En su edición del martes 24 de septiembre corriente LA PRENSA informó que de las 500 personas más influyentes de América Latina escogidas por Bloomberg en Línea, 29 son de Centroamérica y Panamá, entre ellos únicamente dos de Nicaragua.
LA PRENSA explica que Bloomberg en Línea “es la versión en español del influyente medio estadounidense Bloomberg”, que es una gran agencia mediática internacional con sede en Nueva York y “ofrece noticias, imágenes, videos y datos de actualidad de empresas, política, economía y de finanzas”.
Por el perfil de Bloomberg no sorprende que la mayor parte de las 29 personas seleccionadas como las más influyentes de Centroamérica y Panamá sean empresarios privados.
Por cierto que los dos de Nicaragua incluidos entre los más influyentes de Centroamérica, Carlos Pellas Chamorro y Piero Coen Ubilla, son exitosos empresarios que tienen intereses en diversas ramas de la economía, desde la agroindustria y la turística hasta la financiera y de bienes raíces.
La explicación de que solo dos empresarios nicaragüenses figuran en la lista de personas centroamericanas más influyentes, radica en el mal momento que está pasando actualmente el clima de negocios y la actividad empresarial privada en Nicaragua, por la deplorable situación política del país.
Como es bien conocido, varios líderes empresariales del sector privado fueron encarcelados por motivos políticos y luego desterrados, e inclusive despojados de su nacionalidad nicaragüense. Además, todas las organizaciones gremiales del empresariado nicaragüense fueron canceladas por el régimen que también les quitó importantes incentivos a la actividad empresarial en el país.
No obstante, la inclusión de los dos empresarios privados de Nicaragua, entre los 29 personajes más influyentes en Centroamérica y Panamá, demuestra la gran importancia de la economía libre o capitalista, aún en circunstancias tan adversas como las que hay actualmente en este país.
El poder político de Nicaragua se identifica como “socialista” y así lo consignó en la Constitución, pero lo cierto es que en la realidad este es un país económicamente capitalista. Y está bien que así lo sea, y que lo siga siendo, porque la economía socialista no promueve el desarrollo, la prosperidad y el progreso, sino que hace todo lo contrario. Solo la economía capitalista tiene capacidad para promover esos objetivos virtuosos.
Sin embargo, como dice Víctor Díaz en una investigación promovida por la Fundación Institucional Española (FIES), “el capitalismo ‘requiere’ de un Estado que le sea favorable, como lo es igualmente que la estabilidad de un sistema político ‘requiere’ de una economía relativamente próspera”.
Ahora bien, para que se pueda dar esa sincronía entre un Estado facilitador y una economía pujante, tiene que haber libertad, democracia y Estado de derecho, por un lado, y por otra parte la clase empresarial privada necesita ser independiente, relacionarse armoniosamente con el poder político, pero no ser sometida a este.
El capitalismo clientelista o “de amigos”, como se le llama a esa forma de economía capitalista en la que el funcionamiento de los negocios depende de la sumisión o de una estrecha relación interdependiente de los empresarios con los funcionarios gubernamentales, inevitablemente genera corrupción y causa el estancamiento de la economía.
El caso actual de Nicaragua es un buen ejemplo de esa grave anomalía.