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La resolución de la CIJ sobre la demanda de Nicaragua contra Alemania

Los gobiernos de Alemania y Nicaragua declararon estar igualmente satisfechos con la resolución de la Corte Internacional de Justicia (CIJ)  dada a conocer este martes 30 de abril. La resolución es ante la acusación del régimen de Daniel Ortega contra Alemania, de violar la Convención sobre Genocidio al ayudar con armas a Israel en la guerra que está librando en Gaza contra el movimiento terrorista palestino denominado Hamás.

En realidad, la decisión de la CIJ no es sobre el fondo de la demanda. Esta ha quedado admitida, pero su tramitación puede llevar mucho tiempo, incluso años. Pero la Corte rechazó la petición de Nicaragua de que ordenara a Alemania suspender de inmediato toda ayuda militar o financiera a Israel.

Por su parte, Alemania pidió que la demanda de Nicaragua fuera rechazada de plano, pero la Corte también rechazó esta petición. Por eso es que ambas partes declararan públicamente estar satisfechas.

Al leer la sentencia, el juez Nawaf Salam, quien es el presidente del tribunal supremo internacional, expresó que este “sigue profundamente preocupado por las catastróficas condiciones de vida de los palestinos en la Franja de Gaza, sobre todo en vista de la prolongada y generalizada privación de alimentos y otras necesidades básicas a las que han sido sometidos”. De manera que seguirá estudiando el caso hasta dictar sentencia definitiva, mientras en paralelo sigue el otro proceso contra Israel, el que a fines de diciembre de 2023 presentó Sudáfrica ante la CIJ y al cual el régimen de Nicaragua pidió ser admitida como parte interesada.

Para los activistas políticos y medios opositores al régimen de Ortega, este fue derrotado contundentemente en La Haya y arrastró a Rusia en su derrota internacional. Ellos creen y dicen que Ortega mandó a presentar el pleito contra Alemania en La Haya por orden de Moscú, o sea del gobierno ruso de Vladímir Putin. Esta certeza la han deducido de una publicación del medio internacional Politico, que el 24 de abril pasado especuló que “probablemente” la demanda de Nicaragua contra Alemania “se produjo a instancias de Rusia”, porque así se lo dijeron (al medio) “funcionarios de inteligencia y diplomáticos occidentales” a los que no identificó. 

Pero la verdad es que el régimen sandinista de Daniel Ortega tiene motivos suficientes para hacer eso por su propia voluntad, sin que los gobernantes autoritarios rusos, chinos o iraníes se lo hayan sugerido u ordenado. El sandinismo tiene una histórica y total identificación política e ideológica con la llamada “causa palestina”, los une también el odio a Estados Unidos (EE. UU.) y las demás grandes democracias occidentales, lo mismo que el llamado “internacionalismo revolucionario”.

En los años 60, 70 y 80 del siglo pasado la hermandad sandinista era con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que en aquellos tiempos era radical, pero ahora se le considera “moderada” entre los diversos movimientos revolucionarios palestinos. Actualmente, por razones obvias, es lógico que la mayor identificación del sandinismo orteguista sea con las organizaciones palestinas más extremistas, sobre todo las terroristas que son financiadas y promovidas por Irán, como Hamás, Hezbolá y los hutíes que están en la guerra directa contra Israel.

En la cultura política de Nicaragua es común que los adversarios no se reconozcan pensamiento propio y autonomía de voluntad. Y por tanto atribuyen las acciones del otro a intereses y órdenes de alguna fuerza superior externa.

De allí que el orteguismo asegure que los opositores son agentes de los imperios de Estados Unidos y Europa, mientras que para los opositores el régimen de Ortega y Murillo es un peón  de las grandes potencias autoritarias (china, rusa e iraní), que lo manejan como a un muñeco.  

No se sabe si esas descalificaciones recíprocas son retórica o que no se conocen recíprocamente. En cualquier caso vale la pena recordar al respecto la enseñanza de Sun Tzu (Maestro Sun), el genial estratega militar y político chino del siglo IV antes de Cristo, cuya  sabiduría sigue teniendo una asombrosa validez:  “Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no necesitas temer el resultado de cien batallas. Si te conoces a ti mismo, pero no al enemigo, por cada victoria ganada también sufrirás una derrota. Si no conoces ni al enemigo ni a ti mismo, sucumbirás en cada batalla”.

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