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Everth Cabrera es una estrella apagada. Sus días como beisbolista de Grandes Ligas quedaron atrás y sus problemas de bipolaridad, alcoholismo y adicciones han provocado que sus últimos años los viva en desgracia.
Recientemente fue encontrado tirado sobre la calle de una zona peligrosa del mercado Oriental en Managua. Según reportó LA PRENSA, dos policías que patrullaban la zona durante la madrugada reconocieron al pelotero sobre la cuneta y lo llevaron a un centro hospitalario.
Nadie sabe cómo llegó ahí, ni siquiera él mismo pudo explicar a los agentes policiales qué hacía en ese lugar.
Cabrera fue internado en el Hospital de Atención Psicosocial Dr. José Dolores Fletes, el mismo en el que ya había estado internado en meses anteriores y del que una prima lo llegó a sacar. “Dejen al hombre en paz. No le está haciendo daño a nadie y está en proceso de recuperarse”, dijo una persona cercana a la familia que fue consultada para este reportaje.
En los últimos meses, Everth Cabrera ha tenido varias recaídas de drogas y alcohol, mismos que no ha dejado desde hace diez años cuando regresó a Nicaragua después de una destacada carrera en el beisbol de Grandes Ligas de Estados Unidos. Ha tenido varios intentos de rehabilitación, pero siempre termina dejándolos.

En varias ocasiones se ha apartado del deporte, y en otras ha intentado retomarlo. Incluso en 2020 se anunció que sería pícher del Tren del Norte, de Estelí, pero ahora aparece en redes sociales peleándose con los directivos del beisbol nicaragüense quienes le prohibieron volver a jugar por no estar en condiciones.
En 2023 fue incluido en el Salón de la Fama del deporte nacional, pero el mismo Cabrera ha expresado su inconformidad. “Ahora vienen a meterme al Salón de la Fama. Yo no como de eventos ni con placas, ni trofeos, y hoy les voy a pedir que me saquen del Salón de la Fama, no me interesa el Salón de la Fama y les pido que me saquen de eso, porque eso no da ni un solo peso”, expresó en sus redes sociales.
El comisionado del Instituto Nicaragüense de Deportes, Carlos Reyes, dijo en una ocasión, a través de medios de comunicación oficialistas, que Cabrera debía agradecer a Daniel Ortega y Rosario Murillo porque le habían ayudado en sus días de excesos. Cabrera le respondió molesto.
“No, bola de pendejos que ni saben trabajar. Yo no le estoy pidiendo nada a nadie solo quiero trabajar y no mendigar. Todo lo que tengo me lo he ganado a pulso. A mí don Daniel Ortega ni doña Rosario Murillo me han dado nada. Yo no soy como ustedes bola de atenidos, mantenidos que no saben trabajar ni mucho menos cuidar”, señaló en sus redes sociales.

Estrella
Los días de Everth Cabrera en el beisbol comenzaron desde que era un jovencito en Nandaime, de donde es originario. Él mismo contó en una ocasión a El Nuevo Diario que tuvo una infancia feliz de niño de pueblo. Era inquieto y le gustaba ir al río a cazar garrobos, conejos y gallinas que luego llevaba a su casa para comer porque a veces solo se alimentaban de arroz “pelado”.
“Ni siquiera teníamos qué comer. Fue una vida muy dura, pero en parte feliz”, relató.
Everth Antonio Cabrera Membreño es el hijo único de doña Xiomara Membreño y don Everth Cabrera. Nació el 17 de noviembre de 1986. “A los cinco años empecé a quitarle la vida a mi mamá en ese sentido, me tiraban pelotas de beisbol y de futbol para ver qué deporte se me iba metiendo en la cabeza”, aseguró Cabrera a El Nuevo Diario.
Jugó futbol por un tiempo corto, pero el beisbol fue lo que terminó por atraparlo. Sus primeros partidos fueron en una liga infantil en Nandaime en donde jugaba descalzo o con chinelas Rolter.
Su madre se preocupaba porque se dedicara al estudio, pero a veces él no iba a clases por quedarse jugando beisbol.
A los 16 años, Cabrera empezó a jugar en la liga Mayor A, en Nandaime y, posteriormente, con los Indios del Bóer. Se fue a vivir a Managua.
Cabrera relató en una entrevista que para aquel entonces se quedaba a dormir en el estadio del Bóer, mientras le decía a su madre que estaba en un hotel para que no se preocupara por él. “Fue una etapa bien dura. Las condiciones que nosotros tenemos son diferentes a las de otros países. Nos quedábamos a dormir en la oficina del estadio y era duro, yo tenía tantas ganas de salir adelante y de fajarme en lo que yo siempre he querido”, relató Cabrera.
Sin embargo, Cabrera empezó a deslumbrar con su bateo con el Bóer y llamó la atención de varios reclutadores. Él quería firmar pronto con un equipo de Grandes Ligas y por las noches se iba a correr las 60 yardas del estadio para ponerse en forma. Su desventaja era su altura. Él medía 1.78 metros, lo cual es un tamaño muy pequeño para un equipo de Grandes Ligas.
Un día, reclutadores de los Rockies de Colorado llegaron a Managua para hacer pruebas con jóvenes y firmar a algunos. Cabrera hizo la prueba, pero no la pasó, así que cuando el equipo llegó a Nandaime con el mismo propósito, Cabrera nuevamente se anotó y ahí sí fue escogido.
La razón de que lo escogieran es que a Cabrera se le hicieran ampollas en las manos por el bate, lo cual significaba que no tenía mucho entrenamiento bateando. Los reclutadores alegaron que sin entramiento lo hacía muy bien, entonces bastaba pulirlo para que fuera un gran bateador.
El 11 de junio de 2004, a sus 17 años, Cabrera firmó con los Rockies de Colorado por 5,000 dólares y se fue a República Dominicana a un campamento de beisbol para entrenar junto con otros jugadores promesas de Latinoamérica.
Durante los entrenamientos, le preguntaron si podía batear a los dos lados, y a pesar de que no sabía cómo hacerlo, él dijo que sí porque no quería dejar de ser considerado para el primer equipo. Ahí aprendió a batear como zurdo, pese a que él es derecho.
Cabrera estuvo poco más de cuatro años en las ligas menores con los Rockies, hasta que el 11 de diciembre de 2008 los Padres de San Diego lo firmaron para el primer equipo a través de una regla que consiste en que los jugadores de ligas menores que no han sido promovidos por sus equipos a ligas mayores, quedan como agentes libres y otro equipo los puede tomar.
Con los Padres de San Diego jugó como campocorto. Para muchos especialistas, esta es una de las posiciones más difíciles del beisbol pues la persona debe tener piernas rápidas y ágiles, además de un buen tiempo de reacción e instinto. También se necesita tener buen brazo para lanzar y atrapar los batazos que van por esa zona. Debe saltar alto y en ocasiones caer sobre el césped para atrapar una bola, mientras corre entre segunda y tercera base.

Pero una de las grandes virtudes de Cabrera fue su velocidad. Durante sus años en Grandes Ligas se caracterizó como un gran robador de bases y en 2012, su mejor año, fue líder de bases robadas de la Liga Nacional, con 44 de 48 intentos.
Para el año 2013, Cabrera fue llamado al Juego de Estrellas y hasta entonces solo dos nicaragüenses en la historia habían sido convocados para este juego: Dennis Martínez y Vicente Padilla.
En sus siete años en Grandes Ligas, Cabrera promedió 246 puntos, a lo largo de 510 juegos. En total conectó 450 imparables, incluidos 73 dobles, 20 triples y 12 jonrones. Impulsó 132 carreras y anotó 228. Además, se robó un total 138 bases.
La caída
Sucedió en 2013. Estando en la cúspide de su carrera, en Estados Unidos estalló un escándalo por una lista de jugadores vinculados a la clínica Biogénesis, en la cual se suministraba sustancias a jugadores para mejorar su rendimiento.
El nombre de Cabrera estaba en esa lista y tras una prueba resultó positivo a esteroides. Él dijo en ese entonces que los había usado para tratar una lesión en su hombro, lo cual le costó una sanción de 50 partidos sin jugar. Este fue recordado como uno de los episodios más deshonrosos del beisbol nicaragüense.
Cabrera luego ofreció una conferencia de prensa y entre lágrimas pidió perdón a sus fanáticos, a sus compañeros de equipo y a sus organizadores. “Todos los jugadores que dejamos muchas cosas en nuestros países, venimos acá y somos ignorantes en muchas cosas. Tengan cuidado con las personas que se les acercan. Ellos no ven por ustedes, pero nadie necesita ninguna sustancia para jugar en Grandes Ligas y hacer una carrera de 10 años. Lo único que deben hacer es enfocarse y trabajar más fuerte para rendir”, dijo.
Con ese escándalo comenzó la caída de Cabrera. En 2014 fue detenido en su vehículo conduciendo bajo efectos de la marihuana y se opuso al arresto de los agentes policiales. Cabrera tuvo que pagar una multa para salir en libertad.
En diciembre de ese mismo año, los Padres de San Diego prescindieron de Cabrera y en 2015 pasó a jugar con los Orioles de Baltimore, pero le terminaron dando de baja por su bajo rendimiento.
Luego tuvo una temporada corta con los Gigantes de San Francisco, quienes lo ubicaron en la categoría Triple A, con el equipo de Sacramento, pero su rendimiento fue muy bajo y también fue dado de baja por el equipo.
Ese mismo año, 2015, también jugó con los Tomateros de Culiacán, en México, pero solo estuvo por cuatro partidos hasta que le dieron de baja por mal comportamiento y bajo rendimiento.
Cabrera regresó a su natal Nandaime y el 25 de noviembre de 2015 fue internado en el hospital psiquiátrico. En aquella ocasión, Cabrera se metió con su camioneta a un estadio de beisbol durante un juego infantil. Parqueó el vehículo en el centro del campo y cuando la Policía entró a sacarlo, comenzó a pelearse con ellos.
Cuando llegó a la clínica, intentó agredir a uno de los médicos y días después se supo que había estado en una discoteca y se quitó la camiseta para pelear con otra persona.
Cabrera habló con la revista DOMINGO sobre estos hechos en 2020. “Fue un año turbulento. De andar en marihuana y andar en alcohol, todo cruzado, perdido, realmente. Estuve en el psiquiátrico por lo mismo. Trataba de controlar los nervios que tenía. Yo estaba alterado, enojado, frustrado, de todo. De todo un poco”, manifestó.
Pero los problemas no acabaron ahí. En junio de 2016 fue arrestado cerca de su casa en Nandaime, después de agredir sin motivo a una persona. Fue liberado a las pocas horas, y por gestiones de Nemesio Porras, entonces presidente de la Federación Nicaragüense de Beisbol, fue enviado a Cuba para rehabilitarse.
En el hospital psiquiátrico lo diagnosticaron con bipolaridad y en Cuba le dijeron que tenía un desorden mental. “Muchos problemas acumulados, problemas familiares, y vino la depresión. La depresión prácticamente me desbarató porque empecé a meterme en el alcohol. Después no podía ni dormir, me metí bastante marihuana. Lo que tenía era un desorden en mi vida. Demasiados problemas tenía en la cabeza”, contó Cabrera.

Sus últimos días
El beisbolista estuvo alejado de la vida pública por bastante tiempo, de manera que cuando regresó de Cuba, no se supo de él hasta el 2020, cuando el sacerdote Alexis de Jesús Fajardo, párroco de la iglesia Santa Ana, de Nandaime, contó en una homilía que se había encontrado a Everth Cabrera ejercitándose en la capilla del Santísimo.
“Estaba a los pies de donde estaba la Última Cena, estaba acostado, haciendo ejercicio. Entré. Lo saludé y le dije: ‘Hola don Everth’ y me respondió educadamente. Luego le dije: ‘¿Cómo está?’, respondiéndome: ‘Bien gracias a Dios’ y siguió haciendo sus ejercicios”, contó el padre.
Cabrera se retiró del templo a los quince minutos. “Me volvió a ver y me dijo: ‘Muchas gracias’. Quizá porque no lo saqué o llamé a la Policía. No estaba haciendo nada malo que faltara el respeto”, detalló el sacerdote.
Para aquellos días, Cabrera había sido escogido por el equipo Tren del Norte, de Estelí, en el sorteo de la Liga Profesional de Beisbol. Ya había tenido una breve temporada con los Gigantes de Rivas, en la que participó en 29 juegos, conectó 33 imparables y un jonrón. Su promedio fue de 282 puntos, impulsó 17 carreras y anotó 33. Además, se robó tres bases y se ponchó 26 veces.

Cuando habló con la revista DOMINGO, en septiembre de 2020, Cabrera se estaba preparando para volver a jugar, pero esa vez decía que lo haría como lanzador y no como pelotero de cuadro. “Es un sueño, pero ya estoy practicando para hacerlo”, refirió Cabrera.
También hacía ejercicios constantemente y en esas andaba cuando el párroco lo vio en la capilla del Santísimo, contó él mismo.
Pese a su intento por regresar al deporte, Cabrera no pudo dejar el alcohol y las drogas. Los directivos del beisbol nacional no le permitieron jugar y en enero de 2023 estaba internado nuevamente en el hospital psiquiátrico.
Una prima lo sacó del hospital sin autorización de su madre, según publicó en sus redes sociales el exgrandes ligas y amigo de Cabrera, Vicente Padilla. Cabrera fue hospitalizado en aquella ocasión después de atacar a varios pobladores con piedras e incluso con un machete, en Nandaime.
El 14 de julio de 2024 fue hospitalizado nuevamente por una recaída. El gran beisbolista que fue y sus años de gloria, quedaron atrás.