Una de las frases que constantemente cruza los pensamientos del defensor de derechos humanos, Braulio Abarca, es la que expresó el excarcelado político Alex Pérez cuando le realizaron una entrevista para un informe de derechos humanos. El entrevistador le preguntó: “¿Cómo estás?” y el excarcelado le respondió: “Aquí, volviendo a ser humano”.
Abarca, quien tiene 13 años de experiencia en la defensa de derechos humanos asegura que cuando esta frase viene a su mente, siente un nuevo impulso para continuar en la defensa de los derechos humanos. En su ejercicio profesional brindó talleres sobre derechos humanos en Nicaragua, acompañó a víctimas a raíz de la represión del régimen de Nicaragua desatada por las protestas de abril de 2018 y actualmente, aunque fuera de su país, continúa acompañando a víctimas desde el exilio en Costa Rica.
El 24 de diciembre de 2018 tuvo que exiliarse en Costa Rica, puesto que en Nicaragua corría el riesgo de ser encarcelado. Según Abarca, defender derechos humanos siendo exiliado requiere de un esfuerzo mayor al ser también una víctima del régimen Ortega Murillo.
“Defender derechos humanos en el exilio es una experiencia nueva, porque sos un defensor de derechos humanos, pero también una víctima. El hecho de reconocerte como víctima es difícil. Sin embargo, uno lo logré”, relató Abarca.
Empezó a defender derechos humanos sin darse cuenta
Braulio Abarca nació en Managua el 29 de septiembre de 1990. Abarca relata que siendo niño, despertó en él la incomodidad ante injusticias contra otros menores de edad o discriminación contra otros niños o niñas.
“Cuando entré a la adolescencia empecé a notar que a las personas LGBT se les discriminaba. Creo que ser una persona LGBT me ligó a mi compromiso en la defensa de derechos humanos”, relató.
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Esto lo llevó a estudiar derecho en la Universidad Centroamericana (UCA), que fue confiscada por el régimen Ortega Murillo en agosto de 2023 y convertida en la Universidad Nacional Casimiro Sotelo.
Según Abarca, estudiar en la UCA lo acercó al derecho con un enfoque social y en esa etapa sintió mayor compromiso con la defensa de los derechos humanos.
“Recuerdo que en 2008 hubo un concurso en la UCA para abordar un caso hipotético de violaciones a derechos humanos y como se podría llevar el caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, refirió.
De la UCA al Cenidh
Abarca recuerda que en 2011 abrieron pasantías en la UCA y entre estas estaba una para desarrollarla en el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), a la que aplicó y quedó seleccionado.
El Cenidh es una organización de promoción y protección de derechos humanos fundado en mayo de 1990 por un grupo de personas, entre ellas, la doctora Vilma Núñez.
“Me acuerdo que me llamaron (en el Cenidh) en febrero y empecé en marzo de 2012. Mi vida cambió a partir ese momento. Cuando llegué, me atendió Gonzalo Carrión, que era Director Jurídico en ese tiempo”, aseguró.
Abarca recuerda que con Carrión y con su desempeño en la organización amplió sus conocimientos en diversas áreas del derecho.
“De Gonzalo Carrión aprendí el compromiso con las víctimas y que son el corazón de las organizaciones defensoras de derechos humanos. Ahí aprendí sobre derecho internacional, laboral, de familia y penal, porque llegaba cualquier tipo de consulta. Llegaban las víctimas y las acompañábamos”, afirmó.
Pero también, Abarca aseguró que guarda una reflexión de Núñez que según él han sido de gran importancia en su desempeño como defensor de derechos humanos: “defender derechos humanos es un estilo de vida y que el mejor lugar para defenderlos no es detrás de un escritorio. Defender derechos humanos es enfrentarse al poder que los viola”.
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En junio de 2017, Abarca se fue a Honduras y regresó al Cenidh en abril de 2018 para documentar los primeros casos de violaciones de derechos humanos en el marco de la crisis sociopolítica a través del área de defensa y denuncia.
El caso más difícil en Nicaragua
Abarca recordó dos de los casos que acompañó como defensor de derechos humanos en Nicaragua en 2018 y que le causaron más impresión.
“En junio de 2018 llegaron dos madres a documentar como asesinaron a sus hijos en la marcha del 30 de mayo. Uno de esos casos fue el joven Jonathan Eduardo Morazán Meza que recibió un balazo fulminante en la cabeza. Ese día, llego otra persona a denunciar el asesinato de su hermano”, dijo.
Recordó también dos casos de dos mujeres a las que acompañó en la búsqueda de sus familiares. Una de ellas lo encontró en la Dirección de Auxilio Judicial y la otra en la morgue del Instituto de Medicina Legal.
“Lo que sentía era impotencia por no poder hacer nada. Fuimos muchas veces a la Fiscalía a denunciar asesinatos, pero no hizo absolutamente nada. Eso generó un sentimiento de frustración porque las víctimas exigen justicia y los defensores de derechos humanos debemos dar aliento a las personas”, puntualizó.
El exilio: la etapa más difícil
El 12 de diciembre de 2018, la Asamblea Nacional de Nicaragua, controlada por el régimen Ortega Murillo, canceló la personería jurídica del Cenidh.
“Recuerdo el cierre del Cenidh como un día lúgubre. El 13 de diciembre sacamos todo lo que se podía para salvaguardar la memoria histórica y los expedientes. Fue un día muy triste pensar que dejábamos parte de nuestra vida como defensores de derechos humanos”, recordó Abarca.
También recordó que a partir de ese día no volvió a su casa. Se movilizó en viviendas de amigos para resguardarse y salió rumbo a Costa Rica el 23 de diciembre de 2018, para llegar a San José al día siguiente.
“El exilio ha sido un desafío, pero acá conocí a personas extraordinarias que me enseñaron a ser mejor persona y a enfrentar al poder violador de derechos humanos. Creo que ha sido un aprendizaje”, refirió.
El nacimiento del Colectivo Nicaragua Nunca Más
Abarca y otros defensores de derechos humanos nicaragüenses que se exiliaron en Costa Rica no se rindieron. En diciembre de 2018 Abarca se reunió con otros cinco colegas para sumar esfuerzos y crear una organización de derechos humanos.
“En enero decidimos juntarnos con la idea de crear un colectivo o una organización que defendiera derechos humanos con un enfoque de memoria histórica para no olvidar estas violaciones. En varios países de Latinoamérica existieron los “informes nunca más”, que recopilaban violaciones de derechos humanos para la reconstrucción de la memoria histórica”, recordó Abarca.
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En sus inicios, Abarca refirió que el Colectivo estuvo en la Iglesia Luterana Costarricense, donde permaneció por casi dos años.
“Al defender derechos humanos, uno debe entender que se vuelve blanco de los poderes reales y fácticos. Además, hay que estar conscientes de que defender derechos humanos en Nicaragua puede llevarte a la cárcel”, refirió.
También en el vecino país del sur ha acompañado casos muy difíciles. Uno de estos fue el de un excarcelado político que desapareció en Costa Rica.
“Estando en Costa Rica, una de las cosas que más me ha dolido fue de un excarcelado político que desapareció y su familia vino a buscarlo a Costa Rica. Se buscó y lo encontraron en un estado de gravedad y abandono. Fue doloroso acompañar ese caso”, relató.
Abarca aseguró que, pese a que los dos primeros años fueron los más difícil en su desempeño como defensor de derechos humanos, está convencido de su compromiso de continuar desempeñando esta labor.