego Alemán entregó la Banda azul y blanco al presidente Enrique Bolaños, quien también derrotó a Ortega en los comicios de 2001.
No obstante, Alemán no solo transmitió la Banda Presidencial a Bolaños sino que en la sombra pactó con Ortega una reforma electoral que redujo el porcentaje de votos mínimos para alcanzar la victoria presidencial y eso le permitió a Ortega regresar al poder en las elecciones de 2006, con un 38 por ciento de los votos.
De nuevo Ortega se ciñó la Banda Presidencial el 10 de enero de 2007 y desde entonces, mediante la manipulación de las leyes, fraudes electorales y represión, se ha atornillado al poder durante 18 años en tres farsas electorales consecutivas.
Antes del retorno de la dictadura sandinista en 2007, los 10 de enero posteriores a la fecha de toma de mando, los presidentes electos solían presentar un informe anual de sus avances a la Asamblea Nacional o al pueblo mediante discursos, entrevistas a los medios y otros recursos.
Ortega también acabó con esa práctica democrática desde que regresó al poder en enero de 2007.
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El 10 de enero bajo los Ortega Murillo
Cada 10 de enero, una fecha cargada de simbolismo en la historia reciente de Nicaragua, ha transitado de ser un día de memoria y lucha por la democracia a convertirse en un emblema de la perpetuación autoritaria, a criterio del analista político Enrique Sáenz.
“El 10 de enero fue institucionalizado para honrar a Pedro Joaquín Chamorro, un hombre que entregó su vida por sus ideales democráticos. Hoy, la fecha recuerda la instauración de una dictadura familiar que contradice todo lo que él representó”, afirma Sáenz, quien subraya que la lucha por rescatar el significado histórico y moral de esta fecha es crucial en la batalla por la memoria y la justicia en Nicaragua.
Sáenz recuerda que el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, el 10 de enero de 1978, marcó un punto de inflexión en la lucha contra la dictadura familiar de los Somoza. Su muerte encendió la chispa de una insurrección popular que culminó con el sangriento derrocamiento de ese régimen.
“Chamorro representó una figura ética y moral, un líder que conjugó pensamiento y acción: periodista, empresario, político, y hasta guerrillero cuando las circunstancias lo demandaron”, dijo Sáenz.
“Pedro Joaquín fue un hombre de coherencia y principios”, destaca Sáenz. “Luchó contra la corrupción y por una Nicaragua democrática, siendo un ejemplo de verticalidad en su vida pública y privada. Su legado es la antítesis del proyecto autoritario encabezado por Daniel Ortega”, señala.
Chamorro Cardenal fue declarado Héroe Nacional mediante la Ley 813, aprobada por la Asamblea Nacional el 3 de octubre de 2012.
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Guerra contra LA PRENSA y batalla por la memoria histórica
En febrero de 2014, en otra reforma constitucional aprobada, el preámbulo de la Carta Magna evoca el nombre de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal como “Mártir de las Libertades Públicas”, título otorgado mediante decreto del Consejo de Estado en noviembre de 1980.
Aun en la reformulación de la Constitución Política ordenada en 2024 por la dictadura Ortega Murillo para profundizar su tiranía, se respeta la mención a Pedro Joaquín Chamorro Cardenal como “Mártir de las Libertades Públicas”.
Sin embargo, en el aniversario de su muerte cada año los dictadores Ortega y Murillo no lo mencionan, no evocan sus principios ni permiten que nadie se acerque a rendirle tributo al gigante monumento público que en su memoria se erigió en Managua cerca del edificio de la Asamblea Nacional.
Al contrario, la dictadura confiscó el edificio y los activos del Diario LA PRENSA en agosto de 2022, obligó a sus periodistas al exilio, a la vez que apresó, condenó, desterró y confiscó los bienes de hijos e hijas de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, y a directivos del Diario.
Asimismo, desde 2018 hasta la fecha el régimen tiene prohibido celebrar cualquier acto de manifestación pública, incluyendo la conmemoración del aniversario del Héroe Nacional.
Para Sáenz, rescatar el significado original y ético del 10 de enero en Nicaragua es un acto de justicia y resistencia que hoy cobra más vigencia que nunca.
“La memoria histórica es también un campo de batalla. Reivindicar a Pedro Joaquín Chamorro y su lucha contra la dictadura tiene una dimensión ética que debemos preservar y recuperar no solo los 10 de enero, sino todo el tiempo”, manifestó.