Medios internacionales informaron que este martes 22 de octubre falleció el teólogo y sacerdote católico peruano Gustavo Gutiérrez, creador de la teología de la liberación.
El fallecimiento de Gutiérrez es de interés en Nicaragua, por cuanto este es uno de los países latinoamericanos donde más influyó la teología de la liberación también llamada de “la iglesia popular”. En los años ochenta, la teología de la liberación fue mezclada con el marxismo-leninismo y los conceptos antimperialistas de Sandino, para sustentar y justificar ideológicamente la Revolución Sandinista.
La teología de la liberación surgió como corriente ideológica dentro de la Iglesia católica en los años 60 del siglo pasado, promovida por sacerdotes, teólogos y laicos católicos, entre los cuales destacaba el peruano Gustavo Gutiérrez. Fue inspirada en los enunciados del Concilio Vaticano II (1962-1965), de que “no se debe dar como ayuda de caridad lo que se debe por razón de justicia” y que “han de suprimirse las causas y no solo los efectos de los males sociales”.
Sin embargo, al asociarse con el marxismo leninismo y la violencia revolucionaria la noble aspiración cristiana de justicia social derivó en el apoyo y sostenimiento de una cruda y cruel dictadura que sometió y empobreció más a la gente que supuestamente quería redimir.
En Nicaragua, un grupo de destacados sacerdotes católicos como Ernesto Cardenal enarbolaron la teología de la liberación para apoyar al FSLN en la lucha por el derrocamiento de la dictadura somocista, y luego en el sostenimiento y justificación de la Revolución sandinista.
Al menos cinco de aquellos curas revolucionarios desempeñaron cargos prominentes en la dictadura sandinista de aquellos años, compartiendo los discretos logros en favor de los pobres y marginados. Pero también corresponsabilizándose de los desmanes y atropellos revolucionarios que se perpetraron inclusive contra la Iglesia católica y la religión cristiana en general, que fueron más que las buenas obras que se le podría acreditar a la primera Revolución sandinista.
Sobre esta existe una extensa literatura que incluso es usada masivamente en el sistema nacional de educación, desde la primaria hasta la universitaria, para adoctrinar a la niñez y la juventud en la dañina ideología del sandinismo 2.0, o sea el ortegamurillismo.
Una visión crítica de lo que significó realmente la “teología de la liberación” para Nicaragua la ofrece el libro Regresión en la Revolución, capítulo Cristianismo y Sandinismo escrito por Humberto Belli Pereira. Este libro se puede encontrar en la Biblioteca de Enrique Bolaños, que está en internet y recomendamos su lectura a quienes les interese ahondar en el tema.
Como suele suceder en estos casos, al fracasar la Revolución sandinista de los años ochenta no hubo una autocrítica de los representantes y activistas de la teología de la liberación. Y si acaso la hubo, no la conocemos.
Ernesto Cardenal (q.e.p.d.) en el último tramo de su vida fue un fuerte crítico de la versión orteguista del sandinismo y escribió un libro titulado La revolución perdida, tercera parte de su autobiografía que más bien parece una autohagiografía, como se llama la historia de la vida de los santos. Pero no se autocriticó, sino que reafirmó su convicción de que los curas revolucionarios hicieron lo correcto en aquel período turbulento y cruento de la historia nacional reciente; y que fueron los demás los que se equivocaron.
Para Ernesto Cardenal, la Revolución sandinista “se perdió”, o sea que fracasó, no por su inviabilidad histórica, sus grandes errores y graves abusos, sino “por la injerencia norteamericana, por la guerra que hicieron las administraciones de Reagan y de Bush, el bloqueo económico y la prohibición del comercio de Nicaragua con EE.UU.” Y se limitó a criticar que “tras las elecciones (de febrero de 1990, que las perdieron) los principales líderes sandinistas hicieron una gran repartición de bienes”. O sea la famosa y vergonzosa “piñata sandinista” que los convirtió en millonarios miembros de una nueva y poderosa clase burguesa de Nicaragua.
Al informar sobre la muerte de Gustavo Gutiérrez, el medio argentino Infobae ha recordado que el papa Francisco reconoció en 2018 “su contribución a la Iglesia y a la humanidad, enviándole una carta por su 90 cumpleaños en la que agradecía su servicio teológico y su opción preferencial por los pobres y los descartados de la sociedad”.
Sin duda que Gustavo Gutiérrez era una gran persona cristiana que de buena fe promulgó la “teología de la liberación”. Pero desdichadamente para él, quienes la llevaron a la práctica la desacreditaron irremediablemente.