Si le preguntas a 100 comunicadores, un buen porcentaje —me atrevería a decir que más del 50 por ciento de ellos— dirá que no les gustaban las matemáticas y por eso se dedicaron a algo que no tuviera números y fórmulas. Como dice un meme que me encanta desde que cumplí cuarenta (hace unos añitos) “ternuritas”.
Cuando entré en la carrera de Comunicación Google no estaba ni en idea. Sí, estudié sin internet y aun así recibí estadística social. Así que me dispuse a disfrutar las tablas y los números, pero sobre todo como aprendí luego: “Hacer que los números hablen”.
Con el tiempo aprendí mucho de internet: del correo electrónico empezando por Latinmail, de redes sociales partiendo desde Hi5 y así. La universidad no me enseñó sobre redes sociales en la red, pero el conocimiento más valioso fue aprender a aprender.
Nuevamente la disposición para explorar esos números que se colaban poco a poco en una carrera que se suponía no tenía nada que ver con las fórmulas. El primer número fue el 8, curioso porque puesto al revés es el infinitito y es el potencial que tiene el análisis de datos en marketing digital. Por qué ocho, porque es la cantidad de segundos que Facebook considera se debe quedar una publicación en un dispositivo para contar un alcance.
Luego uno ve los números clásicos: los “me gusta”, comentarios y compartidos, pero ¿eso qué significa? Y dónde están las fórmulas. Bien, estos datos son interacciones, te ayudan a saber de tus publicaciones cuál generó más reacción de tu audiencia.
La primera fórmula que aprendí es la del engagement o compromiso con la marca. Ahora, hagamos hablar los números. Qué porcentaje de ese alcance hizo algo. Se suman las interacciones y se dividen entre el alcance y se multiplican por cien y listo. Ese es el número que dice si estamos logrando el compromiso con la marca.
La matemática simple de la comunicación digital nos permite saber si lo que estamos haciendo está funcionando.
Y ahora el momento revelador, lo que digo no es algo nuevo. Las matemáticas simples estaban en lo que puede ser considerado “comunicación tradicional”, en lo particular creo que la comunicación es la misma, aunque cambien las plataformas. Por ejemplo, si hace unas décadas eras comunicador de una empresa gastabas X cantidad en publicidad, desarrollabas anuncios para prensa, radio y televisión y luego analizabas si las ventas o los clientes incrementaban o disminuían.
No hay que saber matemáticas a nivel de física nuclear, pero sí considerar cuáles son los indicadores que nos ayudan a saber si estamos haciendo un buen trabajo.
Asimismo, otra fórmula que me parece importante en la comunicación es cuánto vale tu hora de trabajo y de esto me ha tocado ver el cálculo en otra carrera como el diseño gráfico para no pagar menos de lo que la gente que trabaja conmigo merece.
Con consultorías con organismos internacionales este es un indicador importante. Te pagan por día de trabajo y te miden con indicadores como productos realizados.
Ya con las nuevas habilidades que requieren los comunicadores y el surgimiento de los emprendedores las matemáticas están más presentes y entones es hora de que esas “ternuritas” despierten y empiecen a disfrutar los números tanto como las letras o la presencia en una pantalla.
La autora es licenciada en Ciencias de la Comunicación.