Los católicos en Nicaragua, bajo la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, nuevamente se vieron obligados a celebrar otra festividad mariana, esta vez en ocasión a la Virgen María Auxiliadora este 24 de mayo, dentro de los templos y sin procesiones en las calles.
La abogada y autora del Informe: Nicaragua ¿una Iglesia perseguida?, Martha Patricia Molina, indicó a LA PRENSA que las procesiones «fueron prohibidas», a pesar de que los sacerdotes pidieron autorización les fue «negada. No hay permiso dijeron los guardias».
La prohibición de este tipo de actividades religiosas se da en un contexto donde la Policía funciona como el principal brazo represor. Oficiales vigilan las parroquias y en ocasiones acosan a los sacerdotes.
Molina dijo a este Diario que «hoy es un día muy especial porque la Iglesia celebra a la Virgen María bajo la advocación de María Auxiliadora».
A su vez subrayó que la Iglesia católica de Nicaragua «siempre está abierta al diálogo y la paz; y como las prohibiciones han sido generalizadas entonces los obispos y sacerdotes están siempre anuentes a pedir a las ‘autoridades policiales’ autorización para realizar las actividades religiosas y esta vez hicieron lo mismo».
Y de la misma forma «les respondieron igual que siempre: no hay autorización, no hay permiso y ‘hagan lo suyo adentro de sus templos'».
Dentro de los atrios
La parroquia María Auxiliadora, de la Arquidiócesis de Managua, ubicada del puente El Paraisito 1 cuadra arriba y 2 cuadras al sur, publicó en sus redes sociales que este 24 de mayo, día solemne, se realizará a las 5:00 p.m. la procesión en el atrio parroquial.
Un sacerdote de la Arquidiócesis de Managua, bajo condición de anonimato, lamentó que por la persecución y vigilancia que sufren las parroquias «se han tenido que modificar las celebraciones marianas y los feligreses han tenido que adaptarse».
Esta sería la tercera celebración mariana en el mes de mayo en que la dictadura ha impedido que los feligreses salgan a las calles con las imágenes de la Virgen. La primera fue bajo la advocación de la Virgen de Cuapa, que aunque el régimen autorizó realizar la celebración solemne en el Santuario Nacional de Cuapa, impidió a feligreses poder llegar hasta el lugar.
La segunda fue la celebración de la Virgen de Fátima cuya actividades marianas se celebraron en «intramuros», cuando normalmente habían procesiones o peregrinación con la imagen.