Montreal es una ciudad de muchos encantos. No pocos escondidos. Es una isla en medio del majestuoso río San Lorenzo; es una ciudad francófona que también habla inglés; y su gran mayoría, habla un tercer o cuarto idioma; es puerto fluvial grande; tiene un canal pequeño de exclusas (Lachine); sus habitantes –mayoritariamente francófonos— son súbditos de la corona británica; y según el censo de 2021, aquí viven unos 2,200 nicaragüenses. Bueno, ahora en 2024 seguro hay más nicas.
El Canadá es un país de inmigrantes. Con una población de 40 millones, distribuidos en 8.5 millones de kilómetros cuadrados, aunque la mayoría concentrados al sur. Canadá tiene la décima economía mundial y necesita nuevos ciudadanos para dinamizarla. Además, había mantenido cuotas altas de recepción de inmigrantes, debido a la baja tasa de natalidad anual: 1.2 por ciento (cifras de 2021).
El año pasado recibió cerca de medio millón de refugiados, provenientes en su mayoría de países en conflicto: Ucrania, Siria. Pero, se abrió a recibir a cubanos y mexicanos, sin embargo, el mes pasado, el premier de la Provincia de Quebec François Legault dijo que las puertas estaban cerradas para nuevos inmigrantes, debido a la tensión causada en los servicios de salud, la falta de viviendas, escuelas, centros de afrancesamiento, en esta provincia. Unos meses atrás el ministro federal de inmigración Marc Miller había dicho que las cuotas se iban a disminuir significativamente.
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Montreal está en la provincia de Quebec, que tiene aspiraciones independentistas, como Cataluña, Escocia, Cerdeña. Pero esta tendencia ha disminuido por las ventajas del federalismo moderno y los balanceados arreglos entre políticos quebequenses y anglos.
Entre naturaleza y cultura
Lo primero que llama la atención al arribar a Montreal es que se siente uno indistintamente en territorio francés, en una ciudad estadounidense, o en una ciudad escandinava.
Montreal tiene 130 parques con todas las facilidades deportivas modernas y para hacer picnic, acampar, colgar hamacas, cocinar, correr, hacer ciclismo.
Hay 25 teatros que presentan espectáculos culturales, artísticos, circenses, todo el año. Hay 52 museos, uno de ellos, el Musée de Beaux Arts (Museo de Bellas Artes), alberga obras de pintores como Dalí, Degas, Picasso, Miró, Giacometti, Monet, Manet, Cézanne y otros pintores extraordinarios.
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En los 19 distritos de Montreal –cada uno con su propia alcaldía–, hay pequeños teatros y casas de la cultura: verdaderos semilleros y vitrinas artístico-culturales. Hay 45 librerías públicas. Éstas prestan libros, discos, periódicos, revistas, en varios idiomas.
La metrópolis tiene 4.3 millones de habitantes; de ellos (censo de 2021) 287,865 son latinos; y 2,200 nicaragüenses.
¿Qué ver en Montreal?
Mucho. Tiene una basílica, la del Oratorio de Saint Joseph, de arquitectura parisina. Está ubicada sobre una colina. Es de granito, con naves majestuosas y vitrales coloridos.
Saint Catherine es una de sus arterias principales: una vía vibrante, colorida, llena de tiendas de todas las marcas y en la cual, al desembocar en La Place des Arts, hay variados espectáculos durante la primavera y el verano: desde música clásica, canto lírico, desfile de modas, festivales de jazz, salsa, música afrocaribeña, reguetón, pop, rock. En pocas palabras, es una calle alegre, donde siempre hay mucho que ver, oír, apreciar, degustar, o contemplar.
El Vieux Port (Viejo Puerto) está a orillas del Río San Lorenzo: en la zona adyacente al viejo Montreal. Es un embarcadero, zona de restaurantes, tiendas, corredores, con un gran malecón. Aquí yace el Cirque du Soleil, espectáculo portentoso, creativo y cautivador. El río ahí es una carretera traficada de barcos, yates, lanchas, veleros, cargueros gigantescos; y por el cielo las gaviotas y garzas salpican el aire, creando una fotografía que evoca al distante mar. El San Lorenzo ahí entra con sus brazos largos, abrazando la ciudad. La arquitectura junto al puerto evoca a Londres.
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El mirador de Mount Royal es un parque en lo alto de la ciudad. Ahí, se puede hacer picnic, caminar, meditar, ver ardillas u oír pájaros. Desde ahí se ve todo el centro de la ciudad, sus edificios, puentes, y otras creaciones urbanas.
Hay más que ver. Montreal no cabe en un artículo.
¿Cuándo es mejor visitar Montreal?
En verano u otoño. Esta es ciudad para los que aprecian el arte y la cultura. Es un híbrido europeo y norteamericano. ¡Ah! Pero no faltan los malls que se despliegan por el centro subterráneo de la ciudad. El clima ha forzado a crear un mundo paralelo, movido incesantemente por el comercio.
El transporte público es de primera: metro, buses, trenes. Sirve a incautos, encanecidos, desprovistos y acaudalados. Es eficiente, puntual. Por cierto, los servidores públicos y las gentes todas son corteses y cooperativos. En Montreal no hay bulla, ni agitación. Sino sosiego y solaz.
Aunque en esta isla hay cientos de restaurantes de todos los continentes: los platos de la cocina local son pocos: Poutines (papas fritas con queso y salsas al gusto), Tourtiére (una especie de pastel de carne con una sazón variada), los crétons (paté de cerdo), que lo comen todos, y otros platillos.
Francia acá no heredó su prodigio culinario. ¿Será porque Catalina de Medici no pudo ejercer su influencia sobre los colonizadores franceses que llegarían a América?
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Je ne sais pas.
Siempre hay algo que descubrir en sus 19 distritos de gentes de variada procedencias y razas. Es una ciudad-isla cuyas gentes aman la naturaleza, la buena cultura. Los montrealeses saben vivir, tolerarse, entenderse, y gozar.
Desde la mayoría de los aeropuertos de Centroamérica se puede llegar a esta ciudad en los aviones de Copa, Avianca, Aeroméxico, Air Canada o Air Transat.